domingo, 7 de febrero de 2010

Piedra de Toque






La vida es corta y la energía limitada, muy limitada. Y con esta limitada energía tenemos que encontrar lo ilimitado; con esta corta vida tenemos que encontrar lo eterno. Una gran tarea, ¡un gran desafío! Así que, por favor, no te ocupes de asuntos sin importancia.
¿Qué es importante y qué no es importante? De acuerdo con la definición de Atisha, o la definición de todos los budas, aquello que la muerte te puede quitar carece de importancia y aquello que la muerte no te puede quitar es importante. Recuerda esta definición, deja que ésta sea la piedra de toque.

Osho – El Libro de la Sabiduría



La piedra de toque es la que usan los alquimistas para comprobar la calidad del oro. En este caso, se trata de la muerte misma. Ella es la que sirve para medir por dónde pasan tus necesidades más profundas.
Pongamos por caso el dinero. Puesto que la muerte habrá de ser el banquero que te lo confisque todo, ha pasado a la categoría de las cosas que pueden ser descartadas. Por supuesto, el dinero es útil, tiene su relativa necesidad y no se trata de adoptar la actitud de cualquier vago, de ir a tirarse a un costado del camino, a esperar que llueva el maná. De modo que el dinero tiene su utilidad y también su necesidad relativa. Sin embargo, hay algunos que piensan de una manera particular; piensan que el dinero es todo, que el dinero es Dios. Cuando venga la muerte a llevarse todo, no habrá manera de comprarla.
Los que quieren poder, por ejemplo, hacen algo parecido. En el fondo, son personas que se sienten desvalidas y desamparadas. Hay algo que percibe en ellos una condición fundamental, que no son dueños de sus vidas. Por lo tanto, tratan de apoderarse de los demás. Obsérvese que apoderar es un verbo que proviene de poder, precisamente. Ellos buscan poder, buscan adueñarse de vidas ajenas porque, al actuar así, se hacen la ilusión de que son dueños de una vida a la que llaman propia. Claro está, luego viene la muerte y arrasa con todas esas ilusiones.
Otros buscan prestigio. Un profesor de la escuela secundaria, por ejemplo, pretende ser alguien importante y está todo el tiempo en pose, tratando de que los alumnos le hagan reverencias. Otro que podemos usar como ejemplo es el empleado público que se queda tomando café mientras en el mostrador de atención al público se amontona la gente esperando que vengan a solucionar sus problemas. En suma, cualquiera se da prestigio. Y si lo hace cualquier miserable, con mayor razón lo hará el tipo que tiene rango de rey, de presidente o de gerente de alguna compañía, o algo por el estilo. Pero vendrá la muerte y se llevará todo eso. Los hechos son los hechos.
“La muerte vendrá y hará desaparecer todo eso –dice Osho-; así que, ¿para qué armar tanto jaleo por ello?, para los pocos días que vas a estar aquí...Esto es un caravansar, es estancia para una noche, y al llegar la mañana emprendemos viaje”.
Pero entonces, ¿qué es lo importante?, se le ha preguntado a Osho. Respuesta: excepto la conciencia de ser, nada es importante; porque la conciencia es la única cosa que la muerte no te puede quitar.
De todas maneras, no es una respuesta que debas tragar como una píldora. Te tomas tu aspirina y asunto terminado. La muerte no se puede llevar la conciencia de ser. Y listo.
No se trata de una receta. Cuando algo así se formula, es básico experimentarlo por uno mismo. De no hacerlo, sólo puede tratarse de una promesa más. No hay por qué creer todo lo que anda suelto por ahí.
Es Osho mismo quien nos dice que el propio proceso de creer significa creer en algo que no has experimentado por ti mismo. No puedes decir que Dios existe, no puedes decir que Dios no existe. Sólo puedes afirmar: “No sé y estoy buscando, estoy experimentando y tratando de saber por mi propia experiencia”. Este es el camino de la meditación, dice Osho.
En cuanto a las riquezas que acumulamos en este mundo, nos ha venido a decir claramente que la conciencia de ser es la única riqueza que te puedes llevar. Vamos a comprobarlo.
La conciencia de ser es lo que se ha llamado meditación. Yo prefiero no llamarla meditación, porque en castellano se confunde con pensar y actividad intelectual. Pero es otra cosa, o acaso ninguna cosa. Es algo que no pertenece al mundo de las cosas, sino de la vida misma.

Unos lo llaman destino,
otros lo llaman presente.
El que, alerta, lo presiente,
sabe cuál es el camino
antes de dar este paso
que a la uva trueca en vino
y al corazón en latido.
Tú también eres, acaso,
el que conoce su ocaso
antes ya de haber nacido.


Este poema de Furia del Lago me llegó a la mesa de trabajo y me trajo al recuerdo algo que dice Osho:

El cuerpo es como las uvas. Las uvas tienen que extinguirse. No puedes guardarlas por mucho tiempo – se pudrirán; pero de ellas puedes hacer vino, por eso también se le llama “espíritu”. Puedes crear espíritu de tu ser, un vino. Las uvas no pueden acumularse, son temporales, momentáneas. Pero el vino puede permanecer siempre. De hecho, cuanto más añejo, más preciado y valorado es. Tiene una duración atemporal, algo que pertenece a la eternidad.

Este párrafo de su libro “El Significado Oculto de los Evangelios” me estremece cada vez que lo leo. Sabemos, y es una certeza única, porque las demás son todas endebles y difusas; sabemos que al morir se acaba todo este mundo material de las cosas visibles, tangibles y posibles (o supuestamente poseíbles), pero no sabemos lo que hay más allá. No sabemos a dónde vamos a parar. Una cosa es cierta: esto que llamamos “yo” no es más que un invento. Nosotros mismos lo inventamos. No es que tú has nacido médico ni tú maestra de escuela. Te forjaste una personalidad y nada más. Tampoco es necesario que limites tu paso por el mundo a ese comportamiento adquirido y abandones las otras posibilidades. Pero, sea como sea, lo importante es que todo eso es un invento y nada más. Es una uva que, en algún momento, se marchitará o será devorada por algún transeúnte que pase bajo la parra.
Pero hay otra posibilidad: la de transformar esa uva en vino. Es un milagro, ciertamente. Y, sin embargo, es posible. También ser uva, o haber nacido en este mundo, es un milagro. ¿Por qué no probar y transformarte en vino? Ni siquiera tienes algo que hacer: se hace por sí solo. Apenas se requiere un poco de meditación a cada rato. Ser consciente. Ser consciente de que eres conciencia. Es como si la uva descubriera: ah, caramba, en realidad, soy vino.


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Extraído de "La Tiranía del Ego" (Comentarios y Reflexiones Acerca de la Obra de Osho) - de Flora Espinosa - Editorial Ananda




3 comentarios:

  1. "La vida es demasiado corta y la energía limitada, muy limitada".
    A medida que vamos transitando la vida hacemos determinadas cosas con las cuales nos identificamos, el apego a ciertos comportamientos y actividades nos hacen perder esa energía "muy limitada". Nos alejamos del misterio que es la vida, no lo percibimos y por tanto no podemos incursionar en lo desconocido, es así que la gente no se prepara para morir y es en ese momento que algunos se dan cuenta cuán en vano fue todo y entonces el miedo a la muerte y a la disolución se hacen presentes.
    Vivimos en el misterio, no nos olvidemos.

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  2. La muerte como piedra de toque: La del cuerpo y la de cada instante.
    Y hacer vino.
    Hermoso. Lleva al silencio.

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  3. También estos encuentros a través del Gran Vacío nos recuerdan que estamos sumergidos en el misterio de la vida. Cada mensaje puede ser una piedra de toque. Y hacer vino, un vino de silencio. Esto me recuerda a Omar Khayyam y me da gozo de teneros como compañeras de este asombroso viaje. Gracias Paula y Soledad por estar "aquí".

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