viernes, 5 de febrero de 2010

Con otro Microscopio


Se habla con frecuencia del “sentido de la vida” o cosas por el estilo, sin que se ponga en cuestión lo que significa. Si escuchamos una partita para violín de Bach, ¿qué sentido tiene? Ninguno. Una puesta de sol, el trino de un pájaro, una nube en forma de conejo, ¿qué sentido tienen? Un hombre regocija su mirada en la belleza de una mujer que pasa, ¿qué sentido tiene? Vemos entonces que la falta de sentido, en rigor, aparece porque alguien mencionó un concepto tal como “el sentido de la vida”. Tanto el sentido como la falta de sentido son inventos humanos, que a la vida no le atañen en lo más mínimo.
Estás acostumbrado a vivir en un mundo al que pretendes darle sentido y que se atiene a las leyes de la lógica. Haces esto o aquello porque hacerlo es un beneficio o te produce placer. Descubrimos entonces que el mundo gira en torno a tu persona. A partir de ahí decimos que las cosas pueden tener “sentido”.
Si el mundo gira en torno a tu persona, resulta lógico que quieras sacarle provecho. Entonces tienes una abultada cuenta en el banco y eso sí que tiene sentido. Lo más importante de todo eres tú y el mundo es nada más que un montón de satélites que andan en órbita en torno a tus deseos y caprichos. Pese a todo, es difícil admitir que quieres convertir a la vida en un satélite para satisfacer tu capricho, porque admitirlo sería lo mismo que reconocer tu locura. Admitirías que estás embarcado en un delirio que consiste en suponer que la vida está hecha para tu satisfacción personal. ¿Qué es lo que haces, entonces? Lo disfrazas con la lógica y lo acomodas a las costumbres que practican los demás. Después de todo, son ellos los que han inventado esa manera de vivir. Cuando tú viniste al mundo, ya el mundo era egocéntrico. Tú no hiciste más que subirte a la calesita en donde todos los demás estaban dando vueltas.


Según la lógica humana, el mundo debe tener un sentido. Por supuesto, a la vida le interesa un comino tu lógica. Esa pretensión de tu parte no es más que una manipulación del ego. Cuando alguien te muestra eso, dices: “Ah, entonces la vida no tiene sentido”. Pero tampoco es así.
Ni la vida tiene sentido ni carece de sentido. La vida es lo que es. Puedes explicarla, describirla, tratar de entenderla, buscarle la lógica o exigirle que te dé lo que quieras, pero todas esas maniobras no afectarán en lo más mínimo a la vida. No hay nada que puedas hacer con ella. La vida funciona través de ti. Tú no puedes manipularla.


Si examinamos esto con otro microscopio, veremos que el lenguaje puede hacernos caer en un embrollo: hablamos de la vida por un lado y de tu persona por el otro, como si fueran dos entidades separadas. Se supone que tú eres vida. Entonces, ¿por qué separarlas? A causa de simples costumbres y hábitos sociales, hablamos de “la vida” y de “mi vida”. Pero cuando examinamos la cuestión del “sentido de la vida” descubrimos que sólo se trata de un ansia personal, de algo que pretende una persona en especial, alguien que quiere darle sentido a lo que está haciendo. No se tarda en descubrir que la vida no responde a esas exigencias personales. Ni tiene sentido ni deja de tenerlo. Son todos delirios del ser humano.




Pero, entonces, ¿qué es esto que llamo “mi vida”? Es tan misterioso como la vida misma. No podemos encerrar el océano en un vaso ni la vida en una lógica humana.
De hecho, no existe tal cosa como “mi vida”. Usemos esta analogía: eres una gota de agua. Tu paso por el mundo de la forma es efímero: una ola choca contra las rocas de la orilla, saltan millones de gotas por el aire, tú eres una de esas gotas, una minúscula gota que flota en el aire por un momento y luego vuelve a caer en el océano. Ese momento en el que bailas por el aire es lo que tú llamas “mi vida”. Es apenas un rato que va desde tu nacimiento hasta tu muerte personal. Por cuestiones de mera deformación de las costumbres humanas, te han educado para que pienses que no eres agua, sino una gota separada del agua. Te han educado para que te ilusiones con el pensamiento de que tienes una vida propia. No es así. No tienes una vida propia. Ahora bien, no “tienes” una vida sencillamente porque “eres” vida. Pareces una gota, pero eres el océano.



El más importante descubrimiento del ser humano, no sólo en el Siglo XXI sino en todas las épocas, es que no somos personas, sino que somos vida que está viviendo transitoriamente en personas. De todas maneras, aunque es un descubrimiento que está al alcance de cualquiera, son muy pocos los que han llegado hasta ese nuevo mundo.
El principal impedimento que tenemos para llegar al gran descubrimiento del hombre es la creencia. Casi todos creen que son personas.


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Extraído de "Vivir por vivir" de Vita Preziosa - Editorial Ananda

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