sábado, 4 de diciembre de 2010

Sin Rumbo ni Meta




Lo que suele llamarse con el nombre de “meditación” es un estado de atención no encapsulada por los deseos personales. Para visualizar este rarísimo estado de percepción, habrá que valerse del ejemplo contrario, cuya figura más nítida nos proporciona el hombre adiestrado en las ciencias costumbristas de la vida social. Este hombre mira en torno y ve a su esposa mientras ella está haciendo la comida, pero no escucha el ruido de ese ómnibus que, en este preciso momento, está pasando por la calle, frente a su casa. Tampoco escucha los pájaros que cantan en el jardín trasero de la vivienda. Y, como si esto fuera poco, carece por completo de la sensación de estar vivo. Padece, en suma, una atención recortada, a la que podríamos describir como enfocada en el objeto de su deseo. Al desear algo, en efecto, pone su mira en ello y descuida ex profeso la percepción del paisaje en su totalidad, encapsula su atención en una burbuja de ideas fabricadas por su ambición y por su miedo.
A esta sensación de sentirse vivo aquí y ahora, que Gurdjieff acuñó como “el recuerdo de sí mismo”, prácticamente el hombre civilizado le tiene aversión suprema. Adiestrado por padres y maestros, embarcado por vecinos y amigos en la rutina de lo conocido, el hombre civilizado se somete al absurdo anzuelo de la ambición socializada con el disfraz de “provecho personal”, o más crudamente con la consigna básica del temor: “Sálvese quien pueda”.
Pero el desengañado, despierto a medias por fuerza de su magra cosecha, al cabo de prolijas demoliciones de palacios, tesoros y afectos personales, se halla de pronto en medio de un camino sin rumbo ni meta, que en definitiva no es ningún camino, tratando de digerir el alimento conseguido. En suma, se topa con esta mera pregunta: ¿qué estoy haciendo aquí?
A manera de respuesta, tan sólo encuentra su atención completa, sin divisiones ni propietarios, desnuda y límpida, dispuesta sin historia ni promesas a testimoniar la simpleza de ser.


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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda

10 comentarios:

  1. Dentro del envoltorio de "la vida social" con todo su ruido, se encuentra el dulce eterno, la simpleza de ser...

    Un abrazo Furia!.

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  2. Sin duda ser presas de una mente auto-centrada es nuestra mayor enfermedad y la gran locura que provoca todos nuestros sufrimientos.

    El pensamiento involuntario nos arrastra hacia lo imaginario sacándonos del ahora vivo y veraz, hasta que no podemos más. Sin embargo, es tocar fondo lo que nos permite el impulso hacia arriba, para entonces, tan desvalidos y descarnados por dentro que obra el milagro de colocarnos en situación para tomar pista hacia lo que expones a continuación.

    ..."A manera de respuesta, tan sólo encuentra su atención completa, sin divisiones ni propietarios, desnuda y límpida, dispuesta sin historia ni promesas a testimoniar la simpleza de ser"...

    Gracias, Furia del Lago.

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  3. Efectivamente, Furia, esa sensación de sentirse vivo, "el recuerdo de sí, la simpleza de ser es lo que ha caído en un olvido provisional. Esa pregunta "¿qué hago yo aquí?" o cualquier otra que tenga un poder despertador puede que la simpleza vuelva a ocupar el trono que le corresponde.
    Gracias, Furia, como siempre apuntando a lo esencial.
    Un abrazo.

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  4. Hola Furia:
    Si sálvese quien pueda que bien esto que pone
    Todo lo que entendamos o no entendamos no importa la vida seguirá aquí después que hayamos partido. Entonces lo que hago aquí tiene que ser impecable.
    Besote.

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  5. Sí, a veces se llega ahí, a ese plantearse lo más vital y esencial, a través de infiernos cotidianos.

    Estupenda reflexión, amiga Furia.
    Un beso muy grande.

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  6. Sí, Gorka. Está aquí, a disposición de la mirada de atención que le pongamos. Un abrazo…

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  7. Tal como dices, Tina, tocamos fondo y ya no nos queda sino empezar a tomar impulso hacia arriba. Gracias por tu aporte.

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  8. Gracias a ti, José Manuel, compañero de viaje. Un abrazo.

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  9. En cierto modo, hay que perder la importancia, ser impecable. Un besote, Nanako.

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  10. Es verdad, Joy. A veces nos cuesta demasiado. Un beso grande para ti.

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