lunes, 1 de febrero de 2010

Jardín con casa celeste





Sibila Presenza está llevando a Nadia Fontán de la mano por un camino de luz hacia una casa celeste, amurallada por glicinas que cuelgan de la niebla. Pero Nadia no entra en la casa. Se queda sentada en una banca de color amarillo, invadida por madreselvas, para dejar que el silencio encarne su anhelo. Está en un jardín que no conoce límites, en una danza de sentimientos que parecen venir desde todos los confines del mundo.
La niebla deja ver a un hombre que está dialogando con unas flores, allí a lo lejos. Nadia quiere ir hacia él, pero el hombre (que en las manos lleva unas herramientas de jardinería) parece que se aleja cuanto más ella se acerca.
"Mejor será que deje de buscarlo porque terminará desapareciendo", piensa ella. Pero apenas lo piensa, el hombre aparece a su lado, detrás de un rosal. El hombre le habla en un idioma extraño y familiar a la vez. Ella parece comprender lo que dice pero, apenas lo capta, ese conocimiento desaparece y ella queda con la sensación de no retener nada.
- Es que aquí no puedes tener ni retener – le dice el hombre, que le adivina el pensamiento -. Sólo si estás presente puedes vivir en este mundo.
Esta revelación causa en Nadia un impacto considerable. El jardinero la toma con amabilidad de la mano y la invita a que tome asiento. Nadia lo hace, pero siente que el jardín se desvanece.
- ¿Cómo te llamas? – pregunta.
El jardinero le dice su nombre y lo escribe en un papel. Según dice, lo hace para que Nadia lo encuentre alguna vez y recuerde cómo volver a la casa celeste. Pero Nadia ya casi no lo escucha. Ha venido Sibila Presenza y se la lleva por el camino de luz. Las dos están viajando por un mundo de formas cambiantes.



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Extraído de "Principio de Incertidumbre"- Furia del Lago- Editorial Ananda.

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