domingo, 29 de agosto de 2010

La Conciencia de Sí Misma






Turiya - En cuanto se abre la boca para decir algo, la verdad y la mentira disputan entre sí.
Angelo Nero - ¿Quién abre la boca?
Turiya - Si respondo a tu pregunta, ¿quién sabrá si es verdad o es mentira?




Cuando el amor habla, siento esa plenitud que la mujer encuentra en el hombre y el hombre halla en la mujer.
Que sea verdad o mentira, ¿a quién le importa el significado de las palabras, si están cantando la canción del todo para llenar la nada?
Es así. No hay nada. Eso es todo.




Con sólo mirarlo, lo conocido se deshace.
El truco es que no lo haga yo (que soy lo conocido), sino la única mirada.





Turiya - Si haces un esfuerzo para unirte a lo único, te llamaré “payaso invisible haciendo morisquetas en el vacío”.
Angelo Nero - Tú quieres decirme que no haga nada porque ya soy lo único.
Turiya - Lo que quiero decir es que, hagas o no hagas, no hay nadie que pueda ser lo único, sino lo único.



Si el silencio está muerto o no existe, como alguno dice, ¿por qué te daría tanto miedo?




Los hijos inquietos de la conciencia salen a jugar fuera de casa. Desde la ventana, la madre observa esos juegos con una sonrisa y enciende la estufa. Ya volverán cuando haga demasiado frío.



¿Buscar el silencio? ¿Dónde ir a buscarlo que no esté?



Eso que estás mirando es tu estado de ánimo. Y tú lo llamas “el mundo”.



Ya eres silencio. Todo lo demás es lo que no eres.



¿A dónde crees que va la conciencia de sí misma?





Para una persona, el silencio es como tener un hijo en la panza. El silencio es hijo del silencio.



Mensaje para un amigo por Internet:
“En esto me gusta subirme al carro de aquellos magos del zen, a quienes el misterio les salía por las orejas de tanto desbordarse y que hacían magia con acarrear leña o juntar agua del pozo, así como nosotros hablamos a través de una increíble red cibernética gracias, entre otras cosas, a papá y mamá, que nos enseñaron el idioma español. En fin, es imposible hallar algo que no sea rotundo misterio”.




Concepto quiere decir concebido. Por eso, no hay concepto que pueda concebir al silencio, así como ningún hijo puede concebir a su madre.



El silencio es lo inconcebible.





Si la imagen de sí mismo va desapareciendo, envejecer no es una tortura, puede ser una dicha. Por cierto, como dice Jeff Foster, no te salvas de todos los achaques que aparezcan. Pero si aparece el silencio, ¡qué gran regalo nos hace la vida! Haber pasado por aquí y haber visto este misterio con los ojos del mismo misterio.




El silencio está vivo. Paradójicamente, es por eso que le escapamos. ¿Y dónde buscamos refugio? En el diálogo interno, la importancia personal. Eso es todo. No queremos dejar de sentirnos importantes.




Somos simples, es verdad. Las complicaciones son ajenas. Cuando descubres que los problemas planteados por el acuerdo social no te incumben, quedas otra vez como niña recién nacida, dejando que el silencio se ocupe de la salida del sol, de los quehaceres del día, de viajar en tren o en auto, de hacer la comida o conseguirla, de atravesar el misterio de la energía, de la caída del sol…




El ego cree que hace lo que hace hasta que se le queda el suspiro entrecortado y justo ahí, en ese momento, aparece el silencio. Entonces, el ego es puesto en su lugar, que viene a ser ninguno.
Eso sí, cuando aparezca de nuevo, siempre aparecerá con un “pero”. En el fondo, es un payaso. Reírse del ego es salud…



La palabra nace y muere en el silencio.
El instante nace y muere en la eternidad.
Ni el instante ni la palabra existen.




El ego tiene la descabellada ilusión de controlar la vida. Hasta en lo mínimo.
Soltar, soltar, soltar, hasta que descubramos que el misterio nos está latiendo el corazón.



La luz que recibes
es la luz que das.
Cuanto más te vacías
más te llenas.
“No des para recibir;
recibe para dar”,
han recomendado
los sabios
del otro mundo.
No es difícil
ni fácil
de concebir.
Lo que te conviene
es no tener conveniencia.
Si quieres ser,
deja de ser.


Vita Preziosa



No se puede conocer ni desconocer al silencio.



Hazle nido al silencio en tu corazón y lo reconocerás en todos los paisajes y todos los climas.




La vida es la maestra. La vida es la discípula. Siendo así, el mundo está completo. Y todo lo que ahora mismo está surgiendo es exactamente lo completo, que simplemente cambia de forma sin cesar.



Estamos metidos en el cráter de un volcán de silencio.



“Hágase tu voluntad y no la mía”, suele decirse.
Es una cita de las palabras de Jesús.
Su significado es: que se cumpla la Voluntad Suprema y no mi deseo personal.
¿Cuál es la voluntad del silencio?
Ser silencio.De eso se trata.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda


lunes, 23 de agosto de 2010

Sin Ego





Es fácil creer que “yo no tengo ego”. Después de todo, el ego no existe. Con sólo abrir los ojos y mirarse por dentro, todo en un solo gesto, se puede comprobar que estamos nadando en medio del infinito.
Tú eres una célula del infinito, yo soy otra célula del infinito. No existe ninguna separación, en realidad. “Tú y yo” son meras formas gramaticales para designar personas diferentes imbuidas por la misma energía. Pero somos esa energía, con caras distintas.






Esta energía se llama “Yo Soy”. Es el darse cuenta del ser. Una persona cualquiera, una hormiga en medio de millones y trillones de galaxias, descubre que es el infinito metido en una semilla. ¿Parece raro? Bueno, también es raro que un árbol se meta en una semilla, ¿o no? Adentro de la semilla hay un árbol. ¿Qué es, pura imaginación o milagro?
Respuesta: las dos cosas.



Sí, una semilla es un prodigio de imaginación. Hagamos este recorrido: imaginación viene de imagen. El árbol se hace una imagen de sí mismo y la encierra en una cápsula. Esa imagen lo reproduce. Quizá con otra forma, no es una copia exacta. Pero la forma del nogal sigue siendo otro nogal.







Tomemos ahora a la persona humana. También es una semilla. En italiano, semilla se pronuncia “seme” y nosotros le decimos “semen” al esperma. Pero dejemos el latín básico.
Cualquier ser humano, sencillamente, es una máquina de reproducir conciencia. Podrá venir tu vecino y decirte: “Ah, pero yo soy alguien especial, único en el mundo y con características que no se parecen a las de ningún otro”. Bien, bien. El mamífero vestido se toma en demasiado en serio.




Cuando alguien dice “Yo Soy” está reconociendo esa energía desconocida que nos mueve. Mi “Yo Soy” es el mismo que tu “Yo Soy”. Cada uno de nosotros tiene la clara impresión de ser.
Pero a partir de esa naturaleza básica, nos agregamos atributos y características que supuestamente nos diferencian. Yo soy mujer, tú eres hombre, aquel es alto y el otro bajo, uno es rubio y la otra morocha.
Cada uno de nosotros es conciencia de ser. Eso se puede expresar de distintas formas, pero básicamente somos lo mismo.



Analogía. Todos somos agua. El agua puede ser envasada en un jarrón o una olla, puede caer del cielo o andar libremente por el campo, puede formar ríos o mares. Todo esto, ¿en qué cambia su cualidad esencial? En nada: sigue siendo agua.





Hace años escribí un libro de poemas titulado “La Barca de la Sonrisa”. Me robo a mí misma un poema en prosa, extraído de ahí:


Para definición del placer, tenemos a esos padres que juegan con el niño ese extraño rito de los reyes magos. El placer consiste en decirle al chico, cuando ya es tarde, que los reyes magos no existen.
Primero te enseñan a creer y luego te quieren enseñar a no ser crédulo.
Pero ya es tarde. Vives en medio de millones y millones de crédulos.
Creer es el único deporte que practican todos.
Si quieres hacer la prueba, pregúntale a cualquiera quién es. Verás que te responde: "Yo soy yo, ¡por supuesto!"
Es inútil. Hay demasiada gente que se toma demasiado en serio.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Ilustración: "María Pía", de Fernando Natali (Córdoba - Argentina)

domingo, 22 de agosto de 2010

Flecha del infinito




No puedes fabricar sino el instante
que se está fabricando. Tú eres eso.




Flecha del infinito que en el aire
va trazando su huella, la molienda
de lo que todavía no recibe
nombre propio ni rostro queda en blanco.




En este sitio donde ya no estás
la luz muere en la luz. Es lo que eres.


Vita Preziosa


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Extraído del libro "Todo para Nada", de Vita Preziosa - Editorial Ananda


martes, 17 de agosto de 2010

El Misterio Evidente






La niña juega con la muñeca, piensa que es la mamá de esa nena. Imagina cosas y más cosas. Que le prepara la comida, que le tiende la camita para que luego se eche a dormir. Y antes de dormir le cuenta un cuento.
Pero incluso a esa edad, todas esas fantasías duran poco. La niña muestra interés por inventarse un mundo para su muñeca, hasta que entonces aparecen la escuela y los compañeros de escuela. Y, sobre todo, el mundo de los adultos.
Ahí estará el cambio: la niña dejará las muñecas y aprenderá otros juegos. Los juegos que le proponen los adultos.




Se juega a vivir como se aprende a vivir. No son dos procedimientos distintos. Los varones hacen sus juegos y también aprenden a su manera.
Cuando ambos, varones y mujeres, empiezan a transitar un camino que los acerca y los une, también realizan sus juegos.




La adolescencia es un ensayo general para luego poner en escena una obra de teatro: la edad adulta.
Lamentablemente, los jóvenes ignoran esto, se toman en serio y luego terminan la edad adulta sin darse cuenta de que sólo es una obra de teatro, una representación donde cada cual puede adoptar distintos personajes, fluir, inventar nuevas posibilidades, crear aventuras sobre la marcha y descubrir los misterios de la vida sin parar.
¿Eso es lo que hacen? Por supuesto que no.




El muchacho se siente atraído por la chica y ella por él. Más que suficiente. Se ponen de novios. Eso es lo que se estila. Algunos hay que van más allá y se casan. Tienen hijos, forman una familia, cumplen con sus deberes como padres…
Pasan veinte años y el marido cree que conoce a su mujer. ¿Cómo ha llegado a semejante pantano emocional?
Eso es válido también para ella. La esposa cree que conoce a su marido. Ha entrado en el mismo juego y en la misma rutina.




La niña abandona las muñecas porque se le ofrece un mundo para crecer (la escuela, los amigos, la sociedad) y tiene que aprender a vivir en ese nuevo mundo.
Pero muchas, al casarse, posiblemente piensan que han concluido el aprendizaje. Creen que ya tienen en su poder lo que necesitaban y que, por lo tanto, no existe ningún nuevo mundo para transitar.




Cuando yo era niña me sentía muy amiga de Jesús de Nazareth o Francisco de Asís, por ejemplo. ¿Cómo se puede ser amiga de alguien a quien no has conocido personalmente? No lo sé. Pero he conocido a personas de la secundaria o la universidad, por ejemplo, con quienes no he podido tener ni un asomo de intimidad, o por lo menos algún acercamiento, no digamos amistad.
En cambio, yo tengo amigos maravillosos como Nisargadatta Maharaj ó Ramesh Balsekar. Y nunca les he dado la mano.




Suscitar el misterio, sentirlo en el cuerpo, dejarlo correr por las venas, despertarse. El arte de vivir tiene mucho de esta devoción por lo desconocido. Es verdad, nada puede decirse del misterio. Pero compartir este silencio de ser es un bálsamo en la marcha por el páramo. Somos desconocidos.






Despertar, no dejarse distraer
por la comodidad del miedo. Irse
de todas las probables lejanías
que te impiden leer con este cuerpo
las señales que aquí quedan escritas.
Quedan, aunque se van, hechas de río.
Quedan en esta forma que se va
transformando. La magia persevera
cambiando lo que está por lo que está.


Vita Preziosa





El novio desconoce a la novia. Al descubrir esto, también comprende que se desconoce a sí mismo. Todo este asunto del noviazgo produce incertidumbre por demás. ¿Qué hacer? Los varones necesitan ser guiados. Las mujeres necesitan ser contenidas. ¿Cómo hará este pobre novio para “controlar” sus emociones? Eso es al menos lo que exigen las costumbres circundantes. No olvidemos que al muchacho lo guían las costumbres de los demás. Por lo tanto, hace lo que hicieron los otros, antes de él. Se casa con ella. Eso (piensa él) terminará con la incertidumbre y el descontrol.




Cuando miras a tu mujer y no la reconoces, ahí comienza la catástrofe.

Uppaluri Gopala (U.G.)





Hay que poner algo en claro: lo conocido y lo desconocido no existen. Son dos inventos de la mente.
Simplemente, una persona adopta costumbres, muchas de ellas se transforman en rutinas y al final terminan por quedarse a vivir en forma de jaula que encierra a la persona.
Nadie repara en ello. La Reina Comodidad siente que es reina por derecho divino.




Un hombre o una mujer, adiestrados por la costumbre social, adoptan comportamientos rutinarios y luego a esa conducta la denominan “yo”.



Para el hombre ordinario, el mundo es lo que la gente hace. Para un guerrero, el mundo es un misterio insondable.

Don Juan Matus




Esto es lo que se llama el proceso de identificación. La conciencia queda encerrada en la burbuja de una personalidad. Nissargadatta Maharaj decía que la persona se identifica fácilmente con el cuerpo, con el pensamiento, con las opiniones, con los papeles que les toca desempeñar en el ámbito social. Es por eso, aseguraba, que sufrimos tanto.
Levantaba la mano y explicaba:

Miren cómo se tocan mi dedo pulgar y mi dedo índice. Cuando me identifico con el índice, soy el que siente y el pulgar es el objeto de mi experiencia. Cuando la identificación es al contrario y yo me ubico en el dedo pulgar, siento que este índice es como un objeto. Puedo cambiar de atención y convertirme en cualquier cosa que mire… Yo llamo amor a esta capacidad de entrar en otros focos de la conciencia. Puedes darle el nombre que quieras. El amor dice “Yo soy todo”. La sabiduría dice: “No soy nada”. Entre estos dos fluye mi vida.





A su vez, Jack Kornfield, al comentar estas palabras de su maestro, señala: “La capacidad de cambiar de identidades no pertenece sólo a los gurús de la India. Es una habilidad humana. Muchas ocupaciones requieren la capacidad de entrar en otras identidades. Los mejores rastreadores de animales se convierten en el animal que persiguen. Los buenos detectives se adentran en la identidad de sus presas. Los actores triunfan por su habilidad en adquirir de forma convincente otras identidades. Una madre se identifica de forma natural e instintiva con su bebé que llora. Los amantes dicen que sus corazones laten como uno solo”.




En la película “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos”, un hombre y una mujer (una pareja) deciden borrar los recuerdos que tienen el uno del otro. La película es una metáfora sobre la rutina y la gran obsesión de meter la vida dentro de lo conocido.
Ambos se someten a una operación hecha por una máquina que les borra los recuerdos. Quedan limpios. Casi al final, el hombre dice: “Tanto tiempo perdido con alguien sólo para descubrir que es una desconocida”.







Lo nuevo es permanente. Su pureza
pasa por donde no se mancha y donde
no conoce siquiera la pureza.
Lo conocido es muerte que se esconde


apenas ve lo puro. Todo es nuevo…
Lo viejo es nada más que pura nada.
Pero nada es más viejo que lo nuevo
ni tampoco lo nuevo. La mirada,


que ve a los dos en uno, sin piedad
ni violencia navega la sorpresa
de comprobar que toda la pureza


escapa de sí misma sin edad
para fundar su mítica riqueza:
el viejo truco de la novedad.


Vita Preziosa





Cuando somos niños, la frescura del momento nos posee. A medida que vamos cayendo y decayendo por el tobogán de la rutina, esa frescura se va perdiendo.
Es difícil encontrar a un viejo con toda su frescura, como el caso de Maharaj, por ejemplo.





Si lo nuevo es permanente, quiere decir que no existe ni lo nuevo ni lo viejo. ¿Qué es este misterio al que llamas “mi esposo”? ¿Qué es este misterio al que consideras “mi mujer”?



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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda

viernes, 13 de agosto de 2010

El Camino del Medio



Observa con atención la cualidad del agua. No libra ninguna lucha con nada. Si le arrojas algo, lo aceptará; pero tal aceptación no implica que el agua se perderá en esa entrega. Si por ejemplo le arrojas un hierro, el agua dejará que se vaya hasta el fondo. Si le arrojas un madero, lo mantendrá flotando en la superficie. Pero el agua seguirá siendo agua. Esta es una manera, entonces, de aceptar y rechazar al mismo tiempo. O de hallar el camino del medio.
Puedes tener cuerpo de hombre o de mujer, pero sólo en superficie. Sin embargo, no es difícil que te identifiques con tu apariencia, con tu posición social, con tus actividades rutinarias. Pero cuando descubres que todo eso es nada más que una nota musical que suena en medio del gran silencio, cuando comprendes que una nota detrás de la otra produce una melodía que estalla en el aire como pompa de jabón, entonces comprendes que tu verdadero ser está ahí adentro, en ese silencio. Entonces comprendes que, en lo profundo, eres conciencia que se alimenta de la apariencia.


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Extraído del libro "Señales de Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda

martes, 10 de agosto de 2010

Agua viva



Seis de la mañana de un domingo. En un canal de televisión por cable está empezando un espacio que se titula “Holograma”, donde presentan a Raimon Pannikar, un filósofo catalán que habla sobre la necesidad de seguridad de la gente.
Lo que pasa – dice – es que cada uno de nosotros vive la experiencia de “la gota de agua”. Mientras estamos de paso por aquí somos una gota de agua y, de pronto, un buen día, la gota cae en el mar y desaparece.
La gente se aterra con esta perspectiva, pero eso es así tan sólo porque han sido entrenados en la frecuencia del miedo; se les dijo que tienen que aferrarse a las cosas, a la vida, a los sentimientos. Pero la vida es un río y en ese río eres una gota y esa gota un día terminará en el mar. Y todo eso no tiene nada, absolutamente nada de malo. Precisamente porque nos aferramos a las cosas existe la inseguridad en nuestra vida y nunca dejará de existir mientras pretendamos ser propietarios de la vida, simplemente porque no podemos ser dueños de la existencia ni de nada.
“Simplemente – dice Pannikar desde la pantalla – tienes que preguntarte qué eres: ¿la gota de agua o el agua de la gota?”
Es una lástima que no podamos aferrarnos a las cosas, a la gente que amamos, a los paisajes que nos alegran el corazón, a la música que nos hizo bailar, a la poesía que nos llevó de viaje. Pero, bueno... es una lástima, y nada más...
Si tanto amamos la vida, entonces tendremos que comprender que la vida es un río, un instante, un viaje infinito, un caleidoscopio que está girando en una espiral cósmica sin fronteras. Así como una casa está hecha de cal, cemento, arena y ladrillos, el material de la vida es la transformación. Estamos transformándonos sin cesar. Comprendamos con rigor científico y corazón abarcante que nada se pierde, todo se transforma.
Aprendes lo que la vida te enseña. Observa el instante: nace y muere al mismo tiempo. Por eso es eterno, es la eternidad misma; porque acepta la sorpresa de su propia muerte para ganarse un nacimiento elaborado por el asombro y volver a soltarse, morir de inmediato para el pasado y lanzarse al desconocido momento que está viniendo ahora mismo. Pero todo esto es mental. No existe un instante detrás del otro, no existe ningún instante. La sucesividad es pura imaginación que usamos funcionalmente.
Se nos ha educado de modo tal que tenemos miedo de vivir. Y tanto miedo tenemos que nos cuesta comprender que la vida es así, transformación pura. Que nosotros nunca, nunca jamás, podremos ser propietarios de nada.
Hubo gente que nos engañó, que nos dijo que tendríamos “éxito” si poseíamos determinadas riquezas o alardeábamos de tales honores. También estuvo el que nos convenció de que es necesario tener poder sobre los demás, manipularlos para robarles energía, dinero, lo que sea. La publicidad que nos tragamos afirma que tener es el verbo sagrado. El rumor que nos creímos asegura que dinero es sinónimo de felicidad.
Lo extraño de todo esto es que vivamos sufriendo tanto. La gente se pregunta cómo hicimos para que la vida de los seres humanos se haya convertido en un infierno, sin darse cuenta de que una generación ha metido a la siguiente – como si fuéramos ovejas – en un corral donde los letreros luminosos anuncian a cada rato: “Sálvese quien pueda”. Y así andamos, como en la época de Abel y Caín, el hermano destrozando al hermano, sin saber por qué la vida se ha vuelto tan desesperante ni cómo hicimos para que nuestro corazón haya tragado tanto veneno. “¿Por qué matamos a quienes han matado a otros? ¿Para demostrar que matar está mal?” (Esta es la doble pregunta de Norman Mailer). “¿Para qué se nos antoja esclavizar al prójimo?; quizá sea – reflexiona Dionisio Mayor a su vez – para olvidar que no somos dueños de nada, ni siquiera de nuestra propia vida”.
Cuánto miedo a la libertad. Vivimos aferrados unos a otros, desangrándonos (literal y metafóricamente) buscando el éxtasis que nos robaron junto con la infancia, tratando de encontrar en la maraña de la desesperación el camino entre los matorrales que conduzca directamente al paraíso perdido. Por eso, cada vez que encontramos un poquito de placer nos aferramos con dientes y uñas a sus talones, a sabiendas de que igual se nos escapará.
Un simple repaso nos permitirá comprobar que nuestra vida ha sido un aprendizaje constante. ¿Y qué es lo que estamos aprendiendo? Estamos aprendiendo a fluir. A fluir con el río de la vida.
Somos una gota de agua. Somos el agua, que se endurece con el frío y se evapora con el calor, pero sigue siendo agua, tanto en la nube, como en el mar, como en la savia o en el manantial. Somos el agua de la vida, que no termina de fluir, que no termina de buscarse a sí misma, que no termina...

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Extraído del libro "Señales de Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda


viernes, 6 de agosto de 2010

Nitai y Nimai


Nitai me obligó a prometerle algo: que jamás revelaría su verdadera identidad. Yo la descubrí cuando ambos teníamos diez años (¿cuál sería su edad verdadera?) y nos escapábamos de la escuela para irnos a vagambular por las calles del Barrio Miraflores.
El primer día que nos escapamos juntos sacó un talonario del bolsillo y me lo mostró: era una rifa, supuestamente para beneficencia de los alumnos de nuestra escuela que se graduarían a fin del curso. Aquella vez nos divertimos en grande, porque anduvimos por los lugares más insólitos, viendo a gente mayor completamente desconocida y jugando a ver quién vendía más rifas. Ibamos por los comercios, por la feria, por las plazas y por las casas. El número era muy barato, de apenas un peso, así que mucha gente nos daba monedas. Cuando terminamos, Nitai compró un helado para él y otro para mí.
- Hicimos una buena cosecha - me dijo-. La tuya mejor que la mía.
Yo había recaudado más dinero que él y eso me ponía orgullosa.
Después del helado fuimos a su casa y me presentó a su hermano Nimai. Los dos eran muy parecidos. Nimai también había recaudado muchas monedas con la rifa, pero él no iba a la misma escuela que nosotros, sino a un colegio de varones.
- ¿Así que recaudaste más que Nitai, Furia?
- Sí, tenemos que salir mañana - respondí-. Vas a ver que conseguimos mucho más. Al principio, no sabía muy bien qué decirle a la gente, pero después aprendí la forma.
- Pero mañana no tenemos que faltar a clase - me dijo Nitai-. Así que salgamos después de la escuela.
Y así lo hicimos. A la salida de clases, Nimai estaba esperándonos. Fuimos hasta el barrio y estuvimos más de dos horas. Por suerte, mis padres pensaban que yo estaba estudiando en casa de Nitai, a quien ya conocían. Después, volvimos a casa de ellos y sacamos la cuenta. Otra vez fui yo la que recaudé más, pero esta vez no me lo creí. En secreto, sumé lo que habíamos recaudado el día anterior, le resté lo mío y lo de Nimai, y así descubrí que Nitai me estaba mintiendo. Por alguna razón oculta, él fingía que yo era la que más recaudaba, pero en realidad había sido él mismo.
En una semana teníamos un total de setecientos pesos. Era un dineral, si se tiene en cuenta que lo hacíamos juntando moneditas. Entonces, Nimai y Nitai me llevaron hasta un negocio mayorista, cuyo dueño era conocido del padre de ambos, y allí compramos ciento cuarenta bolsas de arroz grandes, cada una de veinticinco kilos.
Yo no entendía nada.
- Ya lo vas a entender- me dijo Nimai.
Al día siguiente, el padre de ambos fue a buscar las bolsas de arroz en un camión y las llevó a su casa. Una vez allí, empaquetamos el arroz en bolsas de un kilo, aproximadamente. Es decir, que empaquetamos tres mil quinientas bolsas.
- Yo creí que era una rifa de verdad - atiné a decir mientras empaquetábamos las bolsas.
- No seas tonta - me dijo Nitai-. A quién se le ocurre semejante idea..
- Somos estafadores, nena - me dijo Nimai.
A mí, la idea me entusiasmó. Era una aventura prodigiosa: habíamos estafado a medio barrio de Miraflores.
Una semana después, el papá de Nimai y Nitai nos llevó a los tres a uno de los suburbios más pobres de la ciudad. Yo nunca había estado por esos parajes. Las calles eran de tierra o de barro, las casas de chapa y cartón, había suciedad y basura por todas partes. Yo acompañé a Nimai: tocábamos a la puerta del lugar, o aplaudíamos las manos, y dejábamos una bolsa de arroz de regalo; a veces dos, si la familia era muy numerosa. No nos alcanzó para todo el barrio, pero en dos días terminamos de repartir el arroz.
Así fue como descubrí que Nimai y Nitai eran unos extraterrestres.


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Extraído del libro "Conspirando con el Cielo", de Furia del Lago - Editorial Ananda

jueves, 5 de agosto de 2010

La condición natural



La sensibilidad es la condición natural del ser humano. Pero en una sociedad antinatural, la persona sensible es alguien excepcional. En ese ámbito, la sensibilidad pugna por aflorar debajo de tantas capas de maquillaje que acorazan a los habitantes de la sociedad mercantil.
Si los seres humanos fueran sensibles, no habrían convertido a la suya en una sociedad mercantil, donde todos están tratando de conseguir algo de los demás, en lugar de ofrecerles. La falta de sensibilidad impide comprender una ley fundamental: los problemas de los unos afectan a los otros. No se puede vivir en paz en una sociedad conflictiva.
Por eso, quienes quieren vivir con sabiduría no dejan que las exigencias mercantiles de la sociedad los afecten y tratan de conservar su sensibilidad como el mayor de los tesoros de esta vida. Ellos comprenden que el refinamiento es otra capa más de maquillaje, una manera de amortiguar las asperezas de la vida en común.
Quienes viven despiertos visitan la sociedad mercantil de vez en cuando, dejan su cuota de sensibilidad sembrada entre tanto desconcierto, y luego se retiran, sin atribuirse ningún mérito por su obra. Atribuirse un mérito sería, precisamente, perder la sensibilidad en el pantano de los tironeos sociales, porque no existe mayor conflicto que el de sentirse aislado de los demás, separado.
Ellos no viven en la sociedad mercantil. Así, la fuerza de las costumbres de la gente no los ata y el peso de las convenciones sociales no los aplasta. Por eso no pierden la sensibilidad ni la humildad.


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Extraído del libro "El Tao Nuestro de Cada Día", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 4 de agosto de 2010

Una ilusión


Hay un personaje que siempre está yendo hacia otra parte. Cuando se rompe la continuidad de ese personaje, descubres que estás aquí, que nunca fuiste a ninguna parte. Esa ruptura de continuidad acontece de vez en cuando, quizá de manera fortuita, o porque andas buscando algo nuevo, pero siempre porque ocurre algo inesperado. El personaje que continuamente está yendo a otra parte sólo espera eso: irse a otra parte. Es una ilusión y quiere seguir siendo una ilusión. No tolera estar aquí, no soporta el ahora desnudo y límpido. Pero el poeta se asombra con el misterio, no le teme. En eso consiste vivir en estado de poesía, en amar el misterio en lugar de tenerle miedo.
Vita Preziosa

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Extraído del libro "La Danza de la Vida", de Vita Preziosa - Editorial Ananda

domingo, 1 de agosto de 2010

Vacaciones


Estudios científicos realizados en el laboratorio de la personalidad han permitido señalar que la mejor manera de trabajar es tomarse unas vacaciones para hacerlo. Cuando uno está de vacaciones, no tiene nada que hacer. Entonces, lo que haga lo hará por gusto.
Dicho con otras palabras: tomarse hoy vacaciones y al mismo tiempo trabajar, pero trabajar por el puro gusto de hacerlo... en eso consiste la dicha.
No importa si el trabajo consiste en mantener una familia, cuidar al hijo, enseñarle a disfrutar de la vida, disfrutar con él. No importa si el trabajo consiste en ir a la guerra o escribir un poema, vender artefactos imposibles o comprar más barato. La vida entera es peligrosa, pero ella es la madre de todas las artes y sin esas artes la vida es un desperdicio.
Por eso, no hay arte más grande que el de saber tomarse vacaciones, no una vez al año, como si fuéramos esclavos del tiempo, sino a cada rato, como si fuéramos dueños de la eternidad.
Hallar descanso en el trabajo, deslizarse por la obra como la piragua por el agua mansa es la clave para desatar los nudos de la vida. Igualmente, lograr que el ocio se transforme en productivo, sacar de la galera del vacío la creación entera, ésa es la magia de vivir.
La persona equilibrada es monarca de la paradoja. Nunca está ociosa, pero jamás hace nada. Cuando vivir es un juego, el juego es vida.
Si esa persona encuentra un momento de descanso, de inmediato se toma el trabajo de convertirlo en una obra maestra. Si se ve confrontado con la necesidad de trabajar, de inmediato lo toma como si fuera un recreo.
El que juega a vivir, vive para jugar.
Hay quien jamás se toma vacaciones, por la sencilla razón de que se la pasa todo el tiempo de vacaciones. Y haga lo que haga, lo hará por el puro gusto de hacerlo.


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Extraído del libro "Sin Motivo", de Furia del Lago - Editorial Ananda
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Pintura: Gloria Suazo