lunes, 31 de mayo de 2010

Puedes volar





¿Qué se puede hacer con la conciencia que mora más allá de todo concepto?
(Si tratas de entender esta pregunta, de responder a ella con algún concepto, su luz se apaga).



No es necesario saber quién soy. Ni siquiera es posible. Saber es una programación social. Es algo que se utiliza para relacionarse con los semejantes.
Pero ser no está limitado por las costumbres ni las convenciones humanas.


El aire no queda atrapado en los pulmones. Entra en ellos, los vivifica y sale de ellos.
El ser no queda atrapado en la persona. Entra en ella, la vivifica y sale de ella.


Eres conciencia. ¿Qué quieres hacer con la conciencia? Mientras te limites a ser alguien especial y absorbente, eres un pájaro encerrado en una gran jaula sin techo. Si una voz cualquiera te dijese: “Puedes volar”, ¿la escucharías?


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Extraído de "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda
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Foto: La Coruña

viernes, 28 de mayo de 2010

Maestra y discípula



(Apuntes de un diario personal)


La vida es no dual, está más allá de los aparentes opuestos de nacimiento y muerte.
¿Cómo se puede afirmar esto?
Sólo hay que abrir los ojos y ver lo que tenemos por delante.
Lo que está a la vista es el instante. Y sólo eso. No tenemos dos instantes, hay uno solo.
Pero este instante es el instante que nace y el que muere, al mismo compás. Nace para morir y muere para nacer, aunque no son dos movimientos, es uno solo.



El instante es la lección suprema de la maestra. La vida es la gran maestra que nos está mostrando aquí, ahora, el camino de la libertad.
Claro está, el camino de la libertad carece de meta y por lo tanto de camino.
Es el instante puro, sin límites, eterno.



La vida es libertad pura. Y nos invita: “Te doy vida para que des la vida”.
No tienes que conservarla. Y de todas maneras, no podrías. La ley de la vida es muy simple: “La vida es el arte de dar la vida”.



Este asunto pone muy nerviosos a ciertos exponentes del paisaje teatral llamado “vida”.
Algunos de ellos confiesan: “En realidad, nunca he querido dar nada”. Cosa que no resulta difícil de creer.
Pero la vida es tramposa. Y tan tramposa es, que hasta se tiende trampas a sí mismas.
Lo primero que ha hecho es llenarte de conceptos acerca de la vida. Y luego tú piensas: “tengo que dar, pero me gusta recibir”. Sin embargo, son tan sólo conceptos. Piénsalo: Hay sólo vida y nada más. Mejor dicho: todo lo que hay es vida. Y si es así, podrás comprobar enseguida que la vida es la que da, pero la vida es la que recibe.
En realidad, no hay tal cosa. No existe un nacimiento del instante, ni una muerte del instante.
No existe un dar ni un recibir. Todo es vida, un sucederse que se mantiene siempre en el mismo lugar, que es ninguno.



Aquí parece que hubiéramos entrado en contradicción. Primero decimos: la vida es todo. Al rato venimos con otra historia: la vida es nada. Y bien, los que están inscriptos en el Curso de Lógica, se han equivocado de aula.


Ya ves, la vida es la maestra. Y también la discípula.


Así que la vida te deja en libertad. Si consideras que la vida es nada, fíjate bien: no puedes conservarla, porque no puedes perderla. Si consideras que la vida es todo, aunque la des por entero, la recibes por entero, puesto que eres todo entregándote a todo.



En otras palabras: son todas ideas y nada más. Dices “vida” y ni sabes de qué estamos hablando. Es un concepto. Ni siquiera sabes lo que es “saber”.



Angelo Nero - Ah, sí, pero yo quiero comprender.
Turiya - Perfecto. Si todo es nada, ¿quién comprende? ¿Y si todo es todo? No puede haber una parte de todo tratando de comprenderlo, fíjate bien. Ya lo hemos dicho: todo es todo. ¿Quién necesita comprenderlo?
AN - Me estás haciendo juegos de palabras.
T - Juro que yo no estoy haciendo nada, porque yo soy nada. El que está haciendo juegos de palabras eres tú, que me vienes con eso de comprender. ¿Quién comprende qué cosa?
AN - Pero cuando yo te digo comprender, ¿tú me comprendes, verdad?
T - Ah, ya veo por donde vienen los juegos de palabras. ¿Tú comprendes qué cosa es ese árbol que está ahí? ¿Comprendes al sol que está dándole vida a todo este planeta? ¿Comprendes por qué los brazos te han crecido por igual? ¿Comprendes que tratar de comprender es como ponerte una careta? Los conocimientos son rieles por donde sacamos a viajar a nuestros trenes de juguete.
AN - Pero yo estoy comprendiendo lo que dices. Si viniera un niño de Suecia y quisiera comprender de qué estamos hablando, seguramente nos vería gesticular y hacer ruidos extraños con la boca.
T - ¿Y qué? Mira ese perro que pasa por allí. Si le hablas, ¿qué te responderá? Su respuesta será simple. Si le gustas, se acercará amistosamente. Si no le gustas, te ladrará.
AN - Y si necesita comida, posiblemente se acerque con cara pedigüeña.
T - Bien dicho. Alguien golpea la puerta y tú atiendes. Es una mendiga con un hijo en brazos. Ambos mal alimentados, sucios y sufrientes. La mendiga ni siquiera necesita pedirte: apenas los ves, te das cuenta de la situación. ¿Qué te importa si habla holandés o castellano?



Todo está completo. La vida es un darse por entero y un recibirlo todo. No falta nada, no sobra nada.



Hay quien viene con gesto decidido y dice: “Las palabras están demás”. ¿De veras? ¿Y cómo lo has dicho? Con palabras.



Lin Chi preguntó al administrador del monasterio:
- ¿De dónde vienes?
- Regreso de vender mijo en la prefectura – dijo el administrador.
- ¿Has vendido todo?
- He vendido todo.
Lin Chi, con su bastón, dibujó en el piso una raya y dijo:
- ¿También has vendido esto?
El administrador soltó un grito: “¡Kwatz!” Entonces, Lin Chi le dio un palazo con su bastón.


Ni vienes ni vas a ninguna parte, ni hay nadie que pueda hacerlo. Y ten cuidado cuando te haces una idea de todo, porque todo es el disfraz de nada, y viceversa.


El asombro, poema que se lee
con el cuerpo, recuerda tu inocencia,
te descubre de nuevo hasta el final,
desde el principio, te hace sitio donde
no existes, te revela frente a nadie,
te nombra con la misma intensidad
de tu silencio, lámpara que eres.


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Extraído de "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 26 de mayo de 2010

Quién




¿Se puede mirar al mundo sin conceptos? ¿Quién lo mira? ¿Y qué mira?


Basta que yo diga “mundo” para que tú creas que sabemos de qué estoy hablando.


¿Hay algo que no sea una idea?


Supongamos que no quiero decir “mundo” y, a cambio, digo: “Todo lo que hay”. ¿No es un concepto?


Te haces una idea de lo que significa “tener una idea”.


¿Te haces una idea de quién es el que se hace la idea?


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Extraído de "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 22 de mayo de 2010

La Vida sin Dueño








La vida es la fuente que da vida.


Ese don de darse, el rostro de la vida, se manifiesta en la vida misma.


La vida es la fuente y es el agua de la fuente.


La fuente no guarda nada para sí, lo entrega todo.


Esto es el amor: el darse por entero. Y es lo mismo que llamamos “vida”.


Ahora mismo, aquí, la fuente está irradiando. La vida visible es la vida invisible.


La semilla recibe y recibe, acumula y acumula, pero no da. Si se siembra en tierra fértil, germinará y de ella brotará el árbol de la vida. Pero, para que germine, la semilla debe morir.


El don de darse, esa fuerza total del amor, puede germinar en una persona, pero para ello la semilla del ego tendrá que romper su cascarón y brotar hacia la vida sin límites.

Amar es quedarse sin “vida propia” (el sueño del ego), para fusionarse en la vida sin dueño (la libertad).

La vida es dar la vida. Y esta irradiación que se da por entero es libertad, porque la vida no se adueña de nada y, así, nada se adueña de ella.




Esto es el amor: dar libertad, ser libertad, darse por entero.




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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

jueves, 20 de mayo de 2010

La Gracia de la Vida



El secreto de la vida está completamente a la vista y no deja, sin embargo, de ser secreto.
La vida entera es libertad. Esa es la esencia de la vida y ésa su apariencia, puesto que no hay más que una.


Angelo Nero – Tú dices que la vida es libertad, pero muchos consideran que la vida entera es una prisión, un infierno en el que han caído por pura desgracia, o cosas por el estilo.
Turiya – Si le pides a la vida que te dé lo que quieres, siempre será una discordia, porque la vida no está hecha para tu beneficio propio.
AN – Pero entonces, ¿qué me da la vida?
T – La vida te da vida. Es decir, te da libertad. La vida te da su gracia y tú te encargas de ponerla en obra. Si eres vida, tú también eres dador de vida y así tienes obra y gracia. Pero si quieres una vida para ti solo, si quieres conservarla en lugar de darla, entonces te pierdes la gracia.


La luz que brota de tan sólo dar
y darse por entero en el intento
es un dar gracias sin ningún altar,
sin duda que abrigar ni pensamiento.


Dar gracias porque sí, sin esperar
ni exigir de la vida otro momento,
ni otra sorpresa que este don de amar
lo que la vida brinda con su aliento.


Porque es la vida misma la que sabe
dar a la vida gracias con la lumbre
del amor, que en sí mismo ya no cabe


y sale a navegar por la costumbre
de la intemperie que es su propia nave,
costumbre de ir perdiendo la costumbre…


Vita Preziosa






La tierra seca y desértica, aunque reciba la semilla de vida, no hará más que secarla y matarla.
La tierra fértil, recibe la semilla para fecundarla y hacerla crecer, transformarse en planta, en árbol, en flores, frutos y nuevas semillas. Es un darse permanente, es vida que recibe vida para darla y transformarla en más vida.






Los que andan buscando amor
sólo manifiestan su falta de amor,
y los que no lo sienten, nunca lo hallan,
pues sólo los que ya aman lo encuentran
y nunca tienen que buscarlo.

David H. Lawrence




No pedir es ese desconocido amor que pides.


Este es el movimiento del amor: darse por completo. No existe ningún otro amor. Las historias y las fantasías que predican las telenovelas y los folletines por capítulos, no son más que juegos del ego, intentos de manipulación de otras personas.
El amor no es personal. Es la fuerza impersonal de la vida que se vacía de sí misma, que se da por completo para ser vida.


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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

lunes, 17 de mayo de 2010

La inmensidad del amor



Angelo Nero – Tú dices que el amor es todo lo que hay. Y que si yo me considero una entidad separada de todo, entonces no puedo vivir el amor.
Turiya – Así es.
AN – Sin embargo, eso de vivir como alguien separado es lo que me hace sufrir.
T – Tú lo has dicho.
AN – Por eso es que buscamos el amor. Porque nos sentimos separados.
T – Sí, claro. Este sentido de separación te hace daño, porque al rendirle culto te sientes aislado, como si estuvieras en una isla.
AN – Si tanto me hace sufrir este sentido de separación, ¿por qué no entregarme al amor?
T – Mientras seas tú el que se entrega, no habrá entrega.
AN – Eso sí que no se comprende.
T – Tienes que entender primero por qué quieres separarte. La vida entera es una inmensidad y un misterio. El ser humano, si se quiere ver como alguien separado, se verá minúsculo, prácticamente inexistente.
AN – Sin embargo, en nosotros sentimos algo sublime.
T – Así es, minúsculos como somos, podemos percibir el milagro de la vida. Pero la vida es tan vasta y tan inclasificable, que estamos en ella, cada uno, como un insecto en un bosque sin límites. Además, el cuerpo tiene un mecanismo instintivo para asegurar su propia supervivencia: el miedo. Este mecanismo es tan invasivo que termina por ocuparlo todo. Empezamos por defender un cuerpo separado y luego defendemos una imagen de uno mismo como alguien separado.
AN – Tenemos cuerpos separados.
T – No tenemos nada. Somos conciencia que está morando en un cuerpo separado, pero somos una sola vida.
AN – Eso no es lo que dicta la educación soberana.
T – Precisamente, ahí está la raíz del asunto. Estamos acostumbrados a pensar que cada uno es una entidad separada, con voluntad autónoma. Esta separación ilusoria nos hace vivir forzadamente en un mundo ilusorio, un mundo fabricado por nuestros deseos.
AN – Es como si nuestros deseos se concentraran en reforzar esa fantasiosa separación.
T – Eso mismo. Pero al concentrar nuestra energía en esos deseos, estamos luchando contra la vida misma, que es una totalidad manifiesta. Así es como forjamos una especie de “existencia propia” (a la que llamamos “mi vida”) que está en lucha contra la vida misma.
AN – Separarse es conflicto.
T – El sentido de “yo” como alguien separado es conflicto. El yo mismo es conflicto.
AN – Pero yo soy yo. Esto es lo que piensa cada uno.
T – Ahí tienes. Tú eres tú. Eso es lo que dices. O sea, tú eres alguien definido, clasificado y separado. Nadie dice: “Yo soy vida”, por ejemplo. Lo que decimos es: yo estoy por aquí y el resto de la vida alrededor. Eso mismo es la separación. Y en esa separación estamos sumergidos. Estamos fuera del milagro. ¿Te das cuenta? La vida es milagro puro, pero nosotros queremos clasificarla, meterla dentro de una definición conceptual, limitarla a nuestro cuerpo y nuestra persona.
AN – Entonces, el “yo” es la separación.
T – El “yo” es un cúmulo de deseos. Te separas de la vida y luego le exiges a la vida que te dé lo que tú quieres. Así funciona el “yo”. Y puesto que la separación engendra conflicto y te hace sentir como alguien que está en una isla, quieres amor. ¿A qué le llamas amor? A sentir la unidad de la vida, pero separado de la vida.
AN – Eso es absurdo.
T - ¿No es así como vive el ser humano? Quiere tener amor, no quiere ser amor.
AN – Tú estableces una diferencia entre ser amor y tener amor.
T – Tener amor es una exigencia del ego, que quiere controlar a la vida. Eso, como tú dices, es algo absurdo. Pero el ego se basa en eso, en controlar. Su finalidad es la de mantener el control, porque al sentir que tiene el control, alimenta su ilusión de tener una vida propia.
AN – Pero, ¿qué sentido tiene ilusionarse con una vida propia si es nada más que una ilusión?
T – Si le buscas sentido, podrías encontrar unos cuantos argumentos. Eso es lo que hace el ego, buscarle sentido a la vida. Por cierto, sentido para quién, para sí mismo. “La vida tiene sentido para mí si soy feliz, si soy rico, si consigo amor, si esto o aquello”. Son todas condiciones que el ego le pone a la vida. Si la vida entera no reúne tales requisitos, el ego se enoja y proclama que la vida es una porquería o lo que sea.
AN – Pero tú dices que el amor es todo lo que hay. Entonces, ¿cómo se entiende que hayamos concebido el ego, el sentido de separación?
T – Eso también es amor, pero pervertido. Hagamos de cuenta que el amor es aire puro. Si te encierras en una habitación y jamás abres las puertas ni las ventanas, el aire quedará viciado y finalmente morirás asfixiado. Lo mismo pasa con el amor. Tú concentras todo el amor que te da la vida en un personaje particular: tú mismo, la imagen que tienes de ti mismo. Pones toda tu energía en sostener ese personaje. Y bueno, así te va.
AN – El personaje es obra del amor pervertido.
T – Sí, un amor tóxico, un amor suicida. Paradójicamente, el instinto de supervivencia se ha deformado tanto, que por exceso de cuidar la persona en donde mora tu conciencia, terminas por matarte.
AN – De todas maneras, yo no soy esa persona. Eso es lo que dices.
T – Claro que no eres esa persona. Es una persona imaginaria, es una entidad que finge tener autonomía, voluntad propia y el poder de hacer lo que quiere. En tales condiciones, no puedes amar, porque en cuanto quieras hacerlo, entrarás en la ilusión de hacerte daño a ti mismo.
AN – Vale decir, el amor no es personal.
T – El amor es todo lo que hay. En ese paisaje de totalidad, tú eres apenas un minúsculo granito de arena. No puedes guardar el amor en tu bolsillo. El amor es un darse que está recibiendo el don de dar interminablemente. ¿Crees que el pequeño y mezquino ego puede guardar dentro de sí la inmensidad de todo lo que hay?


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda
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Ilustración: "Henri Rousseau, el Aduanero", por Amalia Fernández de Córdoba
www.elmundodeviky.blogspot.com

viernes, 14 de mayo de 2010

Todo lo que hay



Angelo Nero - ¿Por qué al ser humano le cuesta tanto el amor?
Turiya – El amor no está limitado al quehacer humano ni a sus condicionamientos. Una persona limitada por sus condicionamientos personales no puede vivir en estado de amor, lo mismo que no puede poner la mano en el fuego. Si pusiera la mano en el fuego, se quemaría. Si quisiera mantenerse en estado de amor pero lo tomara como una adquisición personal, también se quemaría.
AN - ¿Qué es el amor?
T – El amor es todo lo que hay. Pero decir esto encuentra oídos sordos en quien se siente separado de todo lo que hay. Las personas, en general, están adiestradas para considerarse entidades separadas. Ellos piensan que existe “mi vida” y por otro lado “la vida”. Para vivir el amor, tienes que jugar como si estuvieras en el laboratorio de la vida. Yo te digo: el amor es todo lo que hay. Si tú estás separado de “todo lo que hay”, entonces no puedes entender de qué estoy hablando. Si no estás separado, ni siquiera necesitas que yo te lo diga, ya lo estás viviendo.



Angelo Nero – Según lo que dices, el amor es impersonal.
Turiya – No es personal ni es impersonal. Esa división es un trabajo conceptual del ser humano, que quiere catalogar todo lo que vive dentro de lo conocido. El amor es todo lo que hay, por lo tanto, está más allá de los conceptos y las categorías.
AN - ¿Por qué yo no lo siento?
T – Sí que lo sientes. ¿Acaso no te está latiendo el corazón? Bueno, ese latido es el amor.
AN – Pero la gente, cuando habla del amor, se refiere a otra cosa.
T – Eso no importa. Averigua por ti mismo qué es.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Ilustración: "Hola, Adiós" - de Jean Pierre Lorand, pintor belga

martes, 11 de mayo de 2010

Peripecias de Fulano



(Apuntes de un diario personal)




Fulano está sentado en medio de la primavera. La totalidad de la vida se manifiesta en torno a su persona y a través de él. Por aquí vemos pájaros que revolotean en torno a las migas que ha dejado algún comensal de la plaza, de ésos que salen de la oficina a la hora de almuerzo y comen ahí mismo, entre árboles, una fuente y la gente que pasa. En torno, el sonido de los autos que pasan se mezcla con las voces no diferenciadas de la gente. Reinando por todas partes, el sol, que increíblemente está aquí mismo, acaricia las veredas y las flores, aunque muchos piensan que está lejos. Pero Fulano ignora por completo que está en medio de la primavera.



En este momento, Fulano piensa: “Tengo que conseguir un poco más de dinero, así puedo comprar un auto más nuevo, además de pagar las deudas. No sé para qué habré comprado ese televisor de última onda, pero bueno, es lo máximo. La cara que puso Pepe cuando vino de visita la última vez. Realmente, lo sorprendí. El sonido estereofónico, la pantalla grande, en fin…”



A Fulano, sin embargo, no le alcanza. Las cosas que tiene no lo colman. Quiere más. No sabe por qué, pero siempre quiere más.



Examinemos la situación. La vida se manifiesta en forma de primavera, de árboles, de pájaros, de sol, de gente que anda por la calle y de Fulano que está oscurecido por sus propios pensamientos, ahí, en la plaza, pidiéndole cosas a la vida.
Si yo fuese un ángel, me acercaría en puntas de pie a Fulano y le diría, susurrante, al oído: “La vida te da la vida, ¿qué más quieres?”
Pero Fulano no me escucharía. No está escuchando ni a la misma vida, siquiera, ¿por qué habría de escucharme a mí?



Otra cosa, Fulano, estás encerrado en una celda separada de la vida. Y esa celda eres tú mismo; mejor dicho, una imagen que te haces de ti mismo.
Es muy simple. Primero piensas: “Yo tengo mi vida”. Por lo tanto, tú estás por un lado y la vida por el otro. Luego piensas: “Para reforzar esta vida propia, necesito tales y cuales cosas, dinero, prestigio, que me den amor, que la gente reconozca mi valor, que la existencia pase lo más descansada posible, etc.”
Tienes un listado completo de peticiones. De hecho, cada vez que respiras, estás pidiéndole a la vida esto y aquello. “Tu” vida (eso que llamas “tu” vida) consiste en pedirle a la vida.



Mientras tanto, estás respirando porque la vida te respira. Y el corazón te late, porque la vida entera está latiendo para ti. Ja. Parece que vives al revés, Fulano.




Hace unos días, nos encontramos en un café. Me dijiste entonces: “Deberíamos cambiar de vida”. ¿De qué hablas? Supuestamente, nos “conocemos” desde hace años. Y hace tantísimo tiempo te vengo diciendo: “No hay nada que cambiar, la vida es lo que es, nunca será lo que quieras tú”. Pero claro, tú eres sordo, no debería olvidarlo.



Cada vez que le pides algo a la vida, te imaginas que eres algo distinto de la vida, una entidad separada, autónoma, con vida propia, con voluntad independiente.
Tú no eres eso, Fulano, te imaginas que eres eso.


Ahora pasa una nube y está ocultando un poco del sol. Pero ni te has dado cuenta, Fulano. Estás pensando en que tu mujer te abandonó. Y es la segunda que te abandona.
“La vida me está queriendo decir algo”, admitiste aquella vez, cuando tu (segunda) mujer se tomó el tren y no volvió. Claro que sí, pero la vida no sólo habla castellano. Tiene un lenguaje más amplio, imaginativo y perfecto: lo inevitable.


En ese lenguaje, la vida te explica con toda claridad: tú crees que eres alguien separado de la vida. No es así. Eso es pura ilusión.
Te la pasas pidiéndole a la vida, exigiéndole que te dé felicidad, dinero, seguridad, amigos, prestigio, y quién sabe cuántas cosas más. Ese quehacer absurdo, el de exigirle a la vida, te hace creer que estás separado de ella.



Peor aún: te hace creer que eres alguien. Alguien con vida propia, alguien con voluntad autónoma, alguien distinto de la vida.


Tu verdadero problema, Fulano, es que tú consideras que la vida es un problema y que la vida debe darte soluciones.


Claro, la raíz de tu conflicto es que quieres ser distinto de la vida. Pero eres vida, no algo distinto. Eres la vida misma, un misterio.



Ya te lo he dicho mil doscientas cuarenta y siete veces, Fulano. La vida no es un problema, es un misterio. Pero cuando te lo digo, tú piensas: “Esta tipa me trae más problemas. ¿Qué es eso de que la vida es un misterio?”


Claro, si la vida es un insondable misterio, tú no puedes controlarla. No sabes a dónde vas, no sabes lo que estás haciendo. Este asunto de no saber te pone loco. ¿Qué problema tienes con no saber? ¿Por qué deberías alterarte?


Mira, ahí pasa una mujer embarazada. Ella ni sabe qué es todo esto. Lleva una nena en la panza, o un varón, quién sabe. Nadie sabe nada, Fulano.


Si la vida es un misterio, eso es lo que tú eres. Eres el misterio de la vida. ¿A quién le importan tus deseos?


“Tú te mereces algo mejor”, susurró la serpiente en tu oído. Le creíste y ahora estás fuera del Paraíso.
Deseando.
Deseando el Paraíso, claro.


Así que tú tienes una vida propia, eres alguien autónomo y estás luchando con toda “tu” voluntad para que la vida, de una vez por todas, te dé todo lo que vienes pidiéndole.
Esa es tu ilusión. La de ser alguien separado. Y para ser alguien separado, le exiges a la vida. Te has olvidado por completo de que tú mismo eres vida.


El “ego” consiste en eso. Es un cúmulo de exigencias que le hacemos a la vida. Si te quedas sin exigencias, te quedas sin ego. Y cuando te quedas sin el ego, entonces ya no tienes una vida particular y distinta. Mejor dicho, ya no tienes vida: eres vida.
Si el ego se disolviera, descubrirías por ti mismo lo que eres. Esto no quiere decir que “sabrás” lo que eres. No se trata de saber ni de ignorar. Sencillamente, eres lo que eres. Eso está aquí mismo, ahora. Está por debajo de todas esas capas de exigencias que le haces a la vida. Tú eres eso.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda


Foto: Plaza Francia, barrio de Recoleta, Buenos Aires

domingo, 9 de mayo de 2010

La Vida es la Maestra



(Apuntes de un diario personal)



El gran drama del ser humano, la raíz de todo sufrimiento, es la pretensión que alientan todos y cada uno de tener una vida propia.


¿Quién es esa persona que pretende entronarse como juez de la vida? Jamás nos hacemos una pregunta como ésa. No figura en nuestro código cultural.
Si nos formuláramos meramente el interrogante, no tardaríamos en descubrir que la vida es como es. ¿Acaso alguna vez se amoldó al deseo de cada uno?



La vida no es personal, aunque se manifieste a través de una persona. De hecho, no hay nada personal. La persona es un invento de la imaginación humana. En ninguna parte existe algo así como una persona, es apenas una construcción conceptual.



Todos nosotros, los seres humanos, estamos educados para vivir haciendo centro en esto que llamamos “yo”. ¿Y qué es el “yo”? Es el cúmulo de nuestras exigencias.
Ridículamente, cada uno centraliza su quehacer en limitar la infinita totalidad de la vida en “sus” exigencias hacia esa totalidad.


El ego le pide a la vida: “Dame, dame, dame”. Y la vida te da la vida. ¿Qué más quieres?



La vida es el arte de dar la vida. Puedes comprobarlo a simple vista. Y en eso consiste estar aquí. Tú también estás dando la vida.



En cuanto se pronuncia la posibilidad de “dar la vida”, se nos ponen los pelos de punta.
“¿Qué es eso de dar la vida? Yo no quiero dar nada”, se queja Juan Vecino.
Pero Juan Vecino es tan sólo una construcción imaginaria. La vida inventa todas estas construcciones imaginarias, llamadas “personas”, por pura definición. Ya queda dicho: la vida es dar la vida.



Sin embargo, Juancito cree que él está en condiciones de imponer condiciones. Vaya pretensión. “La vida me da poco”, dice a veces. “Esta vida es un infierno”, dice otras. “No sé por qué me falta suerte”, suele quejarse a menudo.
No sólo Juan. Todos estamos entrenados para exigirle a la vida. Es tremendamente absurdo, pero es así.



Hay excepciones, claro. Hay quienes, en algún momento, se detienen y piensan: “La vida me da todo”. O acaso vayan más allá y digan: “La vida consiste en darlo todo”.
Nótese que no dicen: “Mi” Vida, sino “La” Vida.


La vida lo da todo. El que no da todo, queda separado de ella.


Convertir la vida en “mi” vida. Esa es la desgracia del ser humano. Querer una vida separada. Además de absurdo, es la raíz de todo sufrimiento.


La vida te da su gracia. Cuando le das gracias a la vida, por su gracia, eso es amor.


No hay otro amor, sino el amor de la vida por la vida. Todo lo demás son apegos y rechazos personales, exigencias absurdas de quien exige vida y no quiere darla.


El amor es la vida que le da gracias a la vida.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda

jueves, 6 de mayo de 2010

Otro sueño




(Apuntes de un diario personal)



No saber es la apertura de mi mente a lo que la mente no puede conocer. ¡Qué alivio, qué profunda liberación!
Cuando no sabe uno quién es, se produce una apertura, se abre una grieta en la estructura de la mente. En ese momento, la mente no está ya presa en la última definición de la propia identidad, o en la batalla entre la última definición y la definición habitual. En ese momento hay silencio. No surge ninguna definición ni el estar de acuerdo o en desacuerdo con ella. Hay solamente silencio.
Y Papaji dijo: “Eso es exactamente quien eres”.

Gangaji




Sólo el silencio puede revelar
la magia del silencio. Te lo nombro
para que así te dejes deslumbrar,
como yo, por la llama de su asombro.


Es esta llama que consume al mundo,
creado y devorado por su boca,
lo que revela ese lugar profundo
donde eres la luz que el ser provoca.


Y es en esta presencia de la hoguera
donde a la vez descubres que eres fuego
y eres leña: mentira verdadera.


Es aquí donde juegas todo el juego:
el silencio te incendia de tal modo
que a la vez siendo nada lo eres todo.

Vita Preziosa





Para no escuchar el silencio que eres, te inventas una persona. Y luego andas diciendo y repitiendo por todas partes: “Yo soy yo”.



Te digo que eso que llamas “yo” es un sueño. Sueñas que me escuchas. De pronto despiertas y dices: “ah, todo esto es un sueño”. Si todo esto es un sueño, hay alguien dentro del sueño que está soñando su despertar.
La vieja pregunta: ¿Quién sueña y quién despierta?
Mejor dicho: ¿Quién eres?




Lo que nació debe morir. Solamente lo que no nació es inmortal. Encuentre qué es lo que nunca duerme y nunca se despierta, y cuyo pálido reflejo es el sentido del “yo”.

Nissargadatta Maharaj






¿Qué es eso que nunca duerme y nunca despierta? Es el vasto silencio que, sin principio ni fin, anuncia: Yo Soy Lo Que Es.




Dice Wei Wu Wei: “La comprensión esencial es que en realidad nada es. Esto es tan obvio que no se percibe”.
Si nada es, entonces yo (esta supuesta entidad personal que llamo “yo”) no puedo percibirlo, porque cultivo la superstición de ser alguien o algo.
Sólo cuando descubres que eres nada estás en condiciones de percibir que nada es.



Sueñas que eres una reina. Todo se desarrolla en el sueño con la normalidad cortesana de los reinados. Tus súbditos viven nada más que para rendirte pleitesía. Y quienes se atrevan a no agachar la cabeza, la perderán en la guillotina. Esto sigue así durante un tiempo que parece muy largo hasta que, de pronto, despiertas.
Y bien, no eres una reina. Al despertar, la reina ha muerto.


La metáfora del despertar se ha utilizado con mucha frecuencia. El problema es que muchos creen que si despiertan seguirán siendo la misma persona. Es decir, una misma persona pero ahora “despierta”.
No es así. Cuando despiertas, dejas de ser una reina y dejas de ser una persona. Te quedas sin esa creencia del ego, la de ser una persona separada con autonomía y vida propia. Ahora te descubres como conciencia absoluta.
Otra cosa: no te has convertido en conciencia absoluta. Siempre lo has sido, sólo que, en tu sueño, creías que eras una reina.



Angelo Nero – Bueno, entonces todo esto es fácil. Sólo tengo que rechazar todo lo que no soy.
Turiya - ¿Quién rechaza?
AN – O quizá tengo que aceptar todo lo que soy.
T - ¿Quién acepta?
AN - ¿Quieres decir que no puedo hacer nada?
T – Si te empeñas en hacer nada, será siempre un sueño el que lo haga. Todo lo que hagas dentro del sueño será más sueño.
AN – Pero si lo veo como sueño, entonces estoy despierto.
T – Sí, claro. Dentro del sueño.
AN- ¿Por qué dices eso? Si despierto, entonces ya no estoy en el sueño.
T- Si tú eres un sueño, como ya hemos visto, hasta tu despertar será un sueño.
AN - ¿Estás diciendo que yo soy el sueño?
T – Exacto.
AN - ¿Eso quiere decir que no tengo escapatoria?
T - ¿Quién necesita escapar de qué?


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda

martes, 4 de mayo de 2010

¿Quién puede verlo?



(Apuntes de un diario personal)




Toda identidad es la cárcel imaginaria de alguien imaginario.


El ser es nada. ¿Quién puede comprenderlo? El ser es todo. ¿Quién puede verlo?


El vacío es la parte sutil de la forma y la forma es la parte densa del vacío.


Todo y nada son las dos caras del único infinito.


El silencio expulsa de sí todo control. Cuando quieres controlar, finges que tú eres quien actúa. Cuando descubres que tú no estás controlando nada, desapareces y aparece el silencio. Entonces se pone en evidencia que no hay nadie que actúe, que todo lo hace el silencio. ¿Por qué has desaparecido? Porque sólo el silencio puede revelar al silencio.


El silencio no está vacío ni está lleno. Es lo que es. No importa si asume una forma o ninguna.


Puedes llamarlo silencio o puedes llamarlo infinito. ¿Quién puede verlo?


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 2 de mayo de 2010

El Amigo Imaginario



(Apuntes de un diario personal)




Seguramente, conoces el caso de esos niños que hablan en voz alta con su “amigo invisible”. Son los que llevan al extremo la locura social.
Pero, en realidad, cada uno de nosotros ha sido entrenado para conversar con su amigo imaginario.
A medida que va creciendo, un niño ve que sus padres hablan y hablan para mantenerse dentro de lo conocido.
El niño ignora, por cierto, que están haciendo eso, machacar lo conocido. Simplemente lo repite. Y así descubre que ese diálogo externo que mantienen los adultos es una copia del diálogo interno. Sin darse cuenta, los imita; y en poco tiempo termina él también por conversar con su amigo invisible.


¿Por qué el niño que habla en voz alta con su amigo invisible es tildado de loco? Porque los adultos no toleran que muestre las llagas de la sociedad. Si quieres hablar con tu amigo imaginario está bien, pero sólo si no lo haces en voz alta. Pero cuando andas por ahí, hablando con alguien invisible en voz alta, entonces queda en descubierto que estás hablando contigo mismo.


Pese a todos los disfraces, los seres humanos vivimos en una sociedad de locos, en donde cada cual habla con un amigo invisible.


Un niño recién nacido es puro ser. No está limitado por nada, ignora todo y por lo tanto está en estado de ser sin definiciones. A medida que va creciendo, descubre que está ligado a otras personas. Sus padres, los adultos, los amigos. Todo está organizado para tapar esa soledad primordial.


Cuando va creciendo, una persona se forma una personalidad. A eso se le llama “yo”.
¿Qué es ese “yo”? Un amigo imaginario. Alguien que va contigo a todas partes, conversando contigo. Así que tú eres el amigo imaginario de tu amigo imaginario.


“Pero si yo no hablo conmigo mismo, entonces me quedo solo”, dice alguien por ahí.
No existe la soledad, lo mismo que no existe la compañía. Son dos inventos humanos. La dependencia de los demás en montones de quehaceres nos hace creer que estamos en compañía. No es así. Lo que llamamos “compañía” son personas con quienes reforzamos lo conocido.
Por eso, cuando te juntas con alguien, ambos conversan. No pueden quedar callados.


El amigo imaginario es un gran inventor. Su principal invento es lo conocido. Ocurre algo y lo convierte en una experiencia. Su experiencia, por cierto. “Esta experiencia me pertenece, puesto que le ha sucedido a mi persona y no a la tuya”. Entonces elabora con su imaginación los datos de la experiencia, los transforma en palabras y luego está en condiciones de contársela a las otras personas.
Cuando hablamos con otros, lo que hacemos es sacar el amigo invisible de adentro y ponerlo afuera. Se lo estamos contando al amigo visible. De esta manera, lo que ha inventado nuestro amigo imaginario es una separación entre tú y yo.


¿Existe esa separación? Si se lo preguntas a tu amigo invisible te dirá que sí. Pero si desaparece el amigo imaginario, ¿quién está separado de qué?


Pues bien, aquí tenemos entonces toda la locura. Inventas un amigo imaginario. Y al hacerlo, inventas al mundo. El pecado original: la separación.
Cuando Adán y Eva se vieron desnudos, sintieron vergüenza. ¿De qué? Se sintieron separados. Por eso les dio vergüenza. Esto no es un mero cuento religioso, es lo que estamos viendo. Por eso es que los seres humanos somos los únicos mamíferos del planeta que andamos vestidos. Porque a toda costa queremos mantenernos separados unos de otros.


Tu amigo imaginario te mantiene separado del mundo. Esto significa que tú tienes una voluntad y el mundo tiene otra voluntad. A la voluntad del mundo la llamas “destino”.
Entonces, luchas contra el destino, puesto que jamás el mundo habrá de conceder lo que alguien separado le pide. Piensa en una hormiga que pretende vivir en forma de hormiga quinientos años (o eternamente) y que jamás tenga ninguna dificultad, ni problema, ni adversidad. Bueno, así es como te hace vivir tu amigo imaginario.


Al niño le inculcan lo conocido y se lo machacan a fuerza de convivir con los adultos. Por supuesto, el niño quiere parecerse a sus padres, así que aprende las lecciones de lo conocido. Pero un día sale al patio de su casa y descubre una flor. Queda extasiado con la flor. Le han dicho su nombre (violeta de los Alpes), pero lo ha olvidado por completo. Lo único que ve el niño es un milagro. Pero nadie le ha dicho nada sobre milagros, así que no entra ningún concepto tal como ése dentro de su cabecita. Y el niño mira en torno y ve todo iluminado. El jardín entero, ese pequeño escarabajo que trepa por el tallo de un jazmín, la tierra húmeda, una piedra por acá, una ramita por allá. De pronto aparece algo extraño, volátil, imprevisible, que le ronda cerca de los ojos de aquí para allá.
“Mamá”, dice el niño con los ojos tremendamente abiertos, mientras señala con el dedo índice hacia la aparición. La madre, que está sentada en un costado del jardín, deja la taza de té sobre la mesa y mira.
“Es una mariposa”, le dice al niño. “Mariposa. Ma-ri-po-sa”. Va marcando las sílabas para que el niño aprenda. Y el niño quizá diga “posa”, o algo por el estilo. Pero ya aprenderá a decir mariposa. Mientras tanto, el asombro infinito de haber visto aquella mariposa se pierde bajo la costumbre social de aprender un lenguaje que, tarde o temprano, el niño habrá de domesticar en las conversaciones que sostenga con su amigo imaginario hasta quedar domesticado por él.


Un día vas a la playa y descubres que el mar es inmenso. La simpleza del descubrimiento te avasalla. De repente desaparece tu amigo invisible y quedas ahí, en soledad y comunión con el mar, con el mundo, con todo y con nada. Es un pequeño satori.
Sencillamente, descubres que no hay separación. Que el ser es la comunión de todo y nada.
Pero no dura mucho. En poco rato, el amigo imaginario se presentará en tu cabecita domesticada para poner un poco de orden en tanto caos.


Las cosas se presentan de tal modo porque el amigo invisible ha inventado todo esto. Es el organizador de lo conocido. Y no sólo eso, es el controlador de todo. Ja.


Repasemos.
Eres conciencia que se manifiesta a través de una personita, el niño que eres. Ese niño conoce otras personas y eso lo hace descubrirse como persona. Al aparecer el otro, aparece el yo.
Siguiendo los pasos de esas personas adultas, el niño aprende la principal manía de todas ellas: la de sentirse como entidades separadas.
¿Cómo lo haces?
Hablando con tu amigo imaginario.
Este amigo imaginario te organiza el mundo entero y toma el control de lo que llama “tu vida”.


Esto de tener un amigo imaginario te garantiza locura sin fin. Si estás separado de todo, entonces no hay posibilidad de vivir en este mundo. Vives en una isla. A-islado. Cada cosa que haces te separa de todo. Te conviertes en una amputación de la vida. En un desgarro de la existencia.


De manera tal que el famoso Valle de Lágrimas no es más que un invento. Y es un invento de tu amigo imaginario. Míralo: tú crees que tienes una vida separada y tu vecino cree que tiene una vida separada, los millones de mujeres y hombres que habitan el planeta suponen que tienen vidas separadas. Por supuesto, en este ambiente, mi vida es más importante que la tuya. Ja. Eso quiere decir que yo voy a luchar para que el mundo entero me dé lo que pretendo. Y tú lucharás para conseguir que el mundo te satisfaga. Y así terminamos unos contra otros, todos en una guerra completamente imaginaria.


Alguno más despabilado, descubre en algún momento el truco y decide ir a ver a un gurú. Según dicen, el gurú se ha librado de toda esa locura imaginaria y vive en la “realidad”.
Va entonces a la casa del gurú y éste le dice: “No te preocupes más por eso. Tú no eres una persona separada. Tú eres Dios”.
Genial. Ahora sí que tienes tema de conversación con tu amigo imaginario…
“Es lo que siempre te dije: que yo soy Dios”, machaca tu amigo invisible. Y la locura sigue.


Te toma unos seis años descubrir que los Reyes Magos no existen. Te toma muchos más años descubrir que Dios no existe. Pero es probable que te tome toda la vida descubrir que tú no existes.

Macario Ninguém




Entonces aparece David Carse y te dice: “No hay nadie en casa”. Vale decir, está todo vacío. Por lo tanto tu amigo imaginario no existe. Y puesto que tú eres tu amigo imaginario, tú no existes.



Muchos dicen que Carse está iluminado, pero él mismo aclara que no existe tal cosa como la iluminación, puesto que no existe nadie que pueda experimentarla. Sencillamente, no hay nadie en casa.



Claro está, tampoco existe “nadie” que soporte a Carse. El tipo lo sabe y no se dedica a enseñar nada. Después de todo, lo que los oscuros llaman “la iluminación” es eso: descubrir que no existe el amigo invisible.


Observa bien esto. Si no existe el amigo imaginario, tampoco existe el mundo, puesto que el mundo es un invento del ego (el amigo imaginario) para establecer una separación ilusoria entre el mundo y yo.


Si no existe el mundo, nada existe.
Y es así.
Escuchemos a Wei Wu Wei: “La comprensión esencial es que en realidad nada es. Esto es tan obvio que no se percibe”.
Por supuesto que no se percibe. ¿Quién podría percibirlo? No existe quién lo pueda hacer.



Parafraseando a Khyungpo Naljyor, somos unos ilusos que “realizamos ilusoriamente prácticas ilusorias, a fin de alcanzar una iluminación ilusoria, y liberar a todos los seres ilusorios de sus ilusorios sufrimientos”.


Con ego, se aprende a los golpes. Sin ego, no hay nadie que necesite aprender.


Todo esto yo se lo he contado a mi amigo imaginario. Pero abro la cabeza y te lo muestro a ti.
Ni tú ni yo existimos.
En este lugar donde no existimos, es posible compartir la visión única.


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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda