jueves, 30 de diciembre de 2010

Libertad sin Atenuantes





En origen y en síntesis, eres un simple ser. Las añadiduras y los ornamentos corren por cuenta de la trama conceptual que maneja la sociedad.
Los otros pueden verte (con variedades intermedias) como simpático o antipático, mala persona o santo, creativo o rutinario, sagaz o estúpido, o de muchas maneras más. Todo ello configura un comportamiento social en el que cada uno es introducido desde pequeño para funcionar como “máquina de conseguir”.
Así que, basta que te topes con un prójimo para que este espécimen de la raza humana te considere como una máquina de conseguir. Y aquí lo tienes, tratando de calar a fondo tus intenciones, a ver lo que quieres “conseguir”, mientras al mismo compás él trata de conseguir lo suyo. Si quisieras poner en duda este comportamiento general de la humanidad, te dirá que estás chalado, que mientes, que has perdido el rumbo de la sensatez o simplemente que eres un imbécil.
En suma de cuentas, allí, en sociedad, tienes un precio. Y habrás de comportarte de acuerdo con esas reglas de mercado, porque tu cotización puede subir o bajar
“Pero a mí todo eso no me interesa”, señala el inocente. Ay, ay, ay, pobre muchacho. La vida se encargará de azotarlo convenientemente, para que aprenda.
Está planteada la disyuntiva: ¿quieres estar solo o quieres vivir en sociedad? Tal es el dilema que te refriega por las narices el mecanismo social ya establecido. Si el “candidato” muestra el más mínimo miedo por estar solo, ha caído de inmediato en el pozo de los deseos. Pero si, a pesar del miedo, se niega a comportarse como una máquina de conseguir, habrá que ver lo que descubre.
Hasta que no se confronta con este dilema, cualquier ser humano entra directamente en la trama social y cumple con obediencia su papel como máquina de conseguir.
El que no se deja llevar por las alucinaciones, en cambio, va cayendo sin vueltas en la simpleza de ser.
“La ansiedad y la esperanza nacen de la imaginación; yo estoy liberado de ambas. Sólo soy simple ser y no necesito nada en qué apoyarme”, dice Nisargadatta Maharaj.
La persona contaminada por los vaivenes sociales, ante tal declaración, sencillamente se ríe. El que procura no tragar tanta comida social tóxica, quizá imbuido de cierta búsqueda espiritual, posiblemente diga: “Ah, pero éstas son palabras mayores. Se trata nada menos que de Nisargadatta Maharaj, alguien que está en la cúspide de la perfección espiritual”.
Tonterías. Precisamente, Maharaj está dándote a entender que él es tan simple ser como tú. En cuanto lo pones por las nubes, ya estás tratando de conseguir algo. Por obra de tales manejos, como puedes comprobar, estás metido en el pantano en donde chapotean las máquinas de conseguir.
¿Quién aparece primero, el huevo de la ansiedad o la gallina de la esperanza? Basta de imaginación venenosa. Elucubrar o especular con esto no es más que pérdida de tiempo. “Pero sin esa dualidad, yo no tengo nada”, contesta el iluso. Precisamente, lo has visto con toda claridad, querido iluso. Y te diré más: “Sin esa dualidad, tú eres nada”. De eso habla precisamente Maharaj cuando dice: “No necesito nada en qué apoyarme”. Claro que sí, el vacío no necesita ningún apoyo. Jesús de Nazareth decía algo semejante cuando afirmó: “El Hijo del Hombre no tiene almohada donde apoyar la cabeza”.
A todo esto, con ojos abiertos hasta la exageración, el iluso pregunta: “Pero, ¿es cierto que te quedas vacío?” Respuesta: no te quedas vacío, ya eres vacío desde siempre. Ja. Si entramos en terreno analógico, habría que decir que para el carnívoro la comida vegetariana es insuficiente, sosa y débil, mientras para el vegetariano la ambrosía es un montón de nada.
¿Y qué gano yo con esto de simplemente ser? (insiste el iluso). Ahí tienes a la máquina de conseguir en faena directa. Salvo dejar de vivir enloquecido por esa ficticia necesidad de conseguir, pues no consigues nada.
Al margen de la ironía con que parece presentarse toda la situación, pongamos bajo foco que cualquier hijo de vecino está viendo, con mayor o menor cantidad de neblina en sus gafas, que sus deseos no conducen jamás a ninguna parte, excepto a conseguir otro cúmulo mayor de más deseos. Y eso es poco decir: agreguemos sin dudas que el resultado siempre es, precisamente, nada.
Alguno, con un poco de sensibilidad (o con menos inocencia depredada), se pregunta en las malas: ¿Para qué sirve todo esto, si la muerte se lleva todo? Pero, puesto que ha sido entrenado como máquina de conseguir, cuando avizora la posibilidad de perder las ilusiones se ve atrapado por su propio mecanismo forzado y dice: ¿qué gano con perder las ilusiones? Ya lo ve, señor procurador, seguimos en el pantano de los deseos, siempre tratando de lograr algún provecho.
La libertad elude cualquier concepto de libertad, puesto que un concepto cualquiera lo atraparía en la jaula de lo imposible. Por lo tanto, la libertad está liberada hasta de sí misma.
¿Cómo se concibe entonces la libertad? No se concibe. La libertad es única y sin dualidad posible. Eso es lo que claramente está diciendo Maharaj cuando asegura que está liberado de ansiedad y esperanza. Lo que está diciendo es que él no vive en el mundo de la dualidad, sino que está definitivamente en la No-Dualidad. Y ahí, en la No-Dualidad, no hay ninguna cosa. Porque si hubiera alguna cosa, ya dejaría de ser No-Dual y entraría en el juego de los opuestos.
En la No-Dualidad no hay nada. Esa misma condición no dual es nada de nada. ¿Y entonces, no hay nada que hacer?, pregunta el iluso. Claro que no. De eso se trata, de simplemente ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 25 de diciembre de 2010

Muchas Joyas







(Cuaderno de apuntes de Juana López)



Nisargadatta Maharaj la llama creatividad y dice que de un trozo de oro se pueden hacer muchas joyas distintas pero todas seguirán siendo oro.
Poesía pura.
Ese tacto inefable del latido que hace danzar al corazón con esta figura de la vida que aparentamos ser.



Este lugar, donde no queda ningún “otro” para dudar o preguntar. Simplemente ser. Y utilizar como leña de este fuego todo lo que “no-es”




Bebiendo a sorbos de esta fuente que es la vida misma y que no tiene tu nombre ni el mío, sino que fluye serenamente por el anonimato del ser, simplemente ser.




Evocar el silencio, desplegarlo en esa voz que no nos pertenece porque brota del silencio mismo, es una manera de usar el lenguaje para despertar y no, como es habitual en la vida social, para dormirnos. En cierto modo, es nuestra manera de compartir conocimiento.



Gracias a la vida que nos da su sabor para compartir en este banquete de la revelación presente.



Darse cuenta de que uno es, es todo lo que hace falta para entrar en la vida desde su totalidad. A partir de la conciencia “Yo soy” advenimos al mundo sin las ataduras de una identidad o de un deseo encubierto de realidad. A partir de la conciencia “Yo soy” el tiempo ya no es necesario para buscar la continuidad, pues la realidad ya está presente y la conciencia de nosotros se sabe como todo lo que podemos dar. “¿Quién soy yo?” será la pregunta fundamental, y ahí comienza la indagación, presenciando la experiencia completamente, desde la verdad más íntima y profunda que podamos hallar: que somos.

José Manuel Martínez Sánchez






En el silencio, desaparece el sujeto. Y al desaparecer el sujeto, también desaparece el objeto, porque uno engendra al otro simultáneamente. ¿Qué es lo que queda entonces? El silencio, la totalidad del ser, que no es impersonal ni personal. En ese silencio, las clasificaciones se ven como lo que son: meros juegos humanos, simples artilugios de hombres y mujeres para imaginar que están viviendo en Lo Conocido.



“Fijar lo errante, desatar lo fijo”,
preconiza la mesa de esmeralda.


Las luciérnagas sueltas de la antorcha
que enciende tu nacer con tu morir
están mostrándote la tierra fértil
donde has sembrado (más profundo incluso
que Dios entre paréntesis) la luz.



Esta es la luz que enciendes por mandato
de la luz que por dentro te visita.

Vita Preziosa





Juana López está escribiendo en este cuaderno y el Ser observa lo que hace. “Estás escribiendo en el agua, no en este cuaderno, Juana”, anota la propia Juana.
La figura del Ser (simplemente ser) es una gran sonrisa sin forma.



Hagas lo que hagas, el resultado es uno solo: simplemente ser. Pensar, sentir, dar forma, deshacerla, inventar o destruir. No importa cuál es la semilla ni cuál es la siembra. Como cosecha, sólo te queda simplemente ser.




Todo lo que estaba antes de nuestro nacimiento es lo natural. Y todo lo que apareció después es lo cultural, encimado con lo natural.
Por ejemplo, hay personas que creen que son españolas o argentinas, o polacas. No es así. Nacieron en España, Argentina o Polonia, pero si hubieran nacido en Canadá serían canadienses.
Entonces, ¿qué es lo que yo soy, aparte del nombre, la cultura y la educación? ¿Qué es lo que soy cuando dejo de lado ese diálogo interno que finge permanencia?
Simplemente ser. Esa persona que los demás creen ver cuando me miran, no es más que un juego de apariencias.




¿En qué tienes que convertirte para ser lo que eres?




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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

lunes, 20 de diciembre de 2010

Atención






“No existe el Diablo propiamente dicho, pero existe la Distracción, que para el caso da lo mismo”. Eso me decía, no hace mucho, un amigo que vive en Estados Unidos, con quien tenemos una relación epistolar.
A manera de complemento, yo le respondía: “El ego es la manera de distraerse que tiene cada uno”.





Juana López - El Diablo es un invento mío. Pero yo soy un invento de Dios.
Belkis Lightower - Define Dios.
JL - Nunca he visto una proposición tan ridícula.
BL - A ver si te gusta esta otra: Dios es lo que no tiene definición.
JL - La creatividad da para todo.
BL - Eso es Dios.





Al que vislumbra la ecuación del cielo
se le otorga la dicha derramada.



Hecho de lluvia puede, así, regarse,
penetrar en los signos de la tierra
y la savia manar de su mirada.



Hecho de nada puede recorrer
todos los laberintos de la nada.


Vita Preziosa







Belkis Lightower - La atención pura deshace todos los mundos que va creando.
Juana López - ¿Se parece al músico?
Belkis Lightower - El músico es el silencio.





Así como algunos poetas consideran que la atención no es otra cosa que soledad concentrada, los hindúes que recorren los múltiples caminos del Advaita (la no dualidad), han puesto de manifiesto que llamamos mundo tan sólo a las apariciones fantasmagóricas de la soledad desparramada.



Lo ves todo y descubres que no existe nada.



El movimiento único (la música, el instante, el tai chi, o como quieras llamarlo) está convirtiendo todo en nada, o viceversa, y por lo tanto hace lo que deshace, o deshace lo que hace.
El gran truco del Demiurgo Mayor es mostrarlos por separado: el todo y la nada, uno enfrente del otro. La forma y el vacío. El hombre y la mujer. El fuego y el agua.



La vida es el arte de Dios. Mejor dicho: la vida es el arte.






JL - Me parece increíble que José crea que existe.
BL - Es como si la nota Fa pensara que existe.
JL - A ver, voy a tocar la nota Fa. (Toca Fa en el piano: tin).
BL - En efecto, no existe.




Es raro: todo lo que existe no existe.
Existir y no existir son dos caras de la misma luna imaginaria.





La atención es natural. Distraerse es artificial.
No se puede practicar la atención. Simplemente, hay que dejar de distraerse.
La atención es impersonal.
La distracción es personal.




En su libro “La Leyenda de Wei Po”, que ya he leído un par de veces, Vita Preziosa inserta este diálogo:

Wei Po – El budismo es una excusa que asume cada uno para no despertar al buda que lleva dentro.
Emperador – Pero, ¿qué quiere decir usted? ¿Acaso está sugiriendo que el budismo es una herejía?
Wei Po – Usted lo ha dicho, no yo. La luz que ilumina los mundos no puede estar ausente. Quizá esté oculta, pero está presente siempre. Así que, crear toda una organización para buscar la luz es una herejía.

Me la he pasado mucho tiempo tratando de averiguar qué pretendía decir Wei Po con eso de que “quizá esté oculta”. Porque la luz consiste, sencillamente, en mostrarse, ¿no es así? Ahí tenemos al sol, ¿qué otra cosa, sino mostrarse, es lo que hace?
Tiempo después, cuando ya no buscaba una explicación para ello, leí algo de Gary Renard que dice: “Aunque cierres los ojos para no verla, ahí está la luz”.
Ajá.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Por Aquí




El avión de Pobre Curioso tiene que realizar un aterrizaje de emergencia y así es como desciende con su máquina en un camino rural solitario.
Al primer campesino que pasa por allí, le pregunta a dónde lleva el camino.
- Si vas por aquí, llegarás al conocimiento de que no es necesario conocer – le responde el hombre.
- Vaya, debo estar soñando – dice Pobre Curioso, frotándose los ojos-. ¿Cómo se llama este país?
- Paradoja Viviente – le informa el campesino.
Por pura precaución (cuanto más intrigado, más cobarde), Pobre Curioso toma otro camino, a campo traviesa. Su intento le ocasiona un sufrimiento detrás del otro. Fronda espesa, matorrales, lluvias tupidas, plantas espinosas, animales salvajes, pantanos… Es imposible describir los miles de sufrimientos que en poco tiempo tiene que atravesar el antihéroe de nuestra historia. Finalmente, avista una carretera y corre hacia ella. Cuando llega, se encuentra otra vez con el camino donde se halla su avión (allí en el horizonte) y con el campesino.
- Maldito seas – le dice -; tú eres un buda disfrazado, ¿no es así?
El campesino se ríe tanto que se desarma en millones de burbujas y finalmente desaparece.
¿Y qué ocurre con Pobre Curioso? Pues que despierta en su cómoda cama. Ha llegado la hora de levantarse ya.
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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sin Esperar Nada



En un ensayo reciente, Dionisio Mayor asegura que la atención puede morir en estado de alucinación, o vivir sin límites en la pureza total, no contaminada por ninguna opción. Total de cuentas: atención pura versus caprichos personales. Eso sí, mencionar los “caprichos personales”, como aquí queda impreso, resulta políticamente incorrecto. En cuanto se mencionan estos atributos, saltan (impulsados por el resorte de la indignación) los defensores del libre albedrío. A tales y cuales personajes, la carencia de opciones los pone muy nerviosos. “Yo quiero elegir la vida que se me antoje”, declaran con más o menos palabras, pero siempre con lenguaje contundente. “Por supuesto, elija lo que se le antoje”, responde la vida misma, directamente sin palabras, aunque sí con hechos.
En suma, el mosquito puede optar por encarar su vuelo hacia la izquierda o bien hacia la derecha, pero sus actos no dejarán de ser los de un mosquito en medio de la inmensidad. Caso semejante nos depara el mamífero vestido, si es que de la metáfora nos servimos. Un definido libre albedrío en medio del infinito no deja de ser cosa de nada. “Pese a todo ello, el ser humano se pregunta qué sentido tiene la vida”, discurre el académico. Ay, Santa Razón, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.
Se habrá notado ya que la atención es el don de cada uno y, como le cabe a cualquier don, su impulso y su destino es el de darse. La atención alucinada, como la llama Dionisio Mayor, es una energía embotellada en la opción, mutilada por la dualidad, atrapada en la parte. La atención pura, en cambio, no queda enganchada de ningún propósito personal, discurre libremente, se mantiene prestando atención, sin esperar nada del acto en sí.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sin Rumbo ni Meta




Lo que suele llamarse con el nombre de “meditación” es un estado de atención no encapsulada por los deseos personales. Para visualizar este rarísimo estado de percepción, habrá que valerse del ejemplo contrario, cuya figura más nítida nos proporciona el hombre adiestrado en las ciencias costumbristas de la vida social. Este hombre mira en torno y ve a su esposa mientras ella está haciendo la comida, pero no escucha el ruido de ese ómnibus que, en este preciso momento, está pasando por la calle, frente a su casa. Tampoco escucha los pájaros que cantan en el jardín trasero de la vivienda. Y, como si esto fuera poco, carece por completo de la sensación de estar vivo. Padece, en suma, una atención recortada, a la que podríamos describir como enfocada en el objeto de su deseo. Al desear algo, en efecto, pone su mira en ello y descuida ex profeso la percepción del paisaje en su totalidad, encapsula su atención en una burbuja de ideas fabricadas por su ambición y por su miedo.
A esta sensación de sentirse vivo aquí y ahora, que Gurdjieff acuñó como “el recuerdo de sí mismo”, prácticamente el hombre civilizado le tiene aversión suprema. Adiestrado por padres y maestros, embarcado por vecinos y amigos en la rutina de lo conocido, el hombre civilizado se somete al absurdo anzuelo de la ambición socializada con el disfraz de “provecho personal”, o más crudamente con la consigna básica del temor: “Sálvese quien pueda”.
Pero el desengañado, despierto a medias por fuerza de su magra cosecha, al cabo de prolijas demoliciones de palacios, tesoros y afectos personales, se halla de pronto en medio de un camino sin rumbo ni meta, que en definitiva no es ningún camino, tratando de digerir el alimento conseguido. En suma, se topa con esta mera pregunta: ¿qué estoy haciendo aquí?
A manera de respuesta, tan sólo encuentra su atención completa, sin divisiones ni propietarios, desnuda y límpida, dispuesta sin historia ni promesas a testimoniar la simpleza de ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Descubriendo el sabor




Simplemente ser: un estado que carece de conocimiento, aunque es la fuente de todo conocimiento.



Sin palabras, eres quien eres. ¿Sabes quién eres? ¿No lo sabes? Eso qué importa… Todo conocimiento es nada más que una partícula insignificante de ese sol infinito del Ser.



Paradoja: reducir la vida al mínimo permite descubrir que es eterna.



No puedes imaginar el sabor del agua pura. Sólo puedes descubrirlo abandonando todos los condimentos.

Nisargadatta Maharaj





La vida es la espontaneidad del presente y carece de análisis, descripción o identidad.
Esto que estoy diciendo, por eso mismo, está demás.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Foto: Nanako y el helado de limón