jueves, 30 de diciembre de 2010

Libertad sin Atenuantes





En origen y en síntesis, eres un simple ser. Las añadiduras y los ornamentos corren por cuenta de la trama conceptual que maneja la sociedad.
Los otros pueden verte (con variedades intermedias) como simpático o antipático, mala persona o santo, creativo o rutinario, sagaz o estúpido, o de muchas maneras más. Todo ello configura un comportamiento social en el que cada uno es introducido desde pequeño para funcionar como “máquina de conseguir”.
Así que, basta que te topes con un prójimo para que este espécimen de la raza humana te considere como una máquina de conseguir. Y aquí lo tienes, tratando de calar a fondo tus intenciones, a ver lo que quieres “conseguir”, mientras al mismo compás él trata de conseguir lo suyo. Si quisieras poner en duda este comportamiento general de la humanidad, te dirá que estás chalado, que mientes, que has perdido el rumbo de la sensatez o simplemente que eres un imbécil.
En suma de cuentas, allí, en sociedad, tienes un precio. Y habrás de comportarte de acuerdo con esas reglas de mercado, porque tu cotización puede subir o bajar
“Pero a mí todo eso no me interesa”, señala el inocente. Ay, ay, ay, pobre muchacho. La vida se encargará de azotarlo convenientemente, para que aprenda.
Está planteada la disyuntiva: ¿quieres estar solo o quieres vivir en sociedad? Tal es el dilema que te refriega por las narices el mecanismo social ya establecido. Si el “candidato” muestra el más mínimo miedo por estar solo, ha caído de inmediato en el pozo de los deseos. Pero si, a pesar del miedo, se niega a comportarse como una máquina de conseguir, habrá que ver lo que descubre.
Hasta que no se confronta con este dilema, cualquier ser humano entra directamente en la trama social y cumple con obediencia su papel como máquina de conseguir.
El que no se deja llevar por las alucinaciones, en cambio, va cayendo sin vueltas en la simpleza de ser.
“La ansiedad y la esperanza nacen de la imaginación; yo estoy liberado de ambas. Sólo soy simple ser y no necesito nada en qué apoyarme”, dice Nisargadatta Maharaj.
La persona contaminada por los vaivenes sociales, ante tal declaración, sencillamente se ríe. El que procura no tragar tanta comida social tóxica, quizá imbuido de cierta búsqueda espiritual, posiblemente diga: “Ah, pero éstas son palabras mayores. Se trata nada menos que de Nisargadatta Maharaj, alguien que está en la cúspide de la perfección espiritual”.
Tonterías. Precisamente, Maharaj está dándote a entender que él es tan simple ser como tú. En cuanto lo pones por las nubes, ya estás tratando de conseguir algo. Por obra de tales manejos, como puedes comprobar, estás metido en el pantano en donde chapotean las máquinas de conseguir.
¿Quién aparece primero, el huevo de la ansiedad o la gallina de la esperanza? Basta de imaginación venenosa. Elucubrar o especular con esto no es más que pérdida de tiempo. “Pero sin esa dualidad, yo no tengo nada”, contesta el iluso. Precisamente, lo has visto con toda claridad, querido iluso. Y te diré más: “Sin esa dualidad, tú eres nada”. De eso habla precisamente Maharaj cuando dice: “No necesito nada en qué apoyarme”. Claro que sí, el vacío no necesita ningún apoyo. Jesús de Nazareth decía algo semejante cuando afirmó: “El Hijo del Hombre no tiene almohada donde apoyar la cabeza”.
A todo esto, con ojos abiertos hasta la exageración, el iluso pregunta: “Pero, ¿es cierto que te quedas vacío?” Respuesta: no te quedas vacío, ya eres vacío desde siempre. Ja. Si entramos en terreno analógico, habría que decir que para el carnívoro la comida vegetariana es insuficiente, sosa y débil, mientras para el vegetariano la ambrosía es un montón de nada.
¿Y qué gano yo con esto de simplemente ser? (insiste el iluso). Ahí tienes a la máquina de conseguir en faena directa. Salvo dejar de vivir enloquecido por esa ficticia necesidad de conseguir, pues no consigues nada.
Al margen de la ironía con que parece presentarse toda la situación, pongamos bajo foco que cualquier hijo de vecino está viendo, con mayor o menor cantidad de neblina en sus gafas, que sus deseos no conducen jamás a ninguna parte, excepto a conseguir otro cúmulo mayor de más deseos. Y eso es poco decir: agreguemos sin dudas que el resultado siempre es, precisamente, nada.
Alguno, con un poco de sensibilidad (o con menos inocencia depredada), se pregunta en las malas: ¿Para qué sirve todo esto, si la muerte se lleva todo? Pero, puesto que ha sido entrenado como máquina de conseguir, cuando avizora la posibilidad de perder las ilusiones se ve atrapado por su propio mecanismo forzado y dice: ¿qué gano con perder las ilusiones? Ya lo ve, señor procurador, seguimos en el pantano de los deseos, siempre tratando de lograr algún provecho.
La libertad elude cualquier concepto de libertad, puesto que un concepto cualquiera lo atraparía en la jaula de lo imposible. Por lo tanto, la libertad está liberada hasta de sí misma.
¿Cómo se concibe entonces la libertad? No se concibe. La libertad es única y sin dualidad posible. Eso es lo que claramente está diciendo Maharaj cuando asegura que está liberado de ansiedad y esperanza. Lo que está diciendo es que él no vive en el mundo de la dualidad, sino que está definitivamente en la No-Dualidad. Y ahí, en la No-Dualidad, no hay ninguna cosa. Porque si hubiera alguna cosa, ya dejaría de ser No-Dual y entraría en el juego de los opuestos.
En la No-Dualidad no hay nada. Esa misma condición no dual es nada de nada. ¿Y entonces, no hay nada que hacer?, pregunta el iluso. Claro que no. De eso se trata, de simplemente ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 25 de diciembre de 2010

Muchas Joyas







(Cuaderno de apuntes de Juana López)



Nisargadatta Maharaj la llama creatividad y dice que de un trozo de oro se pueden hacer muchas joyas distintas pero todas seguirán siendo oro.
Poesía pura.
Ese tacto inefable del latido que hace danzar al corazón con esta figura de la vida que aparentamos ser.



Este lugar, donde no queda ningún “otro” para dudar o preguntar. Simplemente ser. Y utilizar como leña de este fuego todo lo que “no-es”




Bebiendo a sorbos de esta fuente que es la vida misma y que no tiene tu nombre ni el mío, sino que fluye serenamente por el anonimato del ser, simplemente ser.




Evocar el silencio, desplegarlo en esa voz que no nos pertenece porque brota del silencio mismo, es una manera de usar el lenguaje para despertar y no, como es habitual en la vida social, para dormirnos. En cierto modo, es nuestra manera de compartir conocimiento.



Gracias a la vida que nos da su sabor para compartir en este banquete de la revelación presente.



Darse cuenta de que uno es, es todo lo que hace falta para entrar en la vida desde su totalidad. A partir de la conciencia “Yo soy” advenimos al mundo sin las ataduras de una identidad o de un deseo encubierto de realidad. A partir de la conciencia “Yo soy” el tiempo ya no es necesario para buscar la continuidad, pues la realidad ya está presente y la conciencia de nosotros se sabe como todo lo que podemos dar. “¿Quién soy yo?” será la pregunta fundamental, y ahí comienza la indagación, presenciando la experiencia completamente, desde la verdad más íntima y profunda que podamos hallar: que somos.

José Manuel Martínez Sánchez






En el silencio, desaparece el sujeto. Y al desaparecer el sujeto, también desaparece el objeto, porque uno engendra al otro simultáneamente. ¿Qué es lo que queda entonces? El silencio, la totalidad del ser, que no es impersonal ni personal. En ese silencio, las clasificaciones se ven como lo que son: meros juegos humanos, simples artilugios de hombres y mujeres para imaginar que están viviendo en Lo Conocido.



“Fijar lo errante, desatar lo fijo”,
preconiza la mesa de esmeralda.


Las luciérnagas sueltas de la antorcha
que enciende tu nacer con tu morir
están mostrándote la tierra fértil
donde has sembrado (más profundo incluso
que Dios entre paréntesis) la luz.



Esta es la luz que enciendes por mandato
de la luz que por dentro te visita.

Vita Preziosa





Juana López está escribiendo en este cuaderno y el Ser observa lo que hace. “Estás escribiendo en el agua, no en este cuaderno, Juana”, anota la propia Juana.
La figura del Ser (simplemente ser) es una gran sonrisa sin forma.



Hagas lo que hagas, el resultado es uno solo: simplemente ser. Pensar, sentir, dar forma, deshacerla, inventar o destruir. No importa cuál es la semilla ni cuál es la siembra. Como cosecha, sólo te queda simplemente ser.




Todo lo que estaba antes de nuestro nacimiento es lo natural. Y todo lo que apareció después es lo cultural, encimado con lo natural.
Por ejemplo, hay personas que creen que son españolas o argentinas, o polacas. No es así. Nacieron en España, Argentina o Polonia, pero si hubieran nacido en Canadá serían canadienses.
Entonces, ¿qué es lo que yo soy, aparte del nombre, la cultura y la educación? ¿Qué es lo que soy cuando dejo de lado ese diálogo interno que finge permanencia?
Simplemente ser. Esa persona que los demás creen ver cuando me miran, no es más que un juego de apariencias.




¿En qué tienes que convertirte para ser lo que eres?




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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

lunes, 20 de diciembre de 2010

Atención






“No existe el Diablo propiamente dicho, pero existe la Distracción, que para el caso da lo mismo”. Eso me decía, no hace mucho, un amigo que vive en Estados Unidos, con quien tenemos una relación epistolar.
A manera de complemento, yo le respondía: “El ego es la manera de distraerse que tiene cada uno”.





Juana López - El Diablo es un invento mío. Pero yo soy un invento de Dios.
Belkis Lightower - Define Dios.
JL - Nunca he visto una proposición tan ridícula.
BL - A ver si te gusta esta otra: Dios es lo que no tiene definición.
JL - La creatividad da para todo.
BL - Eso es Dios.





Al que vislumbra la ecuación del cielo
se le otorga la dicha derramada.



Hecho de lluvia puede, así, regarse,
penetrar en los signos de la tierra
y la savia manar de su mirada.



Hecho de nada puede recorrer
todos los laberintos de la nada.


Vita Preziosa







Belkis Lightower - La atención pura deshace todos los mundos que va creando.
Juana López - ¿Se parece al músico?
Belkis Lightower - El músico es el silencio.





Así como algunos poetas consideran que la atención no es otra cosa que soledad concentrada, los hindúes que recorren los múltiples caminos del Advaita (la no dualidad), han puesto de manifiesto que llamamos mundo tan sólo a las apariciones fantasmagóricas de la soledad desparramada.



Lo ves todo y descubres que no existe nada.



El movimiento único (la música, el instante, el tai chi, o como quieras llamarlo) está convirtiendo todo en nada, o viceversa, y por lo tanto hace lo que deshace, o deshace lo que hace.
El gran truco del Demiurgo Mayor es mostrarlos por separado: el todo y la nada, uno enfrente del otro. La forma y el vacío. El hombre y la mujer. El fuego y el agua.



La vida es el arte de Dios. Mejor dicho: la vida es el arte.






JL - Me parece increíble que José crea que existe.
BL - Es como si la nota Fa pensara que existe.
JL - A ver, voy a tocar la nota Fa. (Toca Fa en el piano: tin).
BL - En efecto, no existe.




Es raro: todo lo que existe no existe.
Existir y no existir son dos caras de la misma luna imaginaria.





La atención es natural. Distraerse es artificial.
No se puede practicar la atención. Simplemente, hay que dejar de distraerse.
La atención es impersonal.
La distracción es personal.




En su libro “La Leyenda de Wei Po”, que ya he leído un par de veces, Vita Preziosa inserta este diálogo:

Wei Po – El budismo es una excusa que asume cada uno para no despertar al buda que lleva dentro.
Emperador – Pero, ¿qué quiere decir usted? ¿Acaso está sugiriendo que el budismo es una herejía?
Wei Po – Usted lo ha dicho, no yo. La luz que ilumina los mundos no puede estar ausente. Quizá esté oculta, pero está presente siempre. Así que, crear toda una organización para buscar la luz es una herejía.

Me la he pasado mucho tiempo tratando de averiguar qué pretendía decir Wei Po con eso de que “quizá esté oculta”. Porque la luz consiste, sencillamente, en mostrarse, ¿no es así? Ahí tenemos al sol, ¿qué otra cosa, sino mostrarse, es lo que hace?
Tiempo después, cuando ya no buscaba una explicación para ello, leí algo de Gary Renard que dice: “Aunque cierres los ojos para no verla, ahí está la luz”.
Ajá.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Por Aquí




El avión de Pobre Curioso tiene que realizar un aterrizaje de emergencia y así es como desciende con su máquina en un camino rural solitario.
Al primer campesino que pasa por allí, le pregunta a dónde lleva el camino.
- Si vas por aquí, llegarás al conocimiento de que no es necesario conocer – le responde el hombre.
- Vaya, debo estar soñando – dice Pobre Curioso, frotándose los ojos-. ¿Cómo se llama este país?
- Paradoja Viviente – le informa el campesino.
Por pura precaución (cuanto más intrigado, más cobarde), Pobre Curioso toma otro camino, a campo traviesa. Su intento le ocasiona un sufrimiento detrás del otro. Fronda espesa, matorrales, lluvias tupidas, plantas espinosas, animales salvajes, pantanos… Es imposible describir los miles de sufrimientos que en poco tiempo tiene que atravesar el antihéroe de nuestra historia. Finalmente, avista una carretera y corre hacia ella. Cuando llega, se encuentra otra vez con el camino donde se halla su avión (allí en el horizonte) y con el campesino.
- Maldito seas – le dice -; tú eres un buda disfrazado, ¿no es así?
El campesino se ríe tanto que se desarma en millones de burbujas y finalmente desaparece.
¿Y qué ocurre con Pobre Curioso? Pues que despierta en su cómoda cama. Ha llegado la hora de levantarse ya.
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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sin Esperar Nada



En un ensayo reciente, Dionisio Mayor asegura que la atención puede morir en estado de alucinación, o vivir sin límites en la pureza total, no contaminada por ninguna opción. Total de cuentas: atención pura versus caprichos personales. Eso sí, mencionar los “caprichos personales”, como aquí queda impreso, resulta políticamente incorrecto. En cuanto se mencionan estos atributos, saltan (impulsados por el resorte de la indignación) los defensores del libre albedrío. A tales y cuales personajes, la carencia de opciones los pone muy nerviosos. “Yo quiero elegir la vida que se me antoje”, declaran con más o menos palabras, pero siempre con lenguaje contundente. “Por supuesto, elija lo que se le antoje”, responde la vida misma, directamente sin palabras, aunque sí con hechos.
En suma, el mosquito puede optar por encarar su vuelo hacia la izquierda o bien hacia la derecha, pero sus actos no dejarán de ser los de un mosquito en medio de la inmensidad. Caso semejante nos depara el mamífero vestido, si es que de la metáfora nos servimos. Un definido libre albedrío en medio del infinito no deja de ser cosa de nada. “Pese a todo ello, el ser humano se pregunta qué sentido tiene la vida”, discurre el académico. Ay, Santa Razón, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.
Se habrá notado ya que la atención es el don de cada uno y, como le cabe a cualquier don, su impulso y su destino es el de darse. La atención alucinada, como la llama Dionisio Mayor, es una energía embotellada en la opción, mutilada por la dualidad, atrapada en la parte. La atención pura, en cambio, no queda enganchada de ningún propósito personal, discurre libremente, se mantiene prestando atención, sin esperar nada del acto en sí.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 4 de diciembre de 2010

Sin Rumbo ni Meta




Lo que suele llamarse con el nombre de “meditación” es un estado de atención no encapsulada por los deseos personales. Para visualizar este rarísimo estado de percepción, habrá que valerse del ejemplo contrario, cuya figura más nítida nos proporciona el hombre adiestrado en las ciencias costumbristas de la vida social. Este hombre mira en torno y ve a su esposa mientras ella está haciendo la comida, pero no escucha el ruido de ese ómnibus que, en este preciso momento, está pasando por la calle, frente a su casa. Tampoco escucha los pájaros que cantan en el jardín trasero de la vivienda. Y, como si esto fuera poco, carece por completo de la sensación de estar vivo. Padece, en suma, una atención recortada, a la que podríamos describir como enfocada en el objeto de su deseo. Al desear algo, en efecto, pone su mira en ello y descuida ex profeso la percepción del paisaje en su totalidad, encapsula su atención en una burbuja de ideas fabricadas por su ambición y por su miedo.
A esta sensación de sentirse vivo aquí y ahora, que Gurdjieff acuñó como “el recuerdo de sí mismo”, prácticamente el hombre civilizado le tiene aversión suprema. Adiestrado por padres y maestros, embarcado por vecinos y amigos en la rutina de lo conocido, el hombre civilizado se somete al absurdo anzuelo de la ambición socializada con el disfraz de “provecho personal”, o más crudamente con la consigna básica del temor: “Sálvese quien pueda”.
Pero el desengañado, despierto a medias por fuerza de su magra cosecha, al cabo de prolijas demoliciones de palacios, tesoros y afectos personales, se halla de pronto en medio de un camino sin rumbo ni meta, que en definitiva no es ningún camino, tratando de digerir el alimento conseguido. En suma, se topa con esta mera pregunta: ¿qué estoy haciendo aquí?
A manera de respuesta, tan sólo encuentra su atención completa, sin divisiones ni propietarios, desnuda y límpida, dispuesta sin historia ni promesas a testimoniar la simpleza de ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Descubriendo el sabor




Simplemente ser: un estado que carece de conocimiento, aunque es la fuente de todo conocimiento.



Sin palabras, eres quien eres. ¿Sabes quién eres? ¿No lo sabes? Eso qué importa… Todo conocimiento es nada más que una partícula insignificante de ese sol infinito del Ser.



Paradoja: reducir la vida al mínimo permite descubrir que es eterna.



No puedes imaginar el sabor del agua pura. Sólo puedes descubrirlo abandonando todos los condimentos.

Nisargadatta Maharaj





La vida es la espontaneidad del presente y carece de análisis, descripción o identidad.
Esto que estoy diciendo, por eso mismo, está demás.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Foto: Nanako y el helado de limón

domingo, 28 de noviembre de 2010

Arquero y arco



Un proverbio de la tribu Ashanti aclara que “el arquero no vino al mundo con arco”. Y es aclaración ociosa pero harto necesaria, porque nuestro olvido más fuerte, el olvido de sí mismo, suele cubrirnos con un velo esto que a la vista está.
Disparatado en su comportamiento (basta con echar un vistazo al periódico de hoy o al noticiero de la televisión), el ser humano padece de civilización afiebrada, una enfermedad contagiosa y mortal cuya patología no figura en los libros de medicina ni de psicología, pero atesora como principal efecto el de cegar los ojos y aturdir los oídos, síntoma que invalida sus mejores esfuerzos hasta el ahogo por evidencia.
Por eso, el arquero anda buscando una diana donde clavar su flecha y así es como inventa una distancia entre lo que llama “el mundo” y él mismo, absurda disposición de un soñador en su lecho de nubes conceptuales. Primero inventas una separación entre “yo y el mundo” y luego te aplicas con esfuerzo, fervor y devoción a buscar armonía entre ambos conceptos. La evidencia te dice que mientras haya separación no puede haber armonía, pero tú estás mirando un paisaje distinto. Otro viejo proverbio asegura que “todas las olas pertenecen al mismo mar”, pero no te lo enseñan en la famosa escuela de la calle.
A todo esto, el arquero pretende un mundo en donde mostrar sus habilidades y su sapiencia, ejercicio de voluntad que lo encarama en un pedestal ilusorio, apto para contraer las más variadas alucinaciones, esto sin contar los estragos causados en una salud bombardeada por la locura orgánica.
Se cuenta que un día el ascensor de un edificio falló y dejó a varias personas atrapadas. Una señora vio un letrero en el que aparecían dos números telefónicos de emergencia, marcó el primero de ellos y explicó la situación.
Después de lo que pareció ser un silencio muy prolongado, la voz del otro lado de la línea (el famoso Anselmo Cataldo) respondió:
- No sé qué espera que haga por ustedes; yo soy psicólogo.
- ¿Psicólogo? – dijo la mujer -. Su teléfono aparece aquí como un número de emergencia. ¿Nos puede ayudar?
- Bien – dijo finalmente Cataldo en un tono mesurado - ¿Cómo se sienten ustedes, estando allí, atrapados en un ascensor?
Quedarse a vivir en la rutina es el deporte preferido del mamífero vestido. Es su mentalidad la que inventa este mundo dual, de color humano, y a partir de la división las soluciones se convierten en problemas y viceversa.
El mundo del Karma es el mundo de la dualidad. Karma significa acción y reacción. Pero el Dharma es el acto y el acto es la superación de ese mundo dual, está más allá de acción y reacción. El acto expulsa fuera de sí acción y reacción para seguir siendo el acto, es decir, lo inexistente. Si en el mundo del Karma el ascensor quedase atascado, la meditación no te libraría de haber quedado entre el séptimo y el octavo piso. Lo mejor, en estos casos, es conseguir que alguien te saque del ascensor.
Pese a todo ello, lo más disparatado de esta situación (para la mentalidad convencional) es que el Karma no existe. No es más que un mundo imaginario. Te pones a la orilla del océano y miras llegar una ola y otra ola. Y si quieres las puedes ir contando; una ola, dos olas, tres olas. Pero siempre hay un solo mar.
En apariencia, tú eres arquero cuando tienes el arco en tus manos. Pero eso es una figura creativa, un mero desempeño en el mundo de los fenómenos. Dejas el arco a un lado y te das cuenta de que no eres eso, sino que formas parte de una inteligencia no personal, así como la ola es un rulo del océano.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Esto no existe




¿Qué es esa unidad (no-dual) de la que hablan los maestros advaita desde hace milenios?
Si observamos la totalidad, aun desde nuestro faro de minúsculos observadores, vemos que ahora mismo todas las cosas se están transformando en todas las cosas y este cambio es permanente.
Es decir que la totalidad es algo que está cambiando y por lo tanto lo único que permanece es ese cambio.



En esta situación, el pobre observador trata de entender lo que está observando. Y así nos encontramos con esta frase de Nagarjuna: “Si todo lo que existe es impermanente, no existe impermanencia ni permanencia”.
Pues claro, lo único que tenemos a la mano es el instante actual, que no cesa de transformarse en otro para seguir siendo el mismo. Esto no tiene ninguna lógica y no tiene por qué tenerla.
Dejemos en claro que la lógica es nada más que un invento humano diseñado para la supervivencia del cuerpo de cada persona. Nada más que para eso. Quien pretende usarla para entender la vida, el universo y la conciencia se parece al que usa tenedor para tomar sopa.




Pero volvamos a Nagarjuna. Este hombre nos deja con nada entre las manos. Nada es permanente. Nada es impermanente. Nada es.
Por lo tanto, nada es todo lo que hay.
Este concepto no se puede aprender ni enseñar en las escuelas. No es algo que pueda transmitirse por televisión. Ningún libro, ni sagrado ni profano, lo puede contener.



Cito a Tony Parsons:
“De modo que esto es la nada siendo todas las cosas. Esto es ser. Todo lo que hay es el ser”.



También es válido traer aquí un comentario de Adyashanti, quien al hablar de su experiencia del despertar dice que la conciencia se despertó en él completamente “y saltó de cualquier identificación, incluso de la Unicidad”.
Claro está, si sólo existe la unicidad, no hay manera de que lo Único diga: “Yo soy lo Único”. ¿A quién se lo diría?



Lo interesante de Adyashanti es que continúa diciendo que, al ir más allá de la Unicidad, “seguía habiendo una conciencia básica, pero tenía dos aspectos diferentes: yo soy todas las cosas y yo no soy absolutamente nada”.
A esto le llama él, Adyashanti, “el despertar, la realización del Ser”.



Quedarse aquí, en este dios perfecto
del silencio, sin centro ni frontera,
más acá de la causa y del efecto,
del contacto fugaz y la quimera.


Quedarse a recorrer el infinito
que nos recorre y encontrar la meta
sin camino, sin fábula y sin rito,
sintiendo que la vida está completa.



Quedarse hasta sin meta, sólo siendo
lo que nos hace asir y ser la nada,
sin excusa ni atuendo ni remiendo,


creando más riqueza abandonada,
tan sólo siendo lo que aquí está siendo,
viviendo más acá de todo y nada.

Vita Preziosa



Los estudiantes del Advaita se topan, entonces, con algo que parece comprensible a simple vista y que es, al mismo tiempo, totalmente incomprensible.
“El mundo no existe”, repiten luego, llevados por las palabras de los maestros. “Tú mismo eres una ilusión”, agregan como si nada.
Pero la conciencia total, ese despertar al que alude Adyashanti, se sigue mostrando esquiva. “El mundo quizá no exista, pero yo tengo que ir a trabajar todos los días para ganarme el sustento – afirma el aprendiz -. Así que, ¿cómo podría yo afirmar que ni siquiera yo existo?”



Por más que lo diga la tradición milenaria de los liberados, yo sigo siendo yo (piensa el aprendiz) y no hay manera de salir de la ilusión.
Además, qué es eso de que el mundo no existe. Por más que quiera concretarlo, yo miro alrededor y veo el mundo entero, las cosas, los árboles, las montañas, los ríos, las nubes, las estrellas… ¿Qué significa todo esto?



Hace un tiempo estaba yo con dos amigos en el bar “La Ópera”, de Corrientes y Callao, en el centro de Buenos Aires. Hablábamos sobre Nisargadatta Maharaj y la cualidad de su enseñanza sin concesiones, radical y terminante. Uno de mis amigos, Gustavo, dijo que en algunos aspectos era difícil de entender. El otro, Dionisio, tomó entonces una cucharita de café y le dijo:
- Escuchá esto.
Dicho lo cual tintineó la cucharita contra un vaso vacío: tin.
- Sí, ¿qué pasa? – preguntó Gustavo.
Dionisio volvió a golpear la cucharita contra el vaso (tin) y dijo:
- Esto no existe.
- ¿Cómo que no existe? – preguntó Gustavo, alzando un poco la voz.
Dionisio insistió, golpeó de nuevo la cucharita contra el vaso (tin) y dijo:
- Esto no existe.
Gustavo se puso de pie ahí mismo, junto a la mesa, con ánimo belicoso y repitió: “¿Cómo que no existe?”, creando una sensación de inquietud explosiva. Yo miré alrededor de reojo y le toqué la mano a Gustavo:
- Pará, che, razonemos un poco.
Gustavo advirtió lo que estaba pasando y aceptó sentarse nuevamente, mientras decía:
- Está bien, razonemos un poco.
Así que nos pusimos a conversar sobre el asunto y, de mala gana, el pobre Gustavo tuvo que admitir que, realmente, aquel “tin” de la cucharita contra el vaso vacío era algo inexistente.




La gente espiritual puede resultar la gente más violenta con la que puedas encontrarte. Principalmente, es violenta consigo misma.
Intentan controlar su mente, sus emociones y sus cuerpos con violencia. Se enfadan consigo mismos y se castigan por no alcanzar la idea (de la mente condicionada) respecto a lo que ha de ser la iluminación. Nadie se libra nunca totalmente de esa violencia. ¿Por qué tan pocos son realmente libres? Porque tratan de acomodar sus ideas, sus conceptos y creencias a sus mentes. Intentan concentrar su camino hacia el cielo… pero la Libertad tiene que ver con el estado natural, con la espontánea expresión de ser sin conciencia del “yo”.
Si deseas hallarla, date cuenta de que la idea misma de “alguien que controla” es un concepto creado por la mente. ¡Da un paso atrás hacia lo desconocido!


Adyashanti



El recurso usado por mi amigo Dionisio Mayor era muy bueno. Realmente, el “tin” es poderoso. La escena que armó en un rato fue algo así como “teatro zen”.
En cuanto al “salto” que dio Gustavo, podríamos decir que fue un salto de lo inconsciente a lo consciente, pero tan brusco que se sintió perdido. El “tin” de la cucharita no existe. Pero si admite que eso no existe, está aceptando también que nada existe. Incluido él mismo.



La ilusión de ser “alguien” es fuerte. Queremos controlar la vida, como dice Adyashanti. Y no sólo eso. Queremos que la vida sea tal como queremos. Por eso, admitir que ni siquiera “yo” existo, es prácticamente lo mismo que morir.
“Yo” es nada más que una entidad imaginaria, un “alguien” mental, una persona que quiere hacer lo que se le antoja y pretende que la vida no se oponga. En suma, alguien que cree estar separado de la vida y que lucha contra la vida, para lograr que la vida satisfaga sus deseos.




Esa es la condición del aprendiz que visita al maestro advaita. El aprendiz lo sabe todo, pero no quiere abandonar su capricho de doblegar a la vida. “Tengo que obtener lo que deseo”, tal sería su meta. Y por esa meta, sacrifica todos sus esfuerzos y vive luchando contra la vida, esperando que la vida de una vez por todas satisfaga sus deseos.
Y eso es todo. El aprendiz lo disfraza de búsqueda, de difícil estudio, de sacrificio, de miles de maneras. Pero los disfraces se caen en cuanto vemos cuál es el famoso impedimento para ver las cosas como son: sencillamente, el aprendiz no quiere verlas.

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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

lunes, 22 de noviembre de 2010

Un Vistazo



El simple ser no tiene nombre ni apellido porque, vaya a donde vaya, está siempre en su casa.



Cuando le haces un hogar al mundo en tu corazón, tú tampoco tienes a dónde ir y ambos desaparecen en la revelación del momento: la eternidad despierta.




Llegues a donde llegues, todo es un adiós. Vives la paradoja de estar donde no estás.
Desde la eternidad, la única mirada está viendo a través de tus ojos cómo aparecen y desaparecen las ilusorias obras del ilusorio tiempo.
“Quédate aquí y echa un vistazo”, te dice.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda
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Foto: Las Dos Sofías (Autorretrato Doble)

viernes, 19 de noviembre de 2010

Después del baile



Una de las famosas trampas de los budas consiste en hablar de la Verdad como si fuera el país de la Luz Eterna.
El atribulado curioso (persona que se disfraza de samurai, bonachón o devoto con la misma vulgaridad) bailotea sin descanso entre la mentira y la verdad, tratando de distinguir una de otra.
Alguna de esas noches, el curioso se queda dormido en plena meditación y sueña. Sueña con un lugar inefable donde se encuentra con el buda tramposo, quien le dice: “La verdad es una sola”.
Entonces, el curioso despierta y descubre que ha estado corriendo detrás de un horizonte con forma de idea.
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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 14 de noviembre de 2010

Con un Dedo en la Arena





Wayne Liquorman – De modo que una persona no puede decir: “De acuerdo, voy a renunciar. Voy a ser simplemente Eso”. Si pudieras, ¿no lo habrías hecho ya?
Interlocutor – Quiero oírtelo decir a ti (Risas).
WL – Por supuesto que lo habrías hecho. Todos los que están en esta habitación lo habrían hecho.
I – Del mismo modo que no tenemos opción respecto a estar aquí en este momento contigo, ¿no es así?
WL – Correcto. Simplemente no teníais una oferta mejor (Risas).




No tienes una oferta mejor que la de estar aquí. Ninguna otra, en realidad. Esto que llamas “aquí”, en realidad, eres tú.
Se trata, claro está, de una descripción exageradamente vaga.
Y sin embargo, completamente certera.




Ya eres Eso, así que, ¿cómo vas a renunciar a lo que no eres?




Con su dedo en la arena, raudamente,
nos deja su inscripción el gran profeta:
“Si amas al perro, deberás también
amar sus pulgas”. Sabia descripción
de tu paso por este mundo sabio.




(“¿Acaso estás usando la ironía
para mirarte en el espejo mágico
de tu historia?”, pregunta la figura
que con tus ojos mismos te divisa
desde la piel del río que te sueña)





Esta es la libertad: palabra hueca
y sin embargo llena de sentido
cuando te dejas saborear por ella.


Vita Preziosa





En cierto modo, parece como si estuvieras en medio del bosque de la vida y tuvieras que aprender un idioma nuevo. Pero eso es otro engaño del personaje que usurpa tu energía. Eso que llamas “yo misma”.
Mira, no tienes que aprender ningún idioma nuevo, tienes que recordar el idioma en el que está escrita la vida.




Cuando digo
que “Eso eres tú”,
estoy diciendo
que no hay ningún “tú”
por ninguna parte
y que Eso es todo.

Dionisio Mayor





Esto es lo más raro de todo. Un fantasma se aparece en tu sueño y te avisa que estás soñando. De pronto, en medio de los recovecos de una historia sin tiempo, te encuentras con esta revelación: ese fantasma eres tú mismo.
Oh, caramba, estás despertando.
Tú no eres tú. Sólo existe el increíble milagro de ser, simplemente ser, sin forma ni nombre.






Un día, Anselmo Cataldo estaba de pie subido a una silla, tratando de acomodar unos trastos en una repisa alta. Se acercó entonces uno de sus discípulos y le dijo:
- Maestro, creo que por fin he comprendido cuál es la esencia del camino.
- ¿Ah, sí? – le preguntó Cataldo - ¿Y cuál es?
- De entre dos posibilidades, hay que elegir la más difícil.
En ese momento, no se sabe si a propósito o por casualidad, se cayó de lo alto del estante un jarrón de cerámica. El discípulo consiguió atraparlo al vuelo y se lo alcanzó a Cataldo, pero él, en lugar de recibirlo, se quedo mirando al joven a los ojos y le preguntó:
- ¿Y? ¿Qué era más difícil, dejarlo caer o atraparlo?



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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

martes, 9 de noviembre de 2010

La Aurora en el Bosque




Los bosques de la aurora te seducen
con un rocío de acontecimientos
que están tomando examen:
“A ver, alumna, pase al frente y diga
los nombres que el paisaje le sugiere”.



Pero pasas al frente y, de improviso,
te asalta un aire como de entusiasmo,
ese mismo sabor
de la infancia jamás contaminada
por la Escuela Modelo.



“Este paisaje tiene olor a vasta
pregunta sin respuesta”,
dice una voz que finge ser la tuya.
Aurora, la maestra,
quiere saber cuál es.
“Me pregunto qué estoy haciendo aquí”,
le dices mientras vas a la cocina
a prepararte un regio desayuno.

Vita Preziosa









Juana López - ¿Cuál es el significado de la no dualidad?
Phanta Boyd -Ay, amiga, estás buscando para no encontrar lo que buscas.
JL - Hablo para no ver.
PB - Preguntas y eres la respuesta.




Sólo hay una Verdad
y mientras andes buscándola
a través del bosque del buscar
cuida de no chocar contra un árbol.
Ese golpe en la cabeza
puede que te recuerde
que todo es Dios.
Eres como el morador de un bosque
que busca el bosque.
¿Qué ha de hacer?
Escucha, amigo,
cómo se cuartean las hojas bajo tus pies.
Es una invitación personal
para que recuperes la cordura.
¿Has pensado alguna vez
que estás buscando a Dios
a través de Sus ojos?


Adyashanti





Te empeñas en traducir las palabras de tu vecino para que puedan ser leídas en tu lenguaje particular y puedan jugar con las muñecas de tu hogar a inventar una persona que no necesite del aire para respirar ni del llanto para creer.
Pero he aquí que te viene a visitar tu vecino, en sueños, para decirte: “Ni tú ni yo existimos”.
¿Conoces el idioma en que está dicho, traductora?




Abres los ojos cuando ves el sueño
que te sueña. ¿Lo quemas
en el incendio de tu luz? Es eso
lo que tanto pregunta la fogata
que provoca el albur de la mirada.

Vita Preziosa






Psicóloga experta en tartamudos, Phanta Boyd explica que se les traba la lengua cuando su interlocutor no está escuchando.
Juana López - Si es así, Dios es el Gran Tartamudo.
Phanta Boyd - Y, sin embargo, dicen que el lenguaje de Dios es el más fácil de entender.
Juana López - Porque es único. En cambio aquí, en Babel, cada cual habla un lenguaje distinto.




Esto no es para comprender; se trata de caer en el misterio.

Jeff Foster




Phanta Boyd - En el camino de la vida, cada cual es un poeta que está escribiendo un poema. No es que sea el “autor” del poema, sino tan sólo el amanuense de una vida que no puede ser dos, puesto que es totalidad y al mismo tiempo nada. Y cuando digo nada estoy diciendo que la vida no puede ser objeto, ninguna clase de objeto, ni siquiera de la imaginación. La vida no es humana, ni perruna, ni sobrenatural. ¿Qué es la vida? Esa pregunta es humana.
Juana López - ¿Quiere decir que yo no soy humana?
Phanta Boyd - Bueno, eso es algo que está a la vista, ¿no es así?


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 6 de noviembre de 2010

A dónde ir




Con su Diccionario de Sueños en la mochila, Pobre Curioso avanza por un camino pedregoso rumbo al Jardín de las Delicias.
A un costado del camino, una niña está sentada sobre una rama. El curioso, por supuesto, la mira directamente a los ojos. Y la niña dice:
- ¿Andas en busca de una solución?
Pobre Curioso abre de inmediato el diccionario en la letra “S” y busca la palabra “solución”. Resultado: “Imaginario despliegue de energía que permite descubrir que el problema nunca existió”.
Esto llena de perplejidad a Pobre Curioso, quien susurra para sí mismo: “Entonces la solución tampoco existe”.
La niña, en silencio, ha bajado de la rama y le sonríe. “Se diría que su sonrisa me está corriendo por las venas”, piensa él.
El camino ha desaparecido, por cierto. Ya no tienes a dónde ir, curioso.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

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Foto: El bosque y Selene

domingo, 31 de octubre de 2010

Absolutamente nada




(Cuaderno de apuntes de Juana López)



Nos sentimos culpables por estar separados.
La separación inventa el “yo” como entidad que está fuera del mundo.
El “yo” es el juez del mundo.
Por supuesto, ambas cosas, el mundo y el yo, son un invento.




No estás separada del mundo ni el mundo está separado de ti. Queremos estar separados para conseguir un beneficio “propio”. Esto configura una situación absurda: una persona quiere tener vida “propia” y con ello está cercenándose de la vida, puesto que la vida es totalidad y no es patrimonio exclusivo de alguien separado de ella.




Al descubrir este sentimiento de separación, aparece también el sentimiento de culpabilidad. Nos sentimos culpables por estar separados y entonces, echamos la culpa a los demás. Los padres, la sociedad, el mundo, etc.
Todo lo cual refuerza la separación.
El trabajo del ego es, precisamente, el de proyectar la culpa. Por eso, el ego inventa al mundo, para inventarse a sí mismo como juez del mundo.



Lo cómico de todo esto es que no existe tal separación. Es nada más que un mundo imaginario. Por más que quieras imaginarte separado de la vida, eres vida y nada puede separarte de ella puesto que todo es vida.
Por lo tanto, no existe tal cosa como “culpa”. ¿Cómo vas a sentirte culpable de una separación que no existe? Además, ¿quién se habría de sentir culpable?




Es inútil hablar de la inocencia
con quien maneja símbolos, a menos
que se pueda inventar alguna ciencia
donde los huecos se sintieran plenos.


Con una ciencia tal, hasta el abismo
puede lucir su nombre pasajero
y el silencio adornar consigo mismo
dotándolo de algún rostro hechicero.


El juego del amor, si así lo llamas,
es pura sencillez reproducida:
quedarte sin la gloria que reclamas


y asumir que la vida es dar la vida.
Lo demás, gozo, fuego y aventura,
deja que llegue por añadidura.


Vita Preziosa



Leyendo este poema de Vita Preziosa me encuentro con preguntas que, al mismo tiempo, son respuestas. ¿No sería mejor dejar que la vida se ocupe de la vida? Después de todo, ¿qué hago yo para que me lata el corazón? Absolutamente nada. Era una niña de casi cuatro kilos apenas cuando nací y luego fui creciendo hasta volverme adulta. ¿Hice algo para ello? Absolutamente nada.



Eso es lo que nos aterra: no somos absolutamente nada. Pero ser absolutamente nada consiste, al mismo tiempo, en ser absolutamente todo.
“Ah, no, pero yo quiero tener mi reducto especial, mi cueva privilegiada, mi mundo separado del mundo”, proclama el ego.
Por eso vive tan mal, el pobre. Está tratando de sostener a toda costa un mundo imaginario, una vida separada, y mientras tanto, mientras se empeña en tales afanes, la vida entera está llevándolo hacia la vida entera, de paseo. En consecuencia, el ego vive sufriendo, porque pretende un mundo separado y no existe manera de que pueda estar separado.




Nos aterra descubrir que inventamos un mundo para beneficio propio (el ego) y que somos sus servidores. Estamos sirviendo a un dios de barro en lugar de servir a la vida, siendo vida.
Pero el ego es tramposo. Para no quedar en descubierto y poner en evidencia que tan sólo es una idea, un ente imaginario, en lugar de aceptar eso, en lugar de admitir que es una fantasía, de inmediato le echa la “culpa” de todo a los demás. Ustedes tienen la culpa de mi sufrimiento, de todo este sentimiento de separación, de toda esta vida.
Es inútil. No existe tal separación. Somos la vida misma. Y si no existe tal separación, tampoco existe el ego. Ni el tuyo ni el de nadie, porque no existe ninguna persona como tal, como ente separado. Simplemente, somos vida. No “esta” vida separada de todas las otras. Queda en claro que no existe más que una sola vida, la totalidad.




Este es el mazazo definitivo para el ego. Quedar al descubierto es como ser una gota de agua que cae en el mar de la inocencia.
El ego es el enemigo declarado de la inocencia. Su existencia imaginaria consiste en culpar a todos y a todo de lo que está pasando en un mundo inventado por el propio ego para sentirse autónomo y separado.



En eso consiste la liberación. En destronar al juez del mundo. Y con eso, desaparecen el juez y el mundo. Sólo queda la vida entregándose a la vida. El amor mismo.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda






domingo, 24 de octubre de 2010

La Libertad



(Cuaderno de apuntes de Juana López)




Si cuidas tu libertad
tal como ella te cuida,
le darás toda la vida
y ella será tu heredad.
Y nunca, lo que te pida,
te ha de quitar lo que tienes:
el don de ser, la conciencia
de estar teniendo conciencia.
Estos son todos tus bienes;
y la libertad, tu ciencia.




Escribí esta décima mientras viajaba en el autobús, yendo al trabajo. Es fluida, pero siento que las palabras son nada más que la puerta. Dar la vida es libertad y es lo que reina más allá del “yo”. Mejor dicho: es lo que es, puesto que el “yo” es nada más que una entidad imaginaria.
En una de ésas, si quiero hablar de la libertad, me gusta más este poema en prosa de Robert Fisher:

Los animales aceptan y los humanos esperan. Nunca oirás a un conejo decir: “Espero que el sol salga esta mañana para ir al lago a jugar”. Si el sol no sale, no estropeará el día al conejo. Es feliz siendo conejo.




Ser libre, no depender de las circunstancias. Esto me recuerda la niñez. Los días tremendamente fríos, con nieve, con viento. Y, sin embargo, no había nada que nos quitara el entusiasmo a mi hermano ni a mí. Siempre hallábamos regocijo en la vida misma, en “ser conejos”, o lo que fuéramos.
¿Quiénes éramos entonces? Si alguien nos hubiera preguntado, seguramente nos habría ganado la perplejidad. ¿De qué me hablan? No me interesa ser alguien en especial, por cierto.
Probablemente, yo hubiera dejado que la pregunta me resbalara por el ánimo y me hubiera ido corriendo, a jugar a otra parte.





Iluminación
es vivir sin un futuro,
liberarse de la pretensión de seguridad.
Sin un futuro, ¿adónde se ha ido el pasado?
Es el final de lo conocido
y la interminable exploración de lo Desconocido.
Es el final de la lucha
por ser alguien o algo.
Es el final del buscar.
Es el final de intentar convertirte en alguien.
Es el final del tratar de agarrarte a algo.
Es el final del intentar que suceda algo.
O que no suceda.
¡Qué alivio!

Scott Morrison




El hombre era joven, pero ya había alcanzado una posición importante en la oficina, la de gerente de compras. Por eso, estaba ansioso de ver su nombre en la puerta de su primera oficina privada. Sin embargo, pasaron varias semanas y el nombre de su antecesor seguía en la placa. Un buen día, quitaron la antigua placa, pero en su lugar no pusieron nada, otra vez por varias semanas.
Al cabo de un tiempo, se presentó un carpintero, Anselmo Cataldo, con una placa que llevaba el nombre del nuevo gerente.
Mientras Cataldo estaba colocando la placa, el joven gerente comentó:
- Es curioso: durante las primeras semanas que estuve aquí, fui otra persona; luego no fui nadie, y ahora por fin voy a ser yo.
Cataldo lo miró por encima de sus antiparras y luego, mientras seguía con su trabajo, le dijo:
- Le están pagando igual, ¿no es cierto?




Al conejo le están pagando lo mismo de siempre y es feliz siendo conejo. No necesita que haya sol. Si el día está nublado, disfruta igual siendo conejo.
Al gerente también le están pagando lo mismo de siempre, pero le preocupa saber si es alguien, si es otro, si es nadie, si es él mismo.
¿A qué tantas preocupaciones?
El conejo es feliz siendo conejo: él conoce el secreto de simplemente ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

jueves, 21 de octubre de 2010

Sinónimos




Una de las caras graciosas de la Presencia es que muere de asombro para nacer de asombro.
(Cuando se mencionan acá las palabras “nacer” o “morir”, tengamos en cuenta que son sinónimos y que hablan de algo que no existe).
Otra de las facetas graciosas de la Presencia es que, en realidad, es Ausencia pura.
¿Que ambas se anulan entre sí? Pues claro, de eso se trata; ¿no es asombroso?


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 16 de octubre de 2010

¿Qué Soy Yo?




Para el maestro Advaita, todas las búsquedas y todas las ciencias se detienen al llegar al “yo”.
Por ejemplo, Juana López va a visitar a Gurú Sánchez y le dice: “Quiero saber qué es la vida, qué es el mundo y qué estoy haciendo aquí”.
Gurú Sánchez le responde: “Primero averigüe qué es ese yo que hace la pregunta. Lo demás vendrá por añadidura”.



Juana López se retira del Taller de Meditación de Gurú Sánchez, toma un ómnibus en la esquina y emprende el regreso a su casa. Mientras viaja, saca una pequeña libreta del bolsillo de su abrigo, una lapicera y anota: “¿Quién es esto que quiere saber?”
Y debajo, anota:
“Yo sé perfectamente quién soy: soy alguien que no sabe quién es. Ja. Simpleza pura, ¿no?”



Pero al repasar la charla con Gurú Sánchez, recuerda que él le ha preguntado “qué” es ese yo que hace la pregunta. No “quién” es.
Cuando se pregunta qué soy, estoy dando por sentado que soy un objeto. Y cuando se pregunta quién soy, estoy dando por sentado que soy un sujeto.
Pero, en definitiva, ¿qué es lo que soy?
Respuesta: no soy objeto ni sujeto. Ambas cosas son conceptos, ideas que surgen de algún pozo lleno de ideas. Y ese pozo lleno de ideas (la sociedad, la cultura, la educación), es nada más que una idea que las engloba todas. ¿Cuál es esa idea?: “yo”.



En otra charla con Gurú Sánchez, el maestro le dice: “Los pensamientos van y vienen. No haga nada con ellos. Simplemente, mantenga en usted misma la pregunta: ¿a quién le ha venido este pensamiento? No salga de ese lugar. Manténgase en la fuente de todos los pensamientos y podrá ver”.



Juana López - Cuando pregunto a quién le ha venido este pensamiento, estoy dando por sentado que hay un yo, alguien, un sujeto a quien le surgen los pensamientos.
Gurú Sánchez - Así es. Ese pensamiento, el yo, es la madre de todos los pensamientos.
JL - ¿Y qué pasa si dejo de pensar?
GS - Pruebe, a ver.




Anotación en la libreta de Juana: “En realidad, todos los pensamientos inventan al yo. En cuanto desaparecen los pensamientos, desaparece el yo. ¿Qué es lo que queda? El Ser en toda su plenitud. Simplemente ser”.

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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda







martes, 12 de octubre de 2010

Barca Pequeña



(Cuaderno de apuntes de Juana López)


Somos cada cual una frágil burbuja, una mota de polvo, una minúscula forma de vida vagando entre miles de millones de galaxias. Somos prácticamente inexistentes. Pero estamos tan envanecidos por nuestra arrogancia que el enorme misterio de la vida se nos pasa por alto.
Sin embargo, la vida misma se encarga de ponernos en nuestro lugar una y otra vez.



Dios Querido,
sé bueno conmigo,
el mar es tan inmenso
y mi barca tan pequeña…

Oración de los pescadores


Sostener el "yo soy" como perplejidad o pregunta fundida en la respuesta es algo devastador. Claro está, si digo que "yo soy una persona" o que soy alguien importante, o que tengo tales y cuales atributos, ya estoy armando un esquema dentro de lo conocido y eso (lo conocido) es lo que suelo considerar como "yo".
Con sólo indagar en esto, se advierte que el famoso "yo" pierde fuerza. Lo otro, el "yo soy" sin atributos, es algo que se pronuncia con la sangre que recorre nuestras venas, no con palabras.


Buscar palabras que suenen como notas y señalen al silencio que las escucha, el que mora en el pecho.


Te la pasas preparándote para dar ese salto que no tiene un piso a donde volver. Eso de prepararte ya es el piso. ¿No lo ves?





Para ir a donde no se sabe
hay que ir por donde no se sabe.


San Juan de la Cruz




La vida te da todo. Pero tú quieres algo. Ahí es donde te conviertes en la inventora imaginaria de problemas imaginarios.



Tenemos miedo de admitir que Dios está aquí, ahora. Eso no está bien visto socialmente. Y eso, por otra parte, nos convierte en nulidades incuestionables pero, al mismo tiempo, vaya paradoja, nos convierte en Dios mismo.
Es que Dios también es nada y es todo, ambas cosas al mismo tiempo, unidad absoluta. (Y el absoluto no tiene opuesto).



En vano buscas a Dios porque lo tienes delante de ti, dentro de y siendo las cosas de este mundo. Alarga tu mano, ahí está la mano de Dios. Mira tus piernas, son las piernas de la divinidad. Ese pájaro que acaba de posar en esa rama, ¿de verdad crees que eso no es manifestación de Dios?
¡Mira! ¡Mira a tu alrededor! ¡Dios está en todo! Un dios que no esté en todo es un dios pequeño, un dios de la mente, un dios de creencias, religiones, pensamientos. ¿Acaso eso no se llama idolatría? ¿Acaso no se trata de un mero ídolo fabricado por la mente, fabricado por el hombre?
¡Deshazte de todo eso! Deshazte de todas las religiones, regresa este momento y contempla al Dios que llevas buscando toda tu vida. Regresar al Ahora constituye la verdadera adoración, la verdadera oración, la verdadera meditación, la verdadera fe, porque sólo a Dios se le puede ver, sentir, oír y experimentar ahora. ¿Sientes cómo respiras? ¿No es Dios el que respira a través de ti? ¿Sientes cómo te palpita el corazón dentro del pecho? ¿No es eso obra de Dios? ¿De verdad necesitas un futuro para poder encontrarlo? ¿No está contigo ahora mismo? ¿No te está mirando directamente a los ojos?

San Agustín




Ese miedo de admitir que Dios está presente aquí mismo, que es la única presencia, nos hace cometer las estupideces más ridículas. La principal de todas es que cada uno se ponga a conversar con uno mismo cuando está solo.



El miedo proviene de haber dicho “yo” y creérselo. Esa creencia tiene pies de barro y está siendo amenazada por la presencia misma de la Presencia Única, ahora mismo.



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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago -Editorial Ananda

miércoles, 6 de octubre de 2010

La Ciencia del Silencio





¿Quién hace todo lo que se hace? No lo sabemos. Todas las ciencias no sirven más que para darnos utilidad, pero, ¿quién soy yo? Eso no pueden averiguarlo.
Hace falta otra ciencia, distinta, especial, no utilitaria, para investigar acerca de esta persona singular a la que llamo “yo”.






En primer lugar, ¿qué quiero decir cuando digo “yo”? Me estoy refiriendo a un organismo humano en particular. Un cuerpo al que identifico especialmente con nombre y apellido. Juana López. Mujer. De de cincuenta o sesenta años de edad.
En este caso yo, Juana López, soy una mujer que anda y desanda, que hace cosas y deshace. Pero tendría que preguntarme si yo tengo algún control acerca de esto que llamo “mi vida”.
Por empezar, el corazón me late y no sé de dónde viene el latido. La sangre corre por mis venas. Soy respirada, ya que no es una función que yo cumplo a voluntad. Y así todo el tiempo. Me echo a dormir y el organismo funciona por sí solo. ¿Qué es esto?




Esto es vida. No sabemos lo que es, aunque estamos sumergidos en ella. En eso nos parecemos al pez, que tampoco sabe qué es el océano, aunque vive dentro de sus aguas.
Pero en esta parábola, el pez humano cree que está separado del océano de la vida. Se le hace difícil creer que el pez mismo es océano.







En el caso de Juana López, ella vive en la vida. Y sin embargo, considera que es alguien, una entidad separada de todo lo demás.
Al igual que tantas y tantas personas en el mundo, Juana López sufre. Sufre todo el tiempo. Tiene sus momentos de alegría y esparcimiento, pero no son más que un escape momentáneo del permanente sufrir.






¿Quién es el que ve a través de mis ojos?






Un día cualquiera, por esas cosas del destino, Juana se topa con un texto singular en una revista de la “Nueva Era”, o acaso alguna de dietas vegetarianas, o quizá en algún periódico barrial. Para el caso no importa. El asunto es que ella de pronto se estrella contra este párrafo: “La causa raíz de todo sufrimiento es el sentimiento de existencia separada. Tenemos una conciencia divisiva que percibe las cosas como el yo y el no yo, lo mío y lo no mío, como mi gente y la tuya, como mi nación y la tuya. De ahí surge el sufrimiento”.
Este acontecimiento causa gran conmoción en la pobre Juana.




En la escena siguiente de este guión, vemos a Juana entrevistarse con Gurú Sánchez, un maestro equis a quien ella visita para tratar de comprender, de una vez por todas, por qué la vida es un sufrimiento constante.
Juana López - Se supone que yo soy una persona y usted otra persona. Eso es lo que nos han enseñado. Pero usted dice que no, que no somos personas.
Gurú Sánchez - Yo no digo que seamos algo ni dejemos de serlo. Simplemente le pido que se mire a sí misma y diga: “Yo soy”. Eso es todo. Yo soy. No digo que soy algo en especial, no digo que soy esto ni aquello. Simplemente yo soy. Eso es un hecho. Ser. Pero usted habla de ser algo y eso la condiciona. Para averiguar qué es usted, tiene que dejar de lado todas las opiniones previas, inclusive la pretensión de ser algo. Usted no sabe qué es, pero veamos si es imprescindible que usted sea algo.
JL - ¿Y entonces, qué me queda?
GS - Usted es, ¿no es cierto? Esto lo podemos afirmar sin duda. Quédese ahí, en ese “yo soy”. No es necesario que usted sea algo ni alguien, ni esto ni aquello. Se trata simplemente de ser. Eso es todo.




Simplemente ser. La sugerencia de Gurú Sánchez, o su visión despojada de todo deseo, es difícil de tragar. La mayoría de nosotros (mejor dicho, todos nosotros) estamos entrenados para ser alguien, algo, algún símbolo de poder, alguna especie de persona con personalidad especial…
A todo esto, Juana empieza una búsqueda frenética por las librerías reales y las virtuales, indagando en la biblioteca del mundo acerca de esto que “yo soy”. Así es como se encuentra con que existe una tradición milenaria que niega por completo el entrenamiento impartido por quienes pretenden hacer de la persona un ente separado de la única energía, el ser.




¿Quién eres tú? ¡Sí! ¿Quién eres tú? ¿Estás preparado para tener por un momento la experiencia de simplemente ser? ¿Sin ningún esfuerzo, sin agarrarlo y sin soltarlo, sin hacer nada? ¿Simplemente siendo lo que tú eres, sin saber qué es? ¿En completa observación de ti mismo?
El momento perfecto por el que estás esperando no existe, porque el momento perfecto es ahora.


Om C. Parkin







Juana López se retira a meditar por un tiempo y se topa con esto, por ejemplo, un mero texto de Parkin. Se supone que yo soy alguien, y por lo menos algo. Pero aquí me piden que examine lo que soy, sin determinar, ni saber lo que soy, sin pensar en ello. Sin hacerme la más mínima idea acerca de lo que soy.
Por cierto, Juana busca por Internet y se encuentra con Parkin, o por ejemplo con Ramana Maharshi.




De todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento “yo” es el primero. Sólo después de surgir este pensamiento “yo”, surgen los otros pensamientos.


Ramana Maharshi




En otras palabras, ¿quién soy yo sin ese pensamiento “yo”? Ni siquiera puedo usar la palabra “quién”, puesto que se trata de un vocablo engañoso, que siempre remite a una persona separada con supuesta autonomía, como si no se tratara de una simple idea.
Sí, admitámoslo, el “yo” es nada más que una idea. Y esa idea consiste en adjudicarme a mí misma (“yo”) toda una historia personal, un transcurso temporal de un organismo al que se le atribuye un nacimiento y que va rumbo a una muerte.





Juana López - Pero yo no lo veo al “yo” como una idea.
Gurú Sánchez - Es difícil verlo, porque el propio “yo” está entrenado para no verse como una idea, sino como una realidad. Si usted no piensa en sí misma como yo, ¿qué es lo que subsiste?
JL - No sabría decirlo, porque no soy capaz de pensar en mí misma sino como yo.
GS - Claro, claro. Usted entonces ya está dando por conocida a esa persona que llama yo.
JL - Y no es así.
GS - Cuando usted conversa con alguien y dice “yo”, ¿sabe de qué está hablando?
JL - Si yo estoy conversando con otra persona, ambos damos por sobreentendido que sabemos de qué estamos hablando cada vez que decimos “yo”.
GS - Sí, así parece. Pero ahora yo le digo a usted que se quede sola y que indague, que acometa una indagación profunda y averigüe qué es eso a lo que usted misma llama “yo”. ¿Qué ocurre entonces?
JL - Si tengo que decir la verdad, no sé nada, no tengo idea de qué es esto que llamo “yo”.
GS - Así son las cosas.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

Foto: Zaragoza

sábado, 2 de octubre de 2010

Un Solo Movimiento



Sólo el ser puede conocer el ser. Puesto que no hay nada separado, no existe posibilidad alguna de ignorar el ser. Somos el ser. Somos lo que es. Y eso no es iluminación ni tampoco no-iluminación.
Solamente lo que es puede saber “qué es” lo que es.



Un maestro de Tai Chi se paró delante de sus alumnos y les pidió que contaran los movimientos que hacía con sus manos, sin caminar. Así que movió las manos en distintas direcciones y luego preguntó: “¿Cuántos movimientos hice?” Todos respondían encimándose unos con otros: “Diez, doce, nueve, once…” El maestro sonrió y les dijo: “Uno solo”.



Ser lo que es. Sin que haya nadie que quiera entender. Si hubiese alguien que quiere entender, es porque pretende que la vida entera, la totalidad, el ser absoluto, estén a disposición de sus ganas de comprender, de sus conveniencias y sus ambiciones personales.




No puedes fabricar sino el instante
que se está fabricando. Tú eres eso.



Flecha del infinito que en el aire
va trazando su huella, la molienda
de lo que todavía no recibe
nombre propio ni rostro queda en blanco.




En este sitio donde ya no estás
la luz muere en la luz. Es lo que eres.

Vita Preziosa








No hay nada que obtener. Esta es la clave de lo que dicen los maestros Advaita. Somos lo que somos, no lo que creemos ser, ni lo que fingimos ser.
Tratar de alcanzar la totalidad, entonces, constituye una manera de creer que estoy alejada de ella. Pero eso es imposible. ¿Cómo puede ser que no esté incluida en la totalidad? Es obvio que mi mente se ha excluido de lo total y me quiere convencer, a toda costa, de ser alguien que está separada de lo absoluto.







¿Por qué desperdiciar energía con lo que tú no eres? Ve directo a lo que eres. Nuestra verdadera naturaleza está más cerca que todo pensamiento. Es la fuente de todo pensamiento.

Jean Klein





¿Qué es lo absoluto? ¿Es todo, es nada? No lo podemos saber. Es inconcebible. Es lo que es. Y aquí mismo se revela por sí solo.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

lunes, 27 de septiembre de 2010

Más Allá de Sí Mismo




Mientras va por el camino, el silencio ve pasar toda clase de ideas: autos, nubes, gente, árboles, casas, vacas, postes de luz, puentes, “vendo miel”, kilómetro 34, pinos, tractor, girasoles, vivero…
Para el silencio, todas esas ideas son burbujas de jabón que estallan apenas aparecen.
El silencio se dedica por completo a simplemente ser.




De igual manera, el niño va de viaje por el escenario de la existencia y dice: “Yo soy”. Camino más adelante, cuando crece y ya es anciano, también dice: “Yo soy”. Sigue siendo ese ser, al que, por más que lo llamemos “yo” no podemos definir.
Los conocimientos van y vienen, pero el ser permanece.



El ser humano anda con una cortadora de césped conceptual en medio de la selva infinita del ser.




El infinito siempre va más allá de sí mismo. ¿Cómo lo sé? Yo no sé nada. Sólo estoy leyendo lo que escribe el infinito.

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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

viernes, 24 de septiembre de 2010

Ejercicio de Puro Contento





Existe un entrenamiento de alto vuelo, llamado “Con los Pies Sobre la Tierra”, que no tiene finalidad ni tampoco mapa, y cuyos efectos sobre el aspirante a la Armonía Natural son inmediatos. Algunos maestros de la antigüedad, para definirlo, solían decir que se trata de un método sin método, consistente en “arrancar desde la Beatitud para llegar a la Beatitud”.
Como se puede apreciar de un simple vistazo, carece de historia. Los sufíes pusieron en práctica el juego de inventarse una personalidad impersonal, pero los registros que se conservan de tales operaciones parecen haber sido fabricados para saborearlos, más que para entenderlos.
Rumi, por ejemplo, nos dice:

A nosotros que, sin copa ni vino,
estamos contentos.
A nosotros que, despreciados o alabados,
estamos contentos.
A nosotros nos preguntan: “¿En qué acabaréis?”
A nosotros que, sin acabar en nada,
estamos contentos.

Una personalidad impersonal, vaya retruécano. Sin copa ni vino, ¿de dónde viene el éxtasis?
Si quieres mezclar la respuesta con los negocios que van surgiendo de un sueño tras otro, ay, querida, ya te lo has perdido.
¿A qué viene todo este absurdo esfuerzo que empleas para quedarte a vivir sin esfuerzo?, dicen los maestros del Advaita.
“Es que me cuesta entenderlo”, se queja el aspirante.
¿Qué quieres entender para entrar en el misterio?, te responde la luz que se abre de pronto aquí, en la intimidad de la palabra nunca dicha.
Si olvidas a tu madre, comprobarás aquellas palabras que ella misma pronunciaba, con cadencia singular, cuando te contaba por las noches la historia de las estrellas. “Recuerda siempre que el plato del huérfano es el hueco de su mano”, te decía tu madre.
Eso de la personalidad impersonal, en suma, es una invitación a que examines el esfuerzo que sigues haciendo para quedarte sin esfuerzo y dejarte deslizar por el océano de la vida con esa gracia de la ola que está embarcada en el impulso de lo desconocido.
Pongamos por ejemplo estas señales de Vita Preziosa, escritas en verso:


En silencio te habla este silencio
que sin límites sabe lo que alberga.


¿Qué quieres preguntarle que no sepa?
“Ahora que ya puedes tú ser yo
la gloria de vivir podemos darnos”,
responde con lenguaje no estrenado.



Ahora que ya puedes aceptar que eres silencio, entonces la cualidad del camino sin meta se te puede mostrar como la meta sin camino.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

domingo, 19 de septiembre de 2010

La Ciencia de Sólo Ser



El advaita dice que sólo hay Uno. No hay jamás, en ningún sentido, multiplicidad, ni siquiera duplicidad. Esto es lo que dice David Carse, por ejemplo, que “toda percepción de distinción y separación, de dualidad y, por ende, de lo que se conoce por realidad física, es una ilusión creada mentalmente y tiene la misma naturaleza que un sueño”.



¿Qué es lo que vemos en un sueño? Imágenes. Son todas ilusiones. Ni siquiera hay alguien que pueda ver el sueño, porque es el mismo sueño el que está viéndose, o soñándose.
Y así ocurre que soñamos esto que estamos viendo, ahora mismo, puesto que no existe nada separado viendo el “todo” por otra parte. Todo es todo y eso incluye la nada que está pensando esto.



Puesto que está en contra de toda dualidad, el maestro advaita elimina la posibilidad de que el discípulo eventual busque fuera de sí mismo. No hay dualidad, por lo cual no podemos decir que haya nada dentro ni fuera de ninguna cosa.
Alguien fue a visitar a Tony Parsons y le preguntó: “¿Qué puedo aprender de usted que no pueda aprender por mí mismo?”
“Nada –le respondió Parsons-. Usted comprende todo lo que se está diciendo aquí, pero puede no reconocerlo seriamente. Lo que usted ES no necesita ninguna enseñanza. No obstante, a la ilusoria entidad separada se le está diciendo que es una ilusión. Los sistemas de creencia quizá están siendo demolidos, y la idea de la esperanza, del éxito o del fracaso, junto con el concepto del bien y del mal, se van desvaneciendo. Todo lo que queda es nada. “Nada” no tiene necesidad de aprender nada”.


Angelo Nero – Siempre he pensado que es necesario aprender a vivir. Es más, una de las cosas que siempre me ha chocado es eso, que enseñan tantos y tantos conocimientos inútiles, pero en ninguna parte enseñan a vivir. ¿Tú qué opinas de esto?
Turiya – Yo digo que la vida es maestra y discípula.
AN - ¿Qué quieres decir, que yo mismo tengo que ser mi propio maestro?
T – Veamos, ¿qué es lo que necesitas para vivir?
AN – Bueno, muchas cosas. Habría que enumerar cosas materiales y cosas metafísicas, supongo.
T – Ya estás viviendo y eso es todo lo que hace falta para vivir.



Cuando encuentras la meta y el camino,
los dos al mismo paso, la jornada
se revela final. No queda nada
por delante. Tu impulso es tu destino.


La búsqueda del cielo es lo que llena
de nubes este cielo transparente
de la mirada. Deja que la mente
descubra que no existe y está plena



de vacío. Que vibre con la ciencia
de sólo ser, sin gesto ni atavío.
Que se queme en la pira de la ausencia


y se deje llevar por el navío
de tanta sencillez que resplandece
y está donde su estar desaparece.


Vita Preziosa







Es la mente utilitaria la que ha inventado el mundo dual. Según sus pautas, yo y el mundo estamos divididos.
Pero su misma lógica de doble filo termina por herir al que la usa y así se descubre con toda facilidad que yo no puedo ser una persona que está separada del mundo. Ergo, yo soy el mundo.
La consecuencia de todo esto es muy simple: ni yo ni el mundo existimos. Son dos conceptos inventados por alguien inventado, esto que llamo “yo”.
Claro está, necesito el “yo” para vivir en el mundo social, manejarme con las personas, hacerme responsable de conseguir comida, techo y todo lo que me hace falta para sobrevivir como persona. Pero ese yo es algo inventado, lo mismo que un apellido. Si te llamas García y quieres cambiar ese apellido por López, ¿cuál será la diferencia?




El niño recién nacido no sabe que él “es” ni sabe lo que significa “ser”. A medida que va creciendo, va sabiendo. Pero eso que sabe puede distraerlo. Ha entrado en el juego de maya.
Es un simple darse del ser. El ser se da y sigue siendo ser. Y al saber, cada cual se siente “un” ser especial, separado, diferente. Hasta que llega el verdadero saber. Entonces se descubre que ser y saber no son dos, sino la unidad absoluta.




No hay “alguien” que pueda comprender la unidad, la no-dualidad. ¿Por qué? Porque alguien se ubica en posición dual, se toma a sí mismo como alguien separado.
Si todo es unidad, si todo es uno sin dualidad, entonces la mera idea de separación se parece a una esfera cúbica.
¿De qué saber hablamos, entonces? ¿Cuál es ese conocimiento en el que está centrado el maestro advaita? No es un conocimiento de “alguien” acerca del ser, no es personal. Es un conocimiento del ser acerca del ser, es la unidad misma, la unidad que nunca puede fragmentarse en ninguna dualidad.




El buscador de la no-dualidad es una gota de agua que está sumergida en un océano y que anda buscando al océano.
Sólo la no-dualidad puede comprender la no-dualidad.


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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

miércoles, 15 de septiembre de 2010

De locos





Conversar con un advaita parece un diálogo de locos.
- Quiero saber qué estoy haciendo en este mundo – pregunta el visitante.
- El mundo no existe ni usted tampoco – es la respuesta.
Por supuesto, para la gente “normal”, eso es un disparate. Para el advaita, por el contrario, el disparate es la gente normal.





Obsérvese lo que dice Robert Adams:
Puedo aseguraros que no existe tal cosa como Dios. No hay tal cosa como la creación, y no hay tal cosa como el universo. Así que no hay tal cosa como el mundo, y no hay tal cosa como tú. No hay tal cosa como “yo”. ¿Qué queda? ¡Silencio!



¿Cómo se puede entender esto? Aquí está la clave. Esto no es algo para “entender”. No es un asunto para ser pensado y razonado. De ninguna manera es pasto para el intelecto.
Esto es misterio puro.




De manera que alguien se acerca al maestro advaita con el propósito de entender algo y el maestro le responde que no es un asunto de comprensión, sino que lo invita a tirarse al abismo del misterio. Ja.




Dice Wei Wu Wei: “La comprensión esencial es que en realidad nada es. Esto es tan obvio que no se percibe”.
Por supuesto. Si nada es, no hay nada (ni nadie) que pueda percibirlo. En consecuencia, eso de la “comprensión esencial” es absurdo. ¿Quién comprende qué cosa?




Perfecto, ¿qué es lo que tenemos entre manos? Misterio puro.
Sin embargo, Juan Aprendiz insiste con sus preguntas. Esto se debe, sencillamente, a que sigue cultivando su vieja costumbre de vivir en un mundo de preguntas y respuestas por separado.
“Ahora bien, ya que tanto te gusta moverte en ese mundo dual – le señala el maestro -, dime qué es el silencio, ¿pregunta o respuesta?




Es un koan, claro. El pobre Juan Aprendiz trata de averiguar si el silencio es pregunta o es respuesta, sin saber que ha caído en la trampa del misterio.


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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda

sábado, 11 de septiembre de 2010

Breviario de Iluminación Para Holgazanas




Escarabaja Pelotera, desde pequeña, viene cultivando un sueño: el de ser una reina. Pero, a veces, además de sueños, tiene pesadillas.
Una de las peores pesadillas la coloca en medio de un pastizal verde brillante, topándose con una Vaquita de San Antonio, bicho rojinegro inquisidor como pocos. En esa pesadilla recurrente, el diálogo suele ser, más o menos, del siguiente modo:
Vaquita - ¿Por qué quieres ser reina?
Escarabaja – Porque no quiero trabajar.
V – Pero te la pasas trabajando para llegar algún día remoto a ser una reina.
E – Bueno, esto no es tan fácil, no te creas.
V – A mí me parece que deberías empezar por el final.
E - ¡Qué ridícula! Eso no tiene lógica.
V – No tiene lógica, pero tiene esdrújula. ¿Cuál es la lógica de trabajar para ser reina?
E - ¿Cómo puedo yo saberlo?
V – Ya lo ves. Tampoco sabes cuál es la lógica de empezar por el final.
E – Bueno, en materia de lógica, esto es un sueño que está soñando otro sueño.
V – Por eso te digo: si empiezas por el final, dejas de trabajar inmediatamente.
E - ¿Y con eso qué?
V – Ni siquiera siendo reina dejarías de trabajar, porque todo el tiempo estarías fingiendo que eres reina. En cambio, así como te digo, ya tienes lo que tanto querías: dejar de trabajar.
(Aquí es el momento en que Escarabaja Pelotera despierta de su pesadilla).



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Extraído del libro "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda