jueves, 31 de marzo de 2011

El Hogar


En sus épocas

de principiante,

el marino piensa

que el hogar es apenas

una barca

que surca el océano

infinito de la vida.

Hasta que descubre

que el hogar es,

precisamente,

ese océano sin bordes

de la vida.


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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 26 de marzo de 2011

El Presente Mismo



Cuando estar presente también consiste en saber que estás presente, no existe manera de que ese conocimiento sea personal. Si sabes que estás presente, es porque eres el presente mismo.



En los balcones,
al igual que la hiedra,
pende el silencio.


Julia Paso





El escenario es la conciencia, mientras que la obra teatral que se desarrolla en el escenario también es la conciencia.
La conciencia percibe lo que está contenido en ella. La conciencia contiene lo que percibe.





Ser y saber celebran su boda dentro de ti cuando eres el presente.




Si eres el presente, descubres que sólo el presente puede saber que eres el presente.





Leer este poema del instante
tan sólo puede hacerlo (con la prisa
de la pausa mezclada) la sonrisa
del único lector: el mismo instante.


Más que leerlo, palpitarlo a pleno
o llevarlo a pasear por la leticia
de este fulgor despierto en la caricia
que el corazón desborda de tan lleno.


Dejarlo sin su nombre: que se invente
nombre, semblante, compañero, dios
y aquí lo muestre, lúcido, fulgente.


Y puesto que en un beso besan dos
inventar este beso del instante
que se deja besar por el instante.

Vita Preziosa




La pregunta “quién soy” es engañosa. Tú eres la respuesta y preguntas quién eres. Estás jugando a ser el ignorante de ti mismo.



Ese juego de fingir que eres el ignorante es el juego del ego. Observa lo que está sucediendo: eres el presente, pero el ego finge que es Alguien separado del presente porque tiene la ilusión de sacar provecho propio. Finge que es Alguien que tiene una historia personal, un supuesto pasado que está dirigiéndose hacia un supuesto futuro.
Claro está, no existe ni el pasado ni el futuro. No existe nadie que esté separado del presente. Eres el presente. Simplemente, finges que estás separado.
Saber que eres el presente, por lo tanto, rompe con el hechizo del ego. De pronto se produce el deslumbramiento de recordarte a ti mismo.


Haikú del cielo:
el relámpago muere
justo al nacer.

Julia Paso



El ego queda en descubierto y desenmascarado cuando le muestras lo que está haciendo: finge que está separado del presente porque quiere sacarle una tajada al presente. Ja.
Es una maniobra imposible. El presente es la libertad misma. Observa cuál es su movimiento: muere al nacer y nace al morir. En este lugar, la presencia es ausencia y viceversa. Las dos se anulan entre sí. Y en su lugar queda lo único: la esencia.



Haikú del cielo:
el relámpago nace
justo al morir.


Julia Paso



El presente es la demostración de que nacer y morir se anulan entre sí, para dejar intacta a la vida.
Por lo general, se piensa que la vida y la muerte son opuestos. No es así. El nacimiento y la muerte son los opuestos, la vida es absoluta, no tiene opuestos.
Por otro lado, ni el nacimiento ni la muerte existen. Son opuestos aparentes y nada más. Para prueba, aquí tienes al presente.


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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 20 de marzo de 2011

Las Cosas son Como Son





LITO PICAPIEDRA – Cuesta mucho dejar de lado la historia personal.
GURÚ SÁNCHEZ - Hacer el mínimo esfuerzo por dejar de lado la historia personal, no es más que un “frotarse la roncha” para que la roncha dé más comezón. El que quiere rechazar la historia es un producto, una síntesis de esa historia. En otras palabras. Es una persona.
LP – ¿La persona y su historia son la misma cosa?
GS - Esto lo puedes comprobar con sólo exponerte a la luz del presente: eres esto, eres el presente mismo, ¿no es así? En cuanto lo percibes, te das cuenta de que esa historia que rumorea en tu cabeza no es más que un invento de tu imaginación. Esa historia no existe. Y la supuesta persona que viaja de un pasado imaginario a un futuro imaginario no existe.
LP – Pero eso no es así. Mira esta foto de cuando yo tenía cinco años. (Saca una foto de su billetera y la muestra).
GS – Pues bien, ¿tienes alguna foto de cuando estabas en la panza de tu mamá? O mejor aun, ¿alguna foto tuya de cuando todavía no habían nacido tus padres?
LP – Eso es un poco absurdo.
GS – Esto de preguntar por algo que parece tan absurdo tiene la clara intención de mostrar, precisamente, que lo absurdo es hablar de una historia personal tan sólo para decir: “soy alguien”.
LP – Está bien, si no soy alguien, entonces, ¿quién soy? ¿Nadie?
GS – No, no, te apresuras a sacar conclusiones y bailas de un extremo al otro, como el péndulo. No eres alguien, pero eres. Al menos, ya sabes que eres. Cuando dices “yo soy”, estás de acuerdo con el presente. Pero si dices “yo soy alguien”, ya estás imaginando.
LP – Es que, sin historia personal, siento que soy nadie.
GS – Decir que eres nadie no es más que imaginación. Decir que eres alguien, lo mismo. Tú eres. Esto es todo. Las conjeturas están demás. Cuando desaparecen las conjeturas, eres el presente. No eres “alguien que está presente”, sino el presente mismo.
LP – Eso sería ser impersonal.
GS – Cuando desaparece lo personal también desaparece lo impersonal. Ambos son conceptos antagónicos inventados por la imaginación. Si no hay sujeto, no existe objeto. Si desaparece lo bello, también desaparece lo feo.
LP – Entonces, ¿qué es lo que hay?
GS – Esto que está sucediendo aquí y ahora, el presente, es todo lo que hay. Todo es todo. Ahora mismo puedes verlo… Si dentro de esta presencia surge tu idea de que tienes una historia personal, pues tal historia personal entonces forma parte de la totalidad.
LP – Pero, en todo caso, ¿qué importancia tiene decir que la historia personal es imaginaria? Reconozco que sí, que se trata sólo de una conjetura, de una fantasía que cada uno tiene. Pero bueno, aquí estamos todos, cada cual con su fantasía y con su historia personal.
GS – Así es. No tiene ninguna importancia, lo mismo que nada lo tiene. Es como el caso de aquel hombre que enseñó a nadar a su hijo. Cuando estuvo en edad suficiente como para aprender, el hombre lo llevó al río y le enseñó a nadar. Después de un tiempo, el hijo aprendió y puso en práctica las enseñanzas del padre, pero estuvo observando cuidadosamente las costumbres de los demás nadadores. Un día le preguntó a su padre por qué le había enseñado a nadar a favor de la corriente, si él había comprobado más tarde que todos los demás nadaban en contra de la corriente. “No sé”, le respondió el padre. “Simplemente, me parece menos fatigoso nadar a favor de la corriente”.
LP – En el caso de dejar a un lado la historia personal, ¿pasa lo mismo?
GS – Si crees que eres tu historia personal, por más que lo creas, eres el presente. Si dejas a un lado tu historia personal, también eres el presente. Las cosas son como son, imagines lo que imagines.
LP – Entonces, cuando se pretende dejar a un lado la historia personal, lo que se está haciendo es dejar de lado la imagen de sí mismo. Pocas personas hay que viven sin imagen de sí mismos.
GS – Así es, la mayoría vive nadando contra la corriente y cultivan una imagen de sí mismos, pero se pasan la vida defendiendo esa imagen. Los que no tienen imagen de sí mismos, la pasan un poco más descansados. No se sienten atacados por nadie y no tienen nada que defender.
LP – Ya veo.
GS – Se cuenta que murió el rey de Comarca Verde y su hijo, Damián, al que pocos conocían, tenía que subir al trono. El monarca de un país vecino, Valle Rojo, quiso aprovechar la muerte del rey de Comarca Verde y cuando estaba por empezar la ceremonia de asunción de Damián como nuevo rey, atacó ferozmente con su ejército completo. En esos momentos, sus lacayos estaban por vestir a Damián con las ropas ceremoniales, pero al darse cuenta del ataque huyeron despavoridos. El propio rey (todavía sin corona) huyó ataviado con unos pantalones y una camiseta y una vez en la calle terminó por confundirse con las tropas de los invasores. Por supuesto, no dijo que se trataba del rey Damián y se hizo pasar por uno de los soldados de Valle Rojo. A todo esto, la gente de Comarca Verde respondió rápidamente con un contraataque y echó de sus tierras al ejército invasor, con lo cual también echó a Damián, que se había mimetizado con los soldados de Valle Rojo por pura cuestión de supervivencia. Durante más de un año, Damián vivió como cualquier otro plebeyo en el reino vecino, pasando por algunas penurias y también por algunos placeres. Un día, cuando estaba muy cerca de la frontera con su reino natal, Comarca Verde, Damián se escabulló y se metió en una selva, donde anduvo penando un poco. Finalmente, llegó a la frontera y cruzó hacia Comarca Verde. Una pareja de campesinos, tanto él como ella solícitos y fuertes a pesar de la edad avanzada, lo vieron cruzar por allí y le preguntaron qué andaba haciendo. Damián estaba por decirles: “Soy el rey Damián”, pero comprendió que lo tomarían por loco. Así que les dijo que buscaba trabajo. Los campesinos le dieron trabajo y, además, albergue en la caballeriza. El recién llegado se mostró conforme. “Supongo que dormir en la caballeriza no es digno de un rey, pero qué le vamos a hacer, las cosas son como son”, pensó Damián. Durante unos meses, estuvo trabajando lo suficiente como para ahorrar algunas monedas y luego les informó a los campesinos que viajaría a la capital. Aquella mujer y aquel hombre, que se habían encariñado con Damián y lo querían como a un hijo, se mostraron tristes con la noticia, pero le desearon suerte. “No saben cuánto les agradezco lo que hicieron por mí”, les dijo Damián. Pero los campesinos menearon la cabeza y respondieron que él hubiera hecho lo mismo de haber estado en su lugar. “Pero si tienes que irte, que así sea, las cosas son como son”, le dijeron. Y lo despidieron con un abrazo. Finalmente, luego de un camino difícil, Damián llegó a la capital del reino, fue hasta el castillo y se hizo anunciar. Un consejero del rey, avisado por los guardias, fue hasta la puerta y se encontró con Damián, el nuevo monarca que nunca había asumido, vestido con ropas de campesino. De inmediato, el consejero se alegró con su presencia, le dijo que su hermano Pedro había subido al trono y lo llevó hasta él. A Pedro se le cruzaron algunas ideas contradictorias cuando vio al hermano mayor resucitado. Por un lado, estaba contento de verlo con vida. Por el otro, no le gustaba la idea de tener que abandonar el trono. Pero Damián lo atajó de inmediato: “No te preocupes, Pedro –le dijo-. En el camino de regreso he tenido tiempo de reflexionar y he descubierto que no me interesa el trono. Voy a volver con los viejos campesinos que me dieron albergue”. Y así lo hizo, luego de hacerle prometer a su hermano y al consejero que no revelarían lo sucedido. Cuando Damián volvió por fin al campo de sus protectores, los viejos campesinos se alegraron de verlo y le dijeron: “Así que estás de vuelta. Y bueno, las cosas son como son”.


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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 16 de marzo de 2011

Que la Inocencia te Valga





Mientras sigas los dictados de la moda y de la aprobación social, estás tratando de aposentar al latido en tu corazón, que es como querer encerrar al océano en una gota. Si dejas, en cambio, que tu corazón sea el que se aposente en el latido, navegarás por el océano sin orillas de la vida.









¿Puedes tú estar presente? Si quieres hacerlo, descubrirás que de pronto surgen montones de conflictos y que todos esos conflictos, chocando unos con otros, te impiden estar presente.
¿Por qué ocurre esto? Sencillamente porque quieres tener una voluntad personal que haga las cosas. En este caso, lo que quiere hacer esa supuesta voluntad autónoma es “estar presente”. Pero el presente no es personal. El latido no pertenece a ningún corazón. Es impersonal.





Forzar la meditación es como domar a latigazos a un caballo salvaje. El asunto es que la meditación no es un bicho que deba ser controlado. La meditación es el florecimiento del ser, es una revelación sencilla: la fuente de la vida está en nosotros y en todas partes.










Si te sientas a meditar descubres que hay un niño malcriado dentro de ti que quiere controlar la situación. El problema es que a ese niño malcriado lo llamas “yo”. Y crees que eres tú.
¿Por qué lo llamamos niño malcriado? Sencillamente, es alguien que quiere imponer su voluntad.
Imagínate un corazón que quiera imponerle al latido lo que debe hacer.






El niño malcriado no puede meditar. Sencillamente, es el enemigo supremo de la meditación. ¿Por qué? Porque meditar significa que entregas tu corazón al latido supremo de la vida.
En cambio, el niño malcriado pretende manejar el latido de la vida a su antojo. Pretende manipular la vida. Es increíble, pero es así.





El niño inocente sí puede meditar. ¿Recuerdas a ese niño? Es el que vivía en éxtasis cuando no necesitaba conseguir nada en la vida, porque todo era milagro y dicha. Pero después fue desplazado por el otro, por el niño malcriado, el que pretende manipular a la existencia.





La meditación palpita en el corazón inocente. Pero el corazón plagado de exigencias y deseos personales no puede recordarla.


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Extraído del libro "El Arte de Ser Natural", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 12 de marzo de 2011

El Nudo Gordiano de las Creencias




Alguien está de visita en la casa de Gurú Sánchez. Al parecer, anda con ánimo belicoso, porque en un momento dado se pone a cuestionar las creencias de Sánchez y pretende acusarlo de no creer en Dios. Luego de un rato, el visitante le pregunta, con un tono bastante áspero, si cree en Dios. En lugar de responderle si cree o no cree, Gurú Sánchez levanta la mano y dice:
- ¿Ves lo que estoy haciendo? Muevo la mano de un lado para el otro, ¿no es así?
El otro responde que sí con la cabeza y Gurú Sánchez, de inmediato, sigue con su explicación.
- Sin embargo, yo no estoy moviendo la mano, lo mismo que yo no estoy latiendo mi corazón ni tú puedes hacer nada para que tu corazón palpite o no palpite. Toda esa conversación acerca de hago o no hago, de creo o no creo, de piensas o no piensas, es puro ruido en medio de la nada, es como lluvia cayendo en el océano. Tú no haces nada y yo no hago nada. En todo caso, tú dices que hay una inteligencia, la llamas divina y luego le adjudicas una personalidad a esa inteligencia, a la que puedes llamar Dios o como se te plazca. Pero, en realidad, no podrías pensar en todo eso ni hacer nada de nada si esa misma inteligencia absoluta no estuviera dándote vida. Así que tú crees en Dios porque eso que llamas Dios te está permitiendo creer. Y Fulano quizá no crea, pero es por la misma causa, porque eso que tú llamas Dios se lo permite. Pero lo tuyo es nada más que una idea. Tienes la idea de Dios y pretendes que otros se adapten a tu idea. Cuando yo moví la mano, tú creíste que yo estaba moviendo la mano, hasta que te hice ver que yo no puedo hacer nada sin el permiso de esa totalidad que me está dando vida. En otras palabras: cuando moví la mano, tú me estabas viendo a mí moviendo la mano, y no veías al Dios que me estaba moviendo la mano. Me veías a mí y no veías a Dios. Y sin embargo, dices que crees en Dios.
El interlocutor queda callado, sin poder siquiera parpadear.
Lito Picapiedra, que está presenciando la charla, interviene para decir:
- Mientras yo crea que soy alguien separado y que ustedes son también personas separadas, es imposible ver lo evidente.
- Así es, mientras yo creo que existe alguien llamado “yo”, no puedo ver lo evidente.
Luego de esta observación de Sánchez, todos quedamos en silencio por un rato largo...


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Extraído del libro "El Arte de Ser Natural", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 6 de marzo de 2011

La Importancia






Cuando se comprende que la realidad es una interpretación que hacemos, se pierde la importancia personal.


Don Juan Matus





El ego tiene nariz de zorrino.

Furia del Lago






Podemos reconocer cuando dirigimos nuestra atención a defender un punto de vista particular o una definición como si fuera la realidad. Vamos a tener puntos de vista, por supuesto - es una parte del ser humano - pero cuando los abrazamos como si fuera la realidad y decidimos que nuestra realidad entra en conflicto con la realidad de otros, nos olvidamos de reconocer que son simplemente diferentes puntos de vista - múltiples, infinitos puntos de vista - todos derivados de la misma conciencia.


Gangaji







Todo está en la conciencia, la conciencia ordinaria de todos los días, ahora, en este preciso instante, que es la base de todo lo que es, incluida esta experiencia de leer. La simple conciencia es el factor común de toda experiencia. Nota que tú estás simplemente presente. Nada más está pasando. Observa que todo se origina y finaliza en esta conciencia presente ahora mismo. La gente camina, las nubes pasan por el cielo, aparecen pensamientos. Todo se desarrolla en tu conciencia, Ahora, en este preciso momento.


Nathan Gill





Significado e interpretación
deliran por igual y se devoran
el uno al otro, aunque se atesoran
como lo más valioso de la acción.


Todo es un cuento que relata el viento.
Le pones rima, fiebre y aleluya
y ya cuentas la historia como tuya,
sin advertir que tú eres el invento.


Lo que no tiene nombre ni se nombra
palpita más acá de este desvelo
y de la sensación del que se asombra


(sin lujo, sin provecho y sin consuelo)
de simplemente ser, a sol y a sombra.
Ninguna nube tapa tanto cielo.

Vita Preziosa


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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Foto: Anne Hathaway y Jake Gyllenhaal

martes, 1 de marzo de 2011

Nada Personal





En una charla con visitantes, Jean Klein dice: “Nada hay de personal en el corazón, el hígado, los riñones, los ojos, los oídos o la piel, ni tampoco en los elementos que configuran los modelos de conducta, pensamiento, reacciones, cólera, celos, competición, comparación y demás. Son todos ellos los mismos estados emocionales. Las funciones corporal/mentales en un sentido universal y el cuidado que ha de llevarse son los mismos en todos nosotros”.
Es la ignorancia del mecanismo lo que crea conflicto, agrega luego. Y señala claramente que “las relaciones son el espejo en el que se refleja tu ser interior”.
Por último dice: “Sé consciente de que tú eres un eslabón en la cadena del ser. Cuando realmente sientes esto, el énfasis ya no está en ser individual y, espontáneamente, sales de tu restricción. Tú no vives en aislamiento, en autonomía. En el estar relacionado está el presentimiento de presencia”.
Jean Klein apunta sutilmente a la importancia personal. Tengamos en cuenta que esa necesidad que tiene el ego de ser distinguido, especial, importante, maneja los hilos de la percepción.
A medida que se profundiza en la observación de sí mismo, se comprueba que el diálogo interno es el permanente machacar de la importancia personal. Sólo puede quedar en silencio una persona que no se toma excesivamente en serio. Y cuando las cuitas personales y los problemas artificiales desaparecen, entonces aparece por sí mismo el ser natural. El silencio.
Klein dice: “Sé consciente de que tú eres un eslabón en la cadena del ser”. Esto es lo que viene diciendo, con rodeos y sutileza, desde el principio.
Es otra manera de decir: “Tú no eres una persona; eres la vida que está dando vida a esa persona”.



Dicho en términos generales, la mayor parte de las personas se convierten en buscadores espirituales y seguidores de un camino religioso porque en ellos prevalece la idea de “salvarse”. Así de simple. La búsqueda espiritual comienza porque la idea de morir les resulta aterradora y entonces quieren saber si hay algo más allá de la muerte.
La idea de salvarse, por cierto, está ligada muy estrechamente al concepto de “iluminación” que prevalece de manera especial en la mentalidad hindú que luego, a caballo del budismo, se trasladó a China y Japón, lo mismo que a Tailandia, Vietnam, Corea y otros países de Oriente. Pero en el último siglo esa idea prendió fósforos y antorchas en muchas regiones de Occidente y ahora se propaga con mucha facilidad por todas partes.
En medio de este panorama, la enseñanza del Advaita se destaca como la más límpida por pregonar la carencia total de ilusiones. A Tony Parsons le pidieron una vez que hablase de la gente a quien le llega “mensajes de ángeles”. Parsons respondió: “Sólo es otra apariencia; sólo es una historia”.
La perplejidad que obtuvo su respuesta pidió aclaraciones. “Es sólo una apariencia –insistió Parsons-. Esta sala es una apariencia. Escuchar las noticias de la noche es lo mismo que hablar con un ángel. No tiene relevancia. De algún modo, la mente cree que el ángel viene de algún lugar especial, celestial, pero no hay lugar especial ni celestial. No hay ningún otro lugar. De modo que el ángel es la Unidad ‘haciendo de ángel (o angelando)’. Pero seamos claros con esto, porque la Unidad es muy astuta a la hora de crear todo tipo de razones para seguir soñando, de modo que puede aparecer en todo tipo de formas, como ángeles y maestros ascendidos”.
Nuevamente se produjo un rumor en la sala y Parsons insistió con su insistencia: “Se han publicado muchos libros sobre maestros ascendidos y simplemente es otra historia que no tiene ninguna relevancia para la liberación. La mente-gurú considera que estas ideas son espiritualmente significativas”.




Los adalides de la enseñanza Advaita no andan con muchas contemplaciones a la hora de arrasar con la ilusión. Cuando Parsons dijo esto, hubo quien se propuso seguir excavando en el mismo sentido y le preguntó: “¿De modo que eso simplemente está ocurriendo en la mente de esas personas?”
Respuesta de Parsons: “Sí, todo forma parte de la historia. Pero después ves que todas las apariencias son, de algún modo, simplemente la Unidad apareciendo como las cosas diferenciadas. No tienen ninguna relevancia para nadie. Es simplemente esto. No es más relevante que esta pared. Esta pared está siendo esto, y lo mismo ocurre con el ángel. Y también hay gente que parece hablar con los muertos. Se trata del mismo tipo de cosas. Todo es obra del teatro del Ser”.



Ramana Maharshi ha dicho que la mente, cuando se enfoca hacia fuera, da como resultado pensamientos y objetos; pero cuando está enfocada hacia adentro, deviene ella misma el propio Ser, el Sí Mismo.
A su vez, David Carse recomienda: “En lugar de mirar afuera, mira adentro. Lo que no está presente en el sueño profundo no existe. Los gurús y las enseñanzas y los comportamientos varios, nada de ello está en el sueño profundo. Tampoco lo están los satsangs, ni los seminarios, ni los libros como éste. ¿Qué estás haciendo? Invita al silencio, a la quietud. No desperdicies tu tiempo haciendo cualquier cosa que no sea estar en silencio, estar en quietud interior. Cualquier cosa que no seas ‘tú mismo’ es ilusión, no es verdad, no importa. Y es eso lo que tú proyectas afuera, sobre la pantalla blanca exterior. Cualquier cosa que esté ‘ahí fuera’ es ilusión, no es verdad, no importa”.
En otras palabras: abandonar las conjeturas. Que el teatro de las apariencias mundanas desaparezca.
“Mirar afuera hace que el sueño prosiga –dice Carse-. Sólo mirando adentro, incansable y profundamente adentro, más allá y más acá de los estratos superfluos –el intelecto y la razón y la emoción y el sentimiento yla psique y el subconsciente-, a Lo Que Tú Eres; sólo esto puede llevar al despertar que, en sí mismo, no tiene que ver ni con afuera ni con adentro”.





Hay una fuerza de vida
dentro de tu alma.
Busca esa vida.
Hay una gema
en la montaña de tu cuerpo.
Busca esa mina.
Oh, viajero,
si acaso estás en busca de “Eso”
no busques por fuera,
mira dentro de ti mismo
y busca “Eso”.

Rumi




Nuestra actitud común es: “yo soy esto”. Separe tenaz y perseverantemente el “yo soy” de “esto” y trate de sentir lo que significa ser, simplemente ser, sin ser “esto” ó “aquello”.

Nisargadatta Maharaj





Por lo tanto, mientras los buscadores espirituales andan buscando ángeles, caminos con metas prefijadas y visibles en el horizonte, disciplinas y escuelas esotéricas, y montones de otros entretenimientos, los intransigentes y encandilantes faros del Advaita siguen diciendo que identificarse con lo personal es el único pecado que existe.
“La disciplina puede imitarse, la libertad no”, asegura Wei Po.




El asunto es que lo personal es la importancia personal. Y cuando la importancia personal se mete a investigar caminos espirituales o disciplinas de conocimiento espiritual, por debajo está en acecho la necesidad de “salvarse”. ¿Qué es lo que quiere salvarse? Esa figura personal que nos representamos cada uno a sí mismo y ante los demás. El ego quiere salvarse.




Dice Nisargadatta Maharaj: “El ser es universal y sus finalidades son universales. No hay nada de personal en el Ser”
Esto se halla muy lejos de la fascinación de un aviso publicitario de la televisión. Es probable que tenga un sabor amargo para más de uno. Pero la vida misma se va encargando de mostrarlo, una y otra vez. Cuando se ven las cosas como son, desaparecen los condicionamientos. Ver es libertad. La sabiduría tiene raíces amargas, pero frutos dulces.
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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda