viernes, 12 de marzo de 2010

Oído fino


Mi amigo Macario Ninguém me escribe desde Filadelfia, para comentar algo que habíamos charlado anteriormente. Un párrafo de su carta dice:

“El silencio no es una experiencia y la experiencia tampoco, puesto que no hay alguien allí que pueda experimentarla. La experiencia ocurre cuando la conciencia se identifica con ella, de lo contrario no hay experiencia posible. Lo que sucede no es experiencia de nadie, simplemente sucede. Pero esa supuesta confusión, la identificación de la conciencia con la experiencia, es parte del plan: sin sueño no hay vigilia. De todas maneras, el sueño está hecho para crear conciencia, no más sueño”.

Para decir algo más acerca del asunto, se me ocurre señalar que el sueño y la vigilia son dos aspectos de la conciencia. El sueño también es conciencia, porque todo es conciencia. En este caso, la materia prima llamada "conciencia" queda atrapada en el símbolo. Todo sueño es un juego de símbolos. El yo es un símbolo, el tú es un símbolo. El mundo también es un símbolo.
La conciencia pura se deleita con esos símbolos. Es como si la conciencia pura tomara un disco de DVD y lo pusiera en el aparato. “Vamos a ver una película”, dice. Aprieta el botón y la película comienza. Allí, en la historia que narra la película, millones de símbolos se entrecruzan. Un actor quiere, una actriz no quiere. La sociedad está de acuerdo por un lado, se opone por el otro. Un vecino metiche opina. Un pariente desaprueba. Un abogado defiende. El otro acusa. La opinión viene cargada con un millón de símbolos, la acusación con otro millón y lo mismo pasa con la defensa. Un gesto mínimo de la actriz desencadena miríadas de símbolos.
A todo esto, un actor de reparto, que tiene el oído fino, de repente oye un minúsculo ruido proveniente de algún lugar, fuera del escenario. Es Dios (la conciencia pura) que está comiendo maíz inflado y tomando cerveza mientras mira la película. El actor de reparto (generalmente mal pagado) olvida el guión y sale de la escena. Se adentra por entre matorrales y desfiladeros desconocidos. Hay lugares escabrosos y no son parecidos a nada de lo que haya visto alguna vez este personaje. De pronto, ve que un gigante está mirando la película donde él mismo es un personaje secundario. Nuestro actor de reparto no tarda en comprender que está metido en el living de Dios y allí todo tiene dimensiones descomunales. Mientras trepa por un sillón, valga el ejemplo, este abnegado muchacho se siente del tamaño de una hormiga. Quizá demore mil años en llegar arriba. Finalmente, llega hasta el brazo del sillón. Dios, que está viendo la película, lo mira de reojo y le dice: “Qué tal, actor de reparto. Estás aquí. Ven, disfrutemos de la película”. Y así sucede que este hormiguito puede ver la película, a la diestra de Dios. Junto a él descubre que hay otro hormiguito. “¿Y tú quién eres?”, le pregunta el actorzuelo. “Me llaman Ramesh Balsekar”, le dice el otro hormiguito.
Pero volvamos a la película, porque en esta escena figura el propio actor de reparto, haciendo lo suyo. Así que podemos ver al hormiguito, como un espectador que está viéndose a sí mismo ahí, en la pantalla. De pronto le da un golpe con el codo a su compañero y dice: “Ahí estás tú”. Y, en efecto, allá en la pantalla se lo ve aparecer a Ramesh en una escena fugaz, donde hace de mayordomo.
En la película, un personaje bastante singular le pregunta al actor principal si es capaz de “escuchar el aplauso de una sola mano”. Esto parece un chiste y todos los personajes se ríen, mientras siguen con sus quehaceres.
En la platea, mientras tanto, ambos hormiguitos escuchan que Dios gruñe. Al parecer, se ha quedado sin maíz inflado. Pone “pausa” con el control remoto y deja la película fuera del tiempo mientras va hasta la cocina en busca de víveres. Los dos hormiguitos, aprovechando la pausa, se ponen a dilucidar cómo hicieron para llegar a este lugar tan raro. “Yo tengo el oído fino y siempre siento curiosidad por saber cuál es el ruido mínimo”, declara el actor de reparto. “Ah (dice Ramesh), quizá me escuchaste masticar. De vez en cuando, a Dios se le caen algunas migas de maíz y podemos hacernos un banquete. Te digo que consigue comida de buena calidad. Ahí viene Dios, sigamos viendo la película”.


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Extraído de "El Fin del Mundo", Furia del Lago - Editorial Ananda

Foto: Ramesh Balsekar

15 comentarios:

  1. Ya lo leí cuatro veces y no dejo de escarbar en busca de oro. Todo es símbolo. Pero ese símbolo es nada más que un sueño. En el silencio no hay símbolo.
    Bueno, así que estas mismas palabras están cargadas de símbolo, pero mientras las escribo las puedo ver en silencio.
    En fin, este asunto es un martillazo de Nada en la cabeza.
    Ramesh suele decir (nótese que hablo en presente) que todo es un juego de la Conciencia Absoluta. Por eso, esta forma de presentarlo me parece un homenaje adecuado. Un juego...
    Todo un símbolo para mostrar a los símbolos como sueños.

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  2. Creo, que cuando
    Salís a dar un paseo y escuchas a los pájaros al viento entonces las palabras pierden su fuerza y se experimenta el silencio

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  3. Me yoqueo ,este sueño que leo despierta.

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  4. El sueño sirve para despertarnos y todo es un juego de la conciencia para crearse a sí misma.
    Parece complejo pero es simple.
    Tal como cuándo éramos niños, caminemos por esa calle sin significados, sin tiempo, sólo en presente, sin nada que perder o ganar.
    Gracias Furia por este sentimiento primordial que has despertado en mí con esta magnífica entrada.
    Un abrazo desde el alma.

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  5. Vuelvo de visita otra vez, Furia, porque aquí tengo un párrafo de David Carse para regalarte:
    "La mera idea de ir más allá del sueño es ilusoria: ¿Por qué ir a parte alguna? Simplemente date cuenta de que estás soñando un sueño que llamas mundo, y deja de buscar salidas. Tu problema no es el sueño. Tu problema es que te gustan unas partes del sueño y otras no. Cuando veas el sueño como sueño, habrás hecho cuanto se precisa hacer".
    Otro abrazo desde el alma.

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  7. Gracias mi querida Furia por esta maravillosa perla, llena de gran claridad...de gran sabiduría.
    Gracias por compartirla!
    Un cariñoso abrazo
    Maribel

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  8. Presentado así, como en este cuento, veo con claridad lo que tanto insistía en señalr Nisargadatta Maharaj, el maestro de Ramesh, cuando decía que "usted es" y que no pensara que "usted es algo" o que "usted es alguien". En este caso, ese "yo soy" significa silencio. El silencio está antes de todos los símbolos, es lo no nacido.
    Hasta me deleito cuando veo que el actor secundario nos cuenta eso del "ruido mínimo", una especie de método que no es método, sino tan sólo ser. Se me presenta como el devoto del ruido mínimo. El primer mandamiento: "Amarás a Dios por sobre todas las cosas". Aquí es: "Amarás al Ruido Mínimo por sobre todas las cosas".
    Muy ingenioso, Furia. Un abrazo...

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  9. La conciencia pura se robó un cuento de por ahí y ahora lo cuelga por aquí:

    Un día, Subhuti estaba sentado bajo un árbol en un estado de sublime vacío, y empezaron a llover flores a su alrededor. "Te alabamos por tu discurso sobre el vacío", le susurraron los dioses. "Pero yo no he hablado del vacío", dijo Subhuti. "No has hablado del vacío, no hemos oído el vacío", respondieron los dioses. ..."Esto es verdadero vacío". Y llovieron flores sobre Subhuti.
    Chaooooo
    Muy bueno!!!

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  10. Hola, Oso.
    El símbolo más sólido, el que nos aprisiona más, es la imagen de uno mismo. Esto es lo que se ha querido resaltar aquí. Cada uno de nosotros piensa que es el actor principal de una película llamada Vida. Y en cierto modo es verdad, pero si termino creyendo que tengo “mi vida” entonces cuesta descubrir que existe “la vida”.
    Recuerdo que Krishnamurti solía destacar que el insulto de otra persona nos pone sumamente violentos y se preguntaba el motivo. “Es porque ataca la imagen que tengo de mí mismo”, decía.
    También recuerdo que un hombre insultó al Buda cuando pasaba por un pueblo de la India y que al Buda no le afectaron en lo más mínimo esos insultos.
    Y está el caso de Hakuin, el maestro Zen, a quien acusaron de ser el padre de un niño que había tenido una adolescente de la vecindad. No sólo eso, le llevaron el recién nacido para que se hiciera cargo de él. Hakuin jamás expresó la más mínima queja, pese a que su reputación se había hecho pedazos y sus discípulos terminaron yéndose lo más lejos posible y abandonándolo en tan difícil trance. Más de un año después la joven mujer confesó que Hakuin no era el padre del niño y le sacaron al pequeño. Resultado: a Hakuin no lo afectó ni una cosa ni la otra. Creo que él lo tomó como una prueba, como una manera de comprobar hasta qué punto se había deshecho de su ego.
    En el caso de Ramesh Balsekar, es interesante destacar que él ha dicho claramente: no debe lucharse contra el ego. Hay que aceptar esa imagen que cada cual tiene de sí mismo, dejarla ser tal como es, no tratar de moldearla ni reformarla ni mejorarla. Con sólo verla, se disuelve por sí sola, porque no tiene consistencia.
    Aquí tenemos al actor de reparto mirándose a sí mismo desde la platea divina y viéndose allí, en la pantalla.
    Ego descubierto, ego más que muerto.

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  11. Hola, Nanako. Gracias a tu imagen, me viene a la memoria un párrafo de Tony Parsons: “No hay ninguna situación en la que no podamos estar unidos con el presente. ¿No es eso maravilloso? Lo diré otra vez. La presencia está disponible en cualquier situación; o, dicho de otro modo, la libertad está disponible continuamente”.
    En nuestro caso, los pájaros están aquí para resaltar el silencio. Es el viejo truco de los opuestos complementarios. La forma es el vacío y el vacío es la forma.
    Un besoto...

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  12. Hola, Paula.Gracias por esta visita y por haber venido con flores.
    La infancia es el lugar más íntimo que tenemos, aunque nos parezca lejana, porque florece a través de calles sin significado. A veces cierro los ojos y recuerdo hasta el aroma (sí, hasta el aroma) que tenían aquellas calles desconocidas siempre distintas aunque siempre estuvieran en el mismo lugar del mapa que se iba formando en mi cabeza.
    Cuando desaparece el significado, como tú dices, también desaparece el tiempo. Y también concuerdo con tu concepto (todos estos son conceptos, claro está), concuerdo con tu imagen del presente, porque el presente es el lugar sin tiempo que ahora mismo nos envuelve, que ahora mismo envolvemos.
    Nada que perder. Nada que ganar. Eso es lo que tenemos, nada entre las manos. Y sin embargo, esta nada es todo. Tan simple como visitar a otra persona, llevar masas, tomar el té juntas y no decirse nada. Absolutamente nada. Cuánto silencio podemos compartir.
    Veo que apareces otra vez y con más regalos. Este David Carse me parece magnífico. Todavía no he podido conseguir el libro de él que han publicado en castellano, pese a que lo pedí en varias librerías.
    Lo que dice Carse (ver el sueño como el sueño) es práctico y es inasible a la vez.
    Hay quien piensa que el despierto mira y ve todo como un sueño. O sea: yo por aquí y el sueño por allá. Pero recuerda lo que sucede cuando estás dormida y ya estás empezando a despertar. Supongamos que sueñas una pelea con tu hermana y ambas discuten, se dicen cosas, lo que sea. En ese momento estás percibiendo claramente que toda esta historia confusa y tan emocionante no es más que un sueño y empiezas a darte cuenta, a decirte: “esto es un sueño, es un sueño”, y de pronto abres los ojos y aquí estás, en la cama. No estabas con tu hermana, todo era un sueño. Bueno, recuerda ese momento, en que veías el sueño. Lo veía tu parte despierta. Y estaba viendo tu parte dormida.
    Eso es algo que sucede cuando el actor secundario se ve desde la platea (la parte despierta) y observa la parte dormida (la pantalla). El asunto a percibir es que no hay dos partes. Todo es una unidad. El observador es lo observado…
    Un abrazo, gracias por la doble visita.

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  13. Hola, Maribel.
    Qué bueno que vengas de visita. Yo también te visito de vez en cuando en tu blog, aunque no diga nada. Podemos deleitarnos con las exploraciones de otros y explorar nosotros al mismo tiempo.
    Hace poco leí el comentario de alguien (no recuerdo quién) que definía estas exploraciones como una “shanga virtual”. Magnífica definición.
    Lo que tiene de interesante esta comunidad espiritual (que se forma por encima de las estructuras sociales y políticamente correctas), es que nos damos libertad. Cada uno busca creatividad en la fuente, en sí mismo, y la comparte con los demás. Es una manera de dar lo mejor de uno mismo para los demás. Y que cada cual se las arregle con su propios obstáculos, sin andar forcejeando con nadie.
    Es una manera tremendamente inteligente de ir cultivando el Jardín de los Presentes.
    Un beso y un abrazo.

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  14. Hola, Luciana.
    El Ruido Mínimo es un truco. Si dices “silencio”, es probable que muchos crean que saben de qué estamos hablando. Pero casi nadie habrá de “levantar la oreja” y ponerse a escuchar. Tony Parsons dice: “está disponible”. Sí, aquí mismo, ahora, el silencio está mirando todo esto desde su sillón invisible y lo ve como una película.
    Desde el silencio, los conceptos desaparecen y en su lugar se descubre que el misterio estuvo siempre aquí. Por ejemplo, yo creo que te conozco desde hace treinta años o más. Sin embargo, eres una perfecta desconocida para mí. Y te agradezco todo lo que has hecho para que así se hayan dado las cosas. Ser desconocidos es vivir en libertad. Cuando el óxido de lo conocido nos corroe las venas, estamos perdidos.
    Abrazo inmenso significa abrazo inmensurable, sin medida…

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  15. Hola, Mutis. Me deleito con tu jovial presencia en este jardín de los presentes. Cuando digo esto, también quiero decir el jardín de los regalos. Y ya que me traes de regalo el cuento de Subhuti, se me hace cuento recordar que el Buda decía: “La forma es el vacío, el vacío es la forma”. A fuerza de repetirlo, cualquiera puede cerrar los ojos y perderse el hermoso paisaje del silencio.
    No existen dos conciencias, es una sola disfrazada de sueño y vigilia. Si miras el sueño y lo descubres como sueño, descubres que ese sueño era simplemente una imagen del mundo que venías cultivando. Desaparece la imagen y también desaparece el imaginador.
    No existen dos mundos: la forma por un lado, el vacío por el otro. Los dos son uno solo. El actor de reparto está en el escenario y también está observando todo desde la platea.
    La conciencia inventa el vacío y la forma, las pone una enfrente de la otra, tan sólo para crear conciencia. ¿Cómo me doy cuenta de que estoy vacía? Porque estoy en este cuerpo.
    Lo Manifestado está ahora y aquí. Lo No-Manifestado está ahora y aquí. Son la misma cosa. Lo Manifestado es un disfraz de lo No Manifestado. Todo este mundo conceptual es puro silencio.
    Cuando se habla de “Lo No Manifestado”, se tiende a imaginar un mundo que está muy, muy lejano, en otra parte, en el Más Allá, y otras cosas por el estilo.
    No, lo No Manifestado es esto que está aquí, en el Presente. Por eso, es válido decir que la Presencia es Ausencia. Las dos cosas en una. Son forma y son vacío. Las dos son Esencia.

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