viernes, 5 de febrero de 2010

En la templanza


Gracia me alcance para retirarme
donde afinarme para que concierte,
para quitarme lo que desacierte,
para, calladamente, aquilatarme.


Pueda con el acero aparejarme
siendo, como el acero, leve y fuerte,
porque tendré que caminar la muerte
y por sus alamedas pasearme.


Me acontece, Señor de la mesura,
querer morirme mesuradamente
y en la templanza rematar mi suerte.


Con miedo, con respeto, con finura
-tal, el torero que su oficio siente-,
clásicamente, torear la muerte.


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Soneto escrito por Soledad (www.delnosaber.blogspot.com)





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