miércoles, 3 de febrero de 2010

Hagamos el amor


Ya que tanto decimos que nos gusta, ¿por qué no hacemos el amor? Podemos vivir creando amor en todo lo que hacemos, ser creativos, considerados con los demás, despiertos, construir felicidad para quién esté con nosotros, dar, dar, dar...
Hagamos el amor. Es una propuesta revolucionaria. ¿Para qué seguir viviendo así, tratando de sacarle ventaja al prójimo?
Sumergidos en la cultura nefasta del «sálvese quien pueda», lo único que podemos lograr es desgastarnos unos a otros de manera inexorable, sin poder escapar del estado de conflicto permanente que nos caracteriza.
La historia del ser humano es la historia de las guerras de unos contra los otros. El conflicto nos apasiona porque pretendemos sacar alguna ganancia de los demás. Incluso, nuestra estructura social está construida de ese modo. El ideal de la sociedad es hacer trabajar a cientos, miles y millones de personas para unos pocos beneficiarios de las ganancias. Los desposeídos producen riquezas de las cuales se apoderan los ricos y se las venden a los desposeídos. ¿Para qué vivir así?
Hagamos el amor. Construyamos un mundo en donde valga la pena vivir, no una selva civilizada en donde todos luchan contra todos. Inventemos un mundo en el que podamos hacernos bien, en lugar de crear intrigas permanentes para perjudicarnos. Imaginemos el paraíso y pongámoslo en práctica. Transcurramos en la simpleza de dar la vida para que sea la vida misma la que saque provecho de nuestro don y nos transforme, nos dé nueva vida y nos lleve a su propio mundo, más allá de la muerte.
Tenemos una opción: o seguir así, con una guerra que sólo puede conducirnos a otra guerra, alimentando una sociedad que nos mata lentamente; o bien construir un mundo en donde la vida adulta no sea la muerte de la infancia, un territorio en el que odiar sea lo más difícil de todo, una existencia sin dolor, sin hambre, sin rivales...
Hagamos el amor. Ya que tenemos la opción, sepamos elegir. Todo lo que hemos elegido hasta ahora es tristísimo: ingleses y españoles hicieron desaparecer a los indios de la faz de la tierra, los blancos esclavizaron a los negros, los nazis exterminaron a los judíos, los turcos a los armenios... Nuestra historia es el recuento de matanzas dirigidas por perversos. ¿Para qué seguir repitiendo esa historia?
Hagamos el amor. Y no lo hagamos a escondidas. Tiremos a la basura todo lo que nos enseñaron los profetas del odio. Dejemos de destruirnos los unos a los otros. Inventemos una manera de vivir que sea un orgasmo permanente. Seamos creativos hasta el éxtasis. Volvamos al paraíso.

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Extraído de "Artículos de Costumbres" de Dionisio Mayor - Editorial Ananda

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