viernes, 5 de marzo de 2010

Viajando de incógnito


(Apuntes de un diario personal)



La imagen inventa el mundo. Sin imagen, ¿quién ve qué cosa?


La forma nos da la imagen. Por ejemplo tú, Furia, ves a una persona y te haces una idea de ella. Pero no ves el aire que respira, ni el latido de su corazón, ni los deseos que le recorren las venas, ni el abismo que le devora el anhelo. Lo que ves, tan sólo, es un personaje que tu imaginación ha fabricado. Una idea, un concepto.
Ahora pregúntate: ¿quién soy yo? Y veremos si eres capaz de responder sin esa imagen que te haces de ti misma.


Cuando decimos que la forma es nada más que imagen, entramos en terreno de luz. Observemos, por ejemplo, lo que pasa con el semen. En sí mismo, guarda una imagen que ha quedado programada en el sistema sexual. Esa imagen se transmite. “Es alguien que se parece a mí”, dirá el padre acerca del hijo.
El territorio entero de la forma, esto que llamamos “el mundo” es un juego de símbolos para el que lo ve como alguien separado del mundo. Pero cuando se descubre que el observador está siendo observado (cuando descubres que eres el mundo), entonces el símbolo sólo puede mostrar el misterio, lo desconocido.



En suma, tú crees que eres alguien. Pero ese alguien que llamas “yo” no es más que una imagen. Algo así como decir “bosque”. La palabra “bosque” designa una vastedad infinita de vida vegetal que se desarrolla en el territorio de lo inconcebible. Al ponerle nombre, te haces un concepto, pero ese concepto es un elemento de manipulación social, que te sirve para comunicarlo a otras personas o para pensar en ello. Es una idea del bosque. O quizá deberíamos decir: el bosque reducido a un concepto.
Lo mismo pasa cuando dices “yo”. Es un concepto, pero tú misma eres un bosque infinito de milagros que circunscribes a la mera idea de “alguien que tiene una historia personal”, o todavía más limitadamente, al nombre de Furia del Lago.


Es como si alguien pusiera en mi mano una gota del océano, me la mostrara y dijera: “aquí está el océano”. Si yo nunca he visto el océano, sencillamente puedo creer cualquier cosa.
Cuando alguien dice “yo” alude a su historia, o bien a sus deseos, o bien a sus sentimientos. En una sílaba pretende resumir los infinitos milagros que se cruzan entre sí para darle forma a este símbolo de la vida que se expresa a través de su persona.
En realidad, eso que llama “yo” es una imagen de sí mismo y nada más.


Un hombre fue a visitar a Ramana Maharshi y le dijo:
V – Quiero conocimiento.
RM - ¿Quién quiere conocimiento?
V – Yo lo quiero.
RM - ¿Quién es ese “yo”? Encuentre al “yo” y después vea qué otro conocimiento se necesita.


Cuando alguien se pregunta “quién soy” parte de un concepto, según el cual existe alguien y puede caer dentro de una definición.
Yo no soy un concepto, tú no eres un concepto. ¿Qué es lo que soy?
Cualquier respuesta sería un concepto.


Por supuesto, no eres tan sólo alguien con una historia personal. Eres mucho más que eso. Pero si te encuentras con alguien conocido en la esquina que está cerca de tu casa, ya verás lo que te dice: “Voy hasta el médico, porque tengo turno. Lo pedí hace unos días porque me dolía la cabeza”. Cosas por el estilo. Si tú no le dices nada, a esa persona no le importará. Ni se dará cuenta. Lo importante para ella es contarte su historia personal.


Dos personas que se encuentran entrecruzan sus historias personales. Al contarla, es como si una le estuviera diciendo a la otra: “Esto soy yo”. Y la otra le responde de igual manera.


El señor Pérez no ve a la señora Pérez, sino que ve a su propio concepto de la señora Pérez.


Nuestra actitud común es “yo soy esto”. Separe tenaz y perseverantemente el “yo soy” de “esto” y trate de sentir lo que significa ser, simplemente ser, sin ser “esto” o “aquello”.

Nisargadatta Maharaj



Es nada más que una costumbre, ir llevando a cuestas la historia personal de un lado para el otro. Y así, cuando alguien nos pregunta “qué tal va la vida”, le contamos la historia.
Sin embargo, todo esto es un mecanismo inventado y sustentado por la costumbre social para negar el misterio de la vida.


En el negocio de ser actor… uno sabe lo que hace: está actuando. Observe a los médicos y abogados: ellos creen que son personas reales.

Walter Mathau



Visitante - ¿Son reales los dioses y las diosas de la mitología humana?
Ramana Maharshi – Sí, son tan reales como tú.


En general, los maestros hablan de renunciar al pensamiento. Pero eso, ¿qué es?
Por ejemplo, yo converso con mi vecina. Lo que hablamos son pensamientos. ¿Cómo renunciar al pensamiento? No existe un cómo. Cuando se ha renunciado al pensamiento es porque se ve la conversación como quien ve a dos personajes sobre el escenario de un teatro. Ambos imaginan cosas, procesos y relaciones. Lo que se ve desde la platea es ese proceso imaginario llamado conversación.


Ahora mismo estoy en una calle de la ciudad. Miro alrededor y (supuestamente) veo. Pero sólo estoy mirando. Y eso que estoy mirando ya está organizado en los casilleros de lo conocido. Coches, edificios, gente, comercios, más allá la estación de tren, árboles, más gente, las nubes y el cielo, más gente que va y viene.
¿Por qué todo es una imagen? Porque yo soy una imagen.



El buscador es quien está a la búsqueda de sí mismo. Abandone todas las preguntas excepto una: ¿Quién soy yo? A fin de cuentas, el único hecho del cual puede estar usted seguro es que usted es. El “yo soy” es cierto. El “yo soy esto” no lo es.


Nisargadatta Maharaj



Escucho el silencio que soy. Eso es suficiente. En este silencio, las palabras van y vienen, pero mueren apenas nacen. No tienen ninguna consistencia.


Lo que nació debe morir. Solamente lo no-nacido es inmortal. Descubra qué es lo que nunca duerme y nunca se despierta, y cuyo pálido reflejo es nuestro sentido del Yo.

Nisargadatta Maharaj


El silencio no necesita ningún esfuerzo de mi parte para ser escuchado. Simplemente, con dejar de ser lo que no-soy, descubro que soy el silencio.


El silencio se puede disfrutar
con la palabra que lo nombra y nada
de sí mismo le roba. Su lugar
resbala de la idea pronunciada.



Al disolver la meta se disuelve
el camino también y el caminante.
No queda dónde ir. Todo se absuelve
con nada. Y esta nada ya es bastante
.


Nadie lo ha de entender mejor que nadie.
Lo que conversas imagina un mundo
común para charlar con otro nadie.



Pero no existes tú ni existe el mundo,
ni existo yo que invento este poema
para ilustrar la ausencia de poema.


Vita Preziosa



Pelopincho - ¿Se puede mirar el mundo sin concepto?
Cachirula – Cuando dices “el mundo” ya estás estableciendo un concepto.
Pelopincho – Y eso que me dices, lo mismo que esto que yo te digo, todo es un concepto.
Cachirula – Así es. Dejemos los conceptos.
(Silencio)




Un amigo se encontró con el Mulá Nasrudín y le preguntó:
- ¿Cómo estás?
- A la perfección, realmente – le dijo el Mulá -. Estoy viajando de incógnito.
- ¿Ah, sí? No me digas… ¿y de qué te has disfrazado?
- Estoy disfrazado de mí mismo.
- No seas tonto – le respondió el amigo -. Eso no es un disfraz. Eso es lo que tú eres.
- Al contrario, debe ser un disfraz muy bueno – dijo Nassrudín . Por lo que veo, te ha engañado completamente.



¡No tratemos de lograr algo! El único objetivo del sadhana es eliminar. Negar la realidad de todo, incluso de nosotros mismos. No eres tú quien realiza el Ser. El Ser se revela por sí mismo. ¿Ante quién? Únicamente ante sí mismo.

Ramana Maharshi


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Extraído del libro "El Buscador es el Ego", de Furia del Lago - Editorial Ananda

9 comentarios:

  1. Desde el silencio, de un sábado muy frío ...
    Un abrazo luminoso, Sina

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  2. El ser se revela ante sí mismo. Verse de esta manera, disuelto en lo que es. Magnífica entrada.

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  3. Dijo Eric Hoffer: "Nuestros más grandes simulacros no están ahí para ocultar la maldad o la fealdad en nosotros, sino nuestra vacuidad. Lo más difícil de esconder es aquello que no está”.

    Un abrazo

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  4. Hola, Sina. Desde la pampa silenciosa (y calurosa) te mando un abrazo meridional para que te sirva de cobertor afectivo.

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  5. Hola, Oso: disueltos en lo que somos, un abrazo...

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  6. Hola, Teresa. Compartir el silencio y compartir estas palabras que disuelven la distancia puede traducirse, también, como un abrazo calentito que te mando desde el verano meridional.
    Ya te he visitado en tu blog (www.danza-tao.blogspot.com) y se los recomiendo a todos...

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  7. Hola, Norbi. Supongo que allá, en South Carolina, también hace mucho frío. Aquí seguimos bailando al son de las chicharras.
    Me encuentro con esta frase de Hoffer tan buena, que ya la estoy anotando para mi cosecha.
    Sigamos en silencio, que las palabras no pueden abolirlo...

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  8. Gracias por esta entrada.
    Desde esta soledad de ser,te mando un saludo.

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  9. Hola, Paula. Esta soledad es única. Y por eso es lo que somos tú y yo. Un abrazo

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