domingo, 31 de octubre de 2010

Absolutamente nada




(Cuaderno de apuntes de Juana López)



Nos sentimos culpables por estar separados.
La separación inventa el “yo” como entidad que está fuera del mundo.
El “yo” es el juez del mundo.
Por supuesto, ambas cosas, el mundo y el yo, son un invento.




No estás separada del mundo ni el mundo está separado de ti. Queremos estar separados para conseguir un beneficio “propio”. Esto configura una situación absurda: una persona quiere tener vida “propia” y con ello está cercenándose de la vida, puesto que la vida es totalidad y no es patrimonio exclusivo de alguien separado de ella.




Al descubrir este sentimiento de separación, aparece también el sentimiento de culpabilidad. Nos sentimos culpables por estar separados y entonces, echamos la culpa a los demás. Los padres, la sociedad, el mundo, etc.
Todo lo cual refuerza la separación.
El trabajo del ego es, precisamente, el de proyectar la culpa. Por eso, el ego inventa al mundo, para inventarse a sí mismo como juez del mundo.



Lo cómico de todo esto es que no existe tal separación. Es nada más que un mundo imaginario. Por más que quieras imaginarte separado de la vida, eres vida y nada puede separarte de ella puesto que todo es vida.
Por lo tanto, no existe tal cosa como “culpa”. ¿Cómo vas a sentirte culpable de una separación que no existe? Además, ¿quién se habría de sentir culpable?




Es inútil hablar de la inocencia
con quien maneja símbolos, a menos
que se pueda inventar alguna ciencia
donde los huecos se sintieran plenos.


Con una ciencia tal, hasta el abismo
puede lucir su nombre pasajero
y el silencio adornar consigo mismo
dotándolo de algún rostro hechicero.


El juego del amor, si así lo llamas,
es pura sencillez reproducida:
quedarte sin la gloria que reclamas


y asumir que la vida es dar la vida.
Lo demás, gozo, fuego y aventura,
deja que llegue por añadidura.


Vita Preziosa



Leyendo este poema de Vita Preziosa me encuentro con preguntas que, al mismo tiempo, son respuestas. ¿No sería mejor dejar que la vida se ocupe de la vida? Después de todo, ¿qué hago yo para que me lata el corazón? Absolutamente nada. Era una niña de casi cuatro kilos apenas cuando nací y luego fui creciendo hasta volverme adulta. ¿Hice algo para ello? Absolutamente nada.



Eso es lo que nos aterra: no somos absolutamente nada. Pero ser absolutamente nada consiste, al mismo tiempo, en ser absolutamente todo.
“Ah, no, pero yo quiero tener mi reducto especial, mi cueva privilegiada, mi mundo separado del mundo”, proclama el ego.
Por eso vive tan mal, el pobre. Está tratando de sostener a toda costa un mundo imaginario, una vida separada, y mientras tanto, mientras se empeña en tales afanes, la vida entera está llevándolo hacia la vida entera, de paseo. En consecuencia, el ego vive sufriendo, porque pretende un mundo separado y no existe manera de que pueda estar separado.




Nos aterra descubrir que inventamos un mundo para beneficio propio (el ego) y que somos sus servidores. Estamos sirviendo a un dios de barro en lugar de servir a la vida, siendo vida.
Pero el ego es tramposo. Para no quedar en descubierto y poner en evidencia que tan sólo es una idea, un ente imaginario, en lugar de aceptar eso, en lugar de admitir que es una fantasía, de inmediato le echa la “culpa” de todo a los demás. Ustedes tienen la culpa de mi sufrimiento, de todo este sentimiento de separación, de toda esta vida.
Es inútil. No existe tal separación. Somos la vida misma. Y si no existe tal separación, tampoco existe el ego. Ni el tuyo ni el de nadie, porque no existe ninguna persona como tal, como ente separado. Simplemente, somos vida. No “esta” vida separada de todas las otras. Queda en claro que no existe más que una sola vida, la totalidad.




Este es el mazazo definitivo para el ego. Quedar al descubierto es como ser una gota de agua que cae en el mar de la inocencia.
El ego es el enemigo declarado de la inocencia. Su existencia imaginaria consiste en culpar a todos y a todo de lo que está pasando en un mundo inventado por el propio ego para sentirse autónomo y separado.



En eso consiste la liberación. En destronar al juez del mundo. Y con eso, desaparecen el juez y el mundo. Sólo queda la vida entregándose a la vida. El amor mismo.


**************************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda






domingo, 24 de octubre de 2010

La Libertad



(Cuaderno de apuntes de Juana López)




Si cuidas tu libertad
tal como ella te cuida,
le darás toda la vida
y ella será tu heredad.
Y nunca, lo que te pida,
te ha de quitar lo que tienes:
el don de ser, la conciencia
de estar teniendo conciencia.
Estos son todos tus bienes;
y la libertad, tu ciencia.




Escribí esta décima mientras viajaba en el autobús, yendo al trabajo. Es fluida, pero siento que las palabras son nada más que la puerta. Dar la vida es libertad y es lo que reina más allá del “yo”. Mejor dicho: es lo que es, puesto que el “yo” es nada más que una entidad imaginaria.
En una de ésas, si quiero hablar de la libertad, me gusta más este poema en prosa de Robert Fisher:

Los animales aceptan y los humanos esperan. Nunca oirás a un conejo decir: “Espero que el sol salga esta mañana para ir al lago a jugar”. Si el sol no sale, no estropeará el día al conejo. Es feliz siendo conejo.




Ser libre, no depender de las circunstancias. Esto me recuerda la niñez. Los días tremendamente fríos, con nieve, con viento. Y, sin embargo, no había nada que nos quitara el entusiasmo a mi hermano ni a mí. Siempre hallábamos regocijo en la vida misma, en “ser conejos”, o lo que fuéramos.
¿Quiénes éramos entonces? Si alguien nos hubiera preguntado, seguramente nos habría ganado la perplejidad. ¿De qué me hablan? No me interesa ser alguien en especial, por cierto.
Probablemente, yo hubiera dejado que la pregunta me resbalara por el ánimo y me hubiera ido corriendo, a jugar a otra parte.





Iluminación
es vivir sin un futuro,
liberarse de la pretensión de seguridad.
Sin un futuro, ¿adónde se ha ido el pasado?
Es el final de lo conocido
y la interminable exploración de lo Desconocido.
Es el final de la lucha
por ser alguien o algo.
Es el final del buscar.
Es el final de intentar convertirte en alguien.
Es el final del tratar de agarrarte a algo.
Es el final del intentar que suceda algo.
O que no suceda.
¡Qué alivio!

Scott Morrison




El hombre era joven, pero ya había alcanzado una posición importante en la oficina, la de gerente de compras. Por eso, estaba ansioso de ver su nombre en la puerta de su primera oficina privada. Sin embargo, pasaron varias semanas y el nombre de su antecesor seguía en la placa. Un buen día, quitaron la antigua placa, pero en su lugar no pusieron nada, otra vez por varias semanas.
Al cabo de un tiempo, se presentó un carpintero, Anselmo Cataldo, con una placa que llevaba el nombre del nuevo gerente.
Mientras Cataldo estaba colocando la placa, el joven gerente comentó:
- Es curioso: durante las primeras semanas que estuve aquí, fui otra persona; luego no fui nadie, y ahora por fin voy a ser yo.
Cataldo lo miró por encima de sus antiparras y luego, mientras seguía con su trabajo, le dijo:
- Le están pagando igual, ¿no es cierto?




Al conejo le están pagando lo mismo de siempre y es feliz siendo conejo. No necesita que haya sol. Si el día está nublado, disfruta igual siendo conejo.
Al gerente también le están pagando lo mismo de siempre, pero le preocupa saber si es alguien, si es otro, si es nadie, si es él mismo.
¿A qué tantas preocupaciones?
El conejo es feliz siendo conejo: él conoce el secreto de simplemente ser.


*************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

jueves, 21 de octubre de 2010

Sinónimos




Una de las caras graciosas de la Presencia es que muere de asombro para nacer de asombro.
(Cuando se mencionan acá las palabras “nacer” o “morir”, tengamos en cuenta que son sinónimos y que hablan de algo que no existe).
Otra de las facetas graciosas de la Presencia es que, en realidad, es Ausencia pura.
¿Que ambas se anulan entre sí? Pues claro, de eso se trata; ¿no es asombroso?


*****************************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 16 de octubre de 2010

¿Qué Soy Yo?




Para el maestro Advaita, todas las búsquedas y todas las ciencias se detienen al llegar al “yo”.
Por ejemplo, Juana López va a visitar a Gurú Sánchez y le dice: “Quiero saber qué es la vida, qué es el mundo y qué estoy haciendo aquí”.
Gurú Sánchez le responde: “Primero averigüe qué es ese yo que hace la pregunta. Lo demás vendrá por añadidura”.



Juana López se retira del Taller de Meditación de Gurú Sánchez, toma un ómnibus en la esquina y emprende el regreso a su casa. Mientras viaja, saca una pequeña libreta del bolsillo de su abrigo, una lapicera y anota: “¿Quién es esto que quiere saber?”
Y debajo, anota:
“Yo sé perfectamente quién soy: soy alguien que no sabe quién es. Ja. Simpleza pura, ¿no?”



Pero al repasar la charla con Gurú Sánchez, recuerda que él le ha preguntado “qué” es ese yo que hace la pregunta. No “quién” es.
Cuando se pregunta qué soy, estoy dando por sentado que soy un objeto. Y cuando se pregunta quién soy, estoy dando por sentado que soy un sujeto.
Pero, en definitiva, ¿qué es lo que soy?
Respuesta: no soy objeto ni sujeto. Ambas cosas son conceptos, ideas que surgen de algún pozo lleno de ideas. Y ese pozo lleno de ideas (la sociedad, la cultura, la educación), es nada más que una idea que las engloba todas. ¿Cuál es esa idea?: “yo”.



En otra charla con Gurú Sánchez, el maestro le dice: “Los pensamientos van y vienen. No haga nada con ellos. Simplemente, mantenga en usted misma la pregunta: ¿a quién le ha venido este pensamiento? No salga de ese lugar. Manténgase en la fuente de todos los pensamientos y podrá ver”.



Juana López - Cuando pregunto a quién le ha venido este pensamiento, estoy dando por sentado que hay un yo, alguien, un sujeto a quien le surgen los pensamientos.
Gurú Sánchez - Así es. Ese pensamiento, el yo, es la madre de todos los pensamientos.
JL - ¿Y qué pasa si dejo de pensar?
GS - Pruebe, a ver.




Anotación en la libreta de Juana: “En realidad, todos los pensamientos inventan al yo. En cuanto desaparecen los pensamientos, desaparece el yo. ¿Qué es lo que queda? El Ser en toda su plenitud. Simplemente ser”.

*********************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda







martes, 12 de octubre de 2010

Barca Pequeña



(Cuaderno de apuntes de Juana López)


Somos cada cual una frágil burbuja, una mota de polvo, una minúscula forma de vida vagando entre miles de millones de galaxias. Somos prácticamente inexistentes. Pero estamos tan envanecidos por nuestra arrogancia que el enorme misterio de la vida se nos pasa por alto.
Sin embargo, la vida misma se encarga de ponernos en nuestro lugar una y otra vez.



Dios Querido,
sé bueno conmigo,
el mar es tan inmenso
y mi barca tan pequeña…

Oración de los pescadores


Sostener el "yo soy" como perplejidad o pregunta fundida en la respuesta es algo devastador. Claro está, si digo que "yo soy una persona" o que soy alguien importante, o que tengo tales y cuales atributos, ya estoy armando un esquema dentro de lo conocido y eso (lo conocido) es lo que suelo considerar como "yo".
Con sólo indagar en esto, se advierte que el famoso "yo" pierde fuerza. Lo otro, el "yo soy" sin atributos, es algo que se pronuncia con la sangre que recorre nuestras venas, no con palabras.


Buscar palabras que suenen como notas y señalen al silencio que las escucha, el que mora en el pecho.


Te la pasas preparándote para dar ese salto que no tiene un piso a donde volver. Eso de prepararte ya es el piso. ¿No lo ves?





Para ir a donde no se sabe
hay que ir por donde no se sabe.


San Juan de la Cruz




La vida te da todo. Pero tú quieres algo. Ahí es donde te conviertes en la inventora imaginaria de problemas imaginarios.



Tenemos miedo de admitir que Dios está aquí, ahora. Eso no está bien visto socialmente. Y eso, por otra parte, nos convierte en nulidades incuestionables pero, al mismo tiempo, vaya paradoja, nos convierte en Dios mismo.
Es que Dios también es nada y es todo, ambas cosas al mismo tiempo, unidad absoluta. (Y el absoluto no tiene opuesto).



En vano buscas a Dios porque lo tienes delante de ti, dentro de y siendo las cosas de este mundo. Alarga tu mano, ahí está la mano de Dios. Mira tus piernas, son las piernas de la divinidad. Ese pájaro que acaba de posar en esa rama, ¿de verdad crees que eso no es manifestación de Dios?
¡Mira! ¡Mira a tu alrededor! ¡Dios está en todo! Un dios que no esté en todo es un dios pequeño, un dios de la mente, un dios de creencias, religiones, pensamientos. ¿Acaso eso no se llama idolatría? ¿Acaso no se trata de un mero ídolo fabricado por la mente, fabricado por el hombre?
¡Deshazte de todo eso! Deshazte de todas las religiones, regresa este momento y contempla al Dios que llevas buscando toda tu vida. Regresar al Ahora constituye la verdadera adoración, la verdadera oración, la verdadera meditación, la verdadera fe, porque sólo a Dios se le puede ver, sentir, oír y experimentar ahora. ¿Sientes cómo respiras? ¿No es Dios el que respira a través de ti? ¿Sientes cómo te palpita el corazón dentro del pecho? ¿No es eso obra de Dios? ¿De verdad necesitas un futuro para poder encontrarlo? ¿No está contigo ahora mismo? ¿No te está mirando directamente a los ojos?

San Agustín




Ese miedo de admitir que Dios está presente aquí mismo, que es la única presencia, nos hace cometer las estupideces más ridículas. La principal de todas es que cada uno se ponga a conversar con uno mismo cuando está solo.



El miedo proviene de haber dicho “yo” y creérselo. Esa creencia tiene pies de barro y está siendo amenazada por la presencia misma de la Presencia Única, ahora mismo.



********************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago -Editorial Ananda

miércoles, 6 de octubre de 2010

La Ciencia del Silencio





¿Quién hace todo lo que se hace? No lo sabemos. Todas las ciencias no sirven más que para darnos utilidad, pero, ¿quién soy yo? Eso no pueden averiguarlo.
Hace falta otra ciencia, distinta, especial, no utilitaria, para investigar acerca de esta persona singular a la que llamo “yo”.






En primer lugar, ¿qué quiero decir cuando digo “yo”? Me estoy refiriendo a un organismo humano en particular. Un cuerpo al que identifico especialmente con nombre y apellido. Juana López. Mujer. De de cincuenta o sesenta años de edad.
En este caso yo, Juana López, soy una mujer que anda y desanda, que hace cosas y deshace. Pero tendría que preguntarme si yo tengo algún control acerca de esto que llamo “mi vida”.
Por empezar, el corazón me late y no sé de dónde viene el latido. La sangre corre por mis venas. Soy respirada, ya que no es una función que yo cumplo a voluntad. Y así todo el tiempo. Me echo a dormir y el organismo funciona por sí solo. ¿Qué es esto?




Esto es vida. No sabemos lo que es, aunque estamos sumergidos en ella. En eso nos parecemos al pez, que tampoco sabe qué es el océano, aunque vive dentro de sus aguas.
Pero en esta parábola, el pez humano cree que está separado del océano de la vida. Se le hace difícil creer que el pez mismo es océano.







En el caso de Juana López, ella vive en la vida. Y sin embargo, considera que es alguien, una entidad separada de todo lo demás.
Al igual que tantas y tantas personas en el mundo, Juana López sufre. Sufre todo el tiempo. Tiene sus momentos de alegría y esparcimiento, pero no son más que un escape momentáneo del permanente sufrir.






¿Quién es el que ve a través de mis ojos?






Un día cualquiera, por esas cosas del destino, Juana se topa con un texto singular en una revista de la “Nueva Era”, o acaso alguna de dietas vegetarianas, o quizá en algún periódico barrial. Para el caso no importa. El asunto es que ella de pronto se estrella contra este párrafo: “La causa raíz de todo sufrimiento es el sentimiento de existencia separada. Tenemos una conciencia divisiva que percibe las cosas como el yo y el no yo, lo mío y lo no mío, como mi gente y la tuya, como mi nación y la tuya. De ahí surge el sufrimiento”.
Este acontecimiento causa gran conmoción en la pobre Juana.




En la escena siguiente de este guión, vemos a Juana entrevistarse con Gurú Sánchez, un maestro equis a quien ella visita para tratar de comprender, de una vez por todas, por qué la vida es un sufrimiento constante.
Juana López - Se supone que yo soy una persona y usted otra persona. Eso es lo que nos han enseñado. Pero usted dice que no, que no somos personas.
Gurú Sánchez - Yo no digo que seamos algo ni dejemos de serlo. Simplemente le pido que se mire a sí misma y diga: “Yo soy”. Eso es todo. Yo soy. No digo que soy algo en especial, no digo que soy esto ni aquello. Simplemente yo soy. Eso es un hecho. Ser. Pero usted habla de ser algo y eso la condiciona. Para averiguar qué es usted, tiene que dejar de lado todas las opiniones previas, inclusive la pretensión de ser algo. Usted no sabe qué es, pero veamos si es imprescindible que usted sea algo.
JL - ¿Y entonces, qué me queda?
GS - Usted es, ¿no es cierto? Esto lo podemos afirmar sin duda. Quédese ahí, en ese “yo soy”. No es necesario que usted sea algo ni alguien, ni esto ni aquello. Se trata simplemente de ser. Eso es todo.




Simplemente ser. La sugerencia de Gurú Sánchez, o su visión despojada de todo deseo, es difícil de tragar. La mayoría de nosotros (mejor dicho, todos nosotros) estamos entrenados para ser alguien, algo, algún símbolo de poder, alguna especie de persona con personalidad especial…
A todo esto, Juana empieza una búsqueda frenética por las librerías reales y las virtuales, indagando en la biblioteca del mundo acerca de esto que “yo soy”. Así es como se encuentra con que existe una tradición milenaria que niega por completo el entrenamiento impartido por quienes pretenden hacer de la persona un ente separado de la única energía, el ser.




¿Quién eres tú? ¡Sí! ¿Quién eres tú? ¿Estás preparado para tener por un momento la experiencia de simplemente ser? ¿Sin ningún esfuerzo, sin agarrarlo y sin soltarlo, sin hacer nada? ¿Simplemente siendo lo que tú eres, sin saber qué es? ¿En completa observación de ti mismo?
El momento perfecto por el que estás esperando no existe, porque el momento perfecto es ahora.


Om C. Parkin







Juana López se retira a meditar por un tiempo y se topa con esto, por ejemplo, un mero texto de Parkin. Se supone que yo soy alguien, y por lo menos algo. Pero aquí me piden que examine lo que soy, sin determinar, ni saber lo que soy, sin pensar en ello. Sin hacerme la más mínima idea acerca de lo que soy.
Por cierto, Juana busca por Internet y se encuentra con Parkin, o por ejemplo con Ramana Maharshi.




De todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento “yo” es el primero. Sólo después de surgir este pensamiento “yo”, surgen los otros pensamientos.


Ramana Maharshi




En otras palabras, ¿quién soy yo sin ese pensamiento “yo”? Ni siquiera puedo usar la palabra “quién”, puesto que se trata de un vocablo engañoso, que siempre remite a una persona separada con supuesta autonomía, como si no se tratara de una simple idea.
Sí, admitámoslo, el “yo” es nada más que una idea. Y esa idea consiste en adjudicarme a mí misma (“yo”) toda una historia personal, un transcurso temporal de un organismo al que se le atribuye un nacimiento y que va rumbo a una muerte.





Juana López - Pero yo no lo veo al “yo” como una idea.
Gurú Sánchez - Es difícil verlo, porque el propio “yo” está entrenado para no verse como una idea, sino como una realidad. Si usted no piensa en sí misma como yo, ¿qué es lo que subsiste?
JL - No sabría decirlo, porque no soy capaz de pensar en mí misma sino como yo.
GS - Claro, claro. Usted entonces ya está dando por conocida a esa persona que llama yo.
JL - Y no es así.
GS - Cuando usted conversa con alguien y dice “yo”, ¿sabe de qué está hablando?
JL - Si yo estoy conversando con otra persona, ambos damos por sobreentendido que sabemos de qué estamos hablando cada vez que decimos “yo”.
GS - Sí, así parece. Pero ahora yo le digo a usted que se quede sola y que indague, que acometa una indagación profunda y averigüe qué es eso a lo que usted misma llama “yo”. ¿Qué ocurre entonces?
JL - Si tengo que decir la verdad, no sé nada, no tengo idea de qué es esto que llamo “yo”.
GS - Así son las cosas.


********************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

Foto: Zaragoza

sábado, 2 de octubre de 2010

Un Solo Movimiento



Sólo el ser puede conocer el ser. Puesto que no hay nada separado, no existe posibilidad alguna de ignorar el ser. Somos el ser. Somos lo que es. Y eso no es iluminación ni tampoco no-iluminación.
Solamente lo que es puede saber “qué es” lo que es.



Un maestro de Tai Chi se paró delante de sus alumnos y les pidió que contaran los movimientos que hacía con sus manos, sin caminar. Así que movió las manos en distintas direcciones y luego preguntó: “¿Cuántos movimientos hice?” Todos respondían encimándose unos con otros: “Diez, doce, nueve, once…” El maestro sonrió y les dijo: “Uno solo”.



Ser lo que es. Sin que haya nadie que quiera entender. Si hubiese alguien que quiere entender, es porque pretende que la vida entera, la totalidad, el ser absoluto, estén a disposición de sus ganas de comprender, de sus conveniencias y sus ambiciones personales.




No puedes fabricar sino el instante
que se está fabricando. Tú eres eso.



Flecha del infinito que en el aire
va trazando su huella, la molienda
de lo que todavía no recibe
nombre propio ni rostro queda en blanco.




En este sitio donde ya no estás
la luz muere en la luz. Es lo que eres.

Vita Preziosa








No hay nada que obtener. Esta es la clave de lo que dicen los maestros Advaita. Somos lo que somos, no lo que creemos ser, ni lo que fingimos ser.
Tratar de alcanzar la totalidad, entonces, constituye una manera de creer que estoy alejada de ella. Pero eso es imposible. ¿Cómo puede ser que no esté incluida en la totalidad? Es obvio que mi mente se ha excluido de lo total y me quiere convencer, a toda costa, de ser alguien que está separada de lo absoluto.







¿Por qué desperdiciar energía con lo que tú no eres? Ve directo a lo que eres. Nuestra verdadera naturaleza está más cerca que todo pensamiento. Es la fuente de todo pensamiento.

Jean Klein





¿Qué es lo absoluto? ¿Es todo, es nada? No lo podemos saber. Es inconcebible. Es lo que es. Y aquí mismo se revela por sí solo.


*************************************************


Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda