viernes, 5 de marzo de 2010

Una luz en la noche



Dicen que la alegría de un ser humano prolonga sus días, pero ¿cómo conseguir un bien tan escaso, la alegría, en un mundo que se despedaza en guerras? La civilización ha progresado y supuestamente nos aleja de aquellos días tenebrosos de comienzos de la humanidad, cuando los seres humanos eran unos pobres animales que vivían a la intemperie, sin más armas que su ingenio y sin más protección que algunas cuevas. Pero espiritualmente no hemos avanzado gran cosa. Por el contrario, es probable que hayamos retrocedido y nos encontremos en una pendiente peligrosa para nuestra supervivencia.
En este ambiente insalubre, muchas personas han perdido la brújula y no tienen la más mínima idea de cómo dar siquiera el próximo paso. No faltan quienes se preguntan al espejo: ¿para qué sirve la vida si esto se ha convertido en una lucha sin cuartel de todos contra todos? En este panorama, a quienes las respuestas les vienen de afuera no les quedan perspectivas de vivir en un mundo mejor.
Algunos caen de pronto en un pozo de depresión. Son los que deciden no hacerse responsables de su propia vida. Otros, a pesar de haber caído en un verdadero infierno, luchan sin rendirse. Algo saldrá de esa lucha.
Dos ranas andaban saltando y cayeron dentro de un balde lleno de nata, en una lechería.
Se pusieron a nadar desaforadamente, pero no tardaron en descubrir que la situación era demasiado difícil.
- Es inútil - dijo una de ellas -. Más vale que nos demos por vencidas. Estamos perdidas.
- Sigue nadando - reclamó la otra -. De alguna manera vamos a escapar.
- Te digo que es inútil - insistió la primera -. Es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para saltar, demasiado resbaladizo para arrastrarse. Vamos a morir de todas maneras, ¿no te das cuenta? Así que, puesto que hemos de morir, mejor que sea esta noche.
Dicho lo cual, dejó de nadar y se dispuso a morir ahogada. Su amiga siguió nadando y nadando sin rendirse, mientras miraba cómo la otra rana se abandonaba a la muerte.
Nadando y nadando sin sentido, la rana que sobrevivía se encontró al amanecer sentada sobre un bloque de manteca que ella misma había batido. Y allí estaba, sonriente, comiéndose las moscas que acudían en bandadas desde todas las direcciones.
Cada uno de nosotros tiene dos caminos: echarse a morir o seguir luchando. El que se echa a morir tiene una certeza y sabe que no tendrá remedio. Pero el que sigue luchando, aunque vive en la incertidumbre, todavía está con vida.
La esperanza no tiene ningún asidero racional. No es una fórmula matemática ni pertenece a ninguna ciencia exacta. Pero sin ella es imposible vivir.
Observa este consejo de Christian Hebbel: «Si te atrae una lucecita, síguela. ¿Que te conduce al pantano? ¡Ya saldrás de él! Pero si no la sigues, toda tu vida te martirizarás pensando que acaso era una estrella».
Eso es lo que tiene de paradójico nuestra vida: cuando queremos retenerla, se nos escapa; pero si la perdemos, es nuestra. Trata de comprender racionalmente esta sentencia de Edouard Pailleron: «Tenemos solamente la felicidad que hemos dado». No tiene ninguna lógica. Y el problema es que la vida tampoco tiene lógica, o por lo menos no usa la misma lógica que inventamos nosotros, los seres humanos.
No importa en qué pantano has caído, sigue nadando. Hay quienes no conocen su propia debilidad, pero son muchos los que no conocen su propia fuerza. Si no te pones a prueba, nunca sabrás de qué eres capaz.
«Pero yo ni siquiera sé nadar», dirán algunos. Nadar es amar lo que haces. Si no amas lo que estás haciendo ahora, estás perdido. Ahora es la clave: no debes perder de vista el Presente, porque es todo lo que tienes. Amar el Presente no es fácil, sobre todo para el que tiene deseos. Pero si no deseas nada en especial, entonces lo que te presenta el destino es la barca que te ayuda a cruzar el pantano. A veces la vida te sirve comida salada, a veces dulce. Las dos son ricas. Los caprichosos quieren comer torta todo el día y así les va. No hay nada mejor ni peor, sólo tienes el Presente. Si te haces responsable de tu propia vida, si no juegas el papel de «víctima», vas a descubrir que la luz que te guía es la que llevas dentro de ti. Si no tienes claridad, lo que hagas será siempre confuso.
Nietzsche decía: «La pasión no sabe esperar. Lo trágico de la vida de los hombres estriba frecuentemente en no saber esperar». No te entregues a la locura antes de tiempo: lo único que tienes que hacer es vivir en el Presente. No es nada fácil, porque estamos entrenados para correr atrás del futuro y pensar que allí, más adelante, está lo que buscamos. Nos han engañado como a tontos para usarnos, esclavizarnos y chuparnos la sangre. Pero si sabemos vivir el Presente, ya estamos libres.
No es fácil vivir el Presente: su misterio es algo difícil de concebir. El Presente está vivo, tanto dentro como fuera de nosotros. Es la fuerza inconmensurable que mueve los mundos, los hace y los deshace, ejerce su dominio sobre todas las cosas. Y no sólo podemos decir que el Presente está vivo, sino que es posible asegurar que es lo único que está vivo para siempre.
Si fuéramos capaces de vivir el Presente, no conoceríamos la muerte. Pero nos dejamos atrapar por las luces del horizonte y corremos detrás de lo inalcanzable, sin darnos cuenta de que la única dicha que nos está permitida es amar lo que hacemos.
Ya sé, ya sé, parece una fórmula demasiado simple y nosotros esperamos grandes teorías y soluciones complicadas. Pero no hace falta complicarse: todo lo que se requiere es amar lo que haces. Prueba de hacerlo y luego me dirás.
Cuando amas lo que haces, nunca eres la misma persona. Esa es la clave. Dice Confucio: «Quien pretenda felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse a frecuentes cambios».
Los que buscan algo más, entran en conflicto con la vida misma. Y si vives en conflicto, no harás más que dedicarte a la guerra. Observa a tu alrededor y lo comprobarás. Por eso es que la gente vive en estado de guerra y tratando de destruir al prójimo, sea levemente como de la peor manera.
«Es inútil - dirá la rana pesimista -. La gente vive sin amor, es preferible morir antes que seguir luchando». Sí, es verdad, la gente vive sin amor. Pero la gran tontería es esperar amor de los demás cuando ni siquiera eres capaz de sacarte todo el amor que tienes adentro. Si no eres capaz de amar lo que haces, no puedes amar. Y si no puedes amar, jamás tendrás amor. Porque, aunque parezca paradójico, de este mundo sólo puedes llevarte todo el amor que has dado.


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Extraído de "Cultura Contra Natura", de Furia del Lago - Editorial Ananda


4 comentarios:

  1. Sin palabras de tan bueno.
    Solo puedo decir que es
    Necesario amar cada instante para estar en una posición donde ames lo que hagas.

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  2. "El presente está vivo". Es una frase que me sirve de recordatorio, cuando me cuesta percibir el misterio en cada instante.
    Gracias, por este post.
    Abrazos.

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  3. Hola, Nanako. Amar lo que se hace y hacer lo que se ama, lindo plan de vuelo. Un besoto...

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  4. Hola, Paula. Vengo desde el campo hasta el pueblo más cercano y me encuentro con este comentario tuyo, recién llegado.
    Todo es así. Hasta el presente está aquí, vivo, recién llegado.
    Un abrazo

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