martes, 23 de febrero de 2010

Natural y artificial




Verse a sí mismo es natural. Pero hemos sido alejados de lo natural. Un niño inocente no necesita seguir ningún curso ni practicar ejercicios espirituales para verse a sí mismo. Simplemente, está atento, es atención pura. Y en medio de esa atención, florece entre otras una actividad más: la de verse a sí mismo.



Pero después el niño es entrenado para concentrarse en el conocimiento y volverse un practicante de Lo Conocido, ese dios del miedo. El chico deja de ser natural para entrar en el mundo de los artificios humanos. Se hace miembro del mundo rutinario de los adultos.
Lo natural ha dejado de ser natural para él.



Se ha dicho con acierto que la sociedad se convierte en una segunda naturaleza para nosotros. El problema es que el juego social devora toda nuestra energía y reduce al mundo a un problema. Al convertir al mundo en un problema, perdemos el misterio.




Gastamos la mayor parte de nuestra energía en asegurarnos las maneras de ganarnos la vida. La lucha por la supervivencia es eso: una lucha.



El conocimiento es nuestro principal artificio. Es el eje alrededor del cual giran nuestras actividades.



Al evaluar las maneras que tenemos de conocer, lo que hicimos fue organizar el conocimiento. Para organizarlo, nos abstraemos del presente, formamos una entidad imaginaria que no vive el presente y nos hace creer que no somos el presente. Esa entidad imaginaria se llama el yo, que es la suma de nuestro conocimiento organizado.
Cuando el yo nos impide ser el presente, entonces lo llamamos el Ego.




El ego, por consiguiente, es una entidad ficticia que nos sirve para manipular conocimiento, pero nos impide ser el presente.



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Extraído de "Claves del Zen" - Flora Espinosa - Editorial Ananda

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo. Ahora, nuestro trabajo es ralentizar ese ego, para que vuelva a resurgir nuestro Ser ...
    Feliz día.
    Un abrazo, Sina

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  2. El ego nos hace creer que no somos el presente. Una manera muy singular de haberlo dicho y que escucho desde un lugar también muy singular, en donde yo no soy yo. Gracias, Flora...

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  3. Gracias, Sina, por esta gota de luz que has traído con tu visita.

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  4. Así es, Oso. En el presente nada es como es. Lo podemos comprobar ahora. Gracias por la compañía...

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