Mientras sigas los dictados de la moda y de la aprobación social, estás tratando de aposentar al latido en tu corazón, que es como querer encerrar al océano en una gota. Si dejas, en cambio, que tu corazón sea el que se aposente en el latido, navegarás por el océano sin orillas de la vida.
¿Puedes tú estar presente? Si quieres hacerlo, descubrirás que de pronto surgen montones de conflictos y que todos esos conflictos, chocando unos con otros, te impiden estar presente.
¿Por qué ocurre esto? Sencillamente porque quieres tener una voluntad personal que haga las cosas. En este caso, lo que quiere hacer esa supuesta voluntad autónoma es “estar presente”. Pero el presente no es personal. El latido no pertenece a ningún corazón. Es impersonal.
Forzar la meditación es como domar a latigazos a un caballo salvaje. El asunto es que la meditación no es un bicho que deba ser controlado. La meditación es el florecimiento del ser, es una revelación sencilla: la fuente de la vida está en nosotros y en todas partes.
Si te sientas a meditar descubres que hay un niño malcriado dentro de ti que quiere controlar la situación. El problema es que a ese niño malcriado lo llamas “yo”. Y crees que eres tú.
¿Por qué lo llamamos niño malcriado? Sencillamente, es alguien que quiere imponer su voluntad.
Imagínate un corazón que quiera imponerle al latido lo que debe hacer.
El niño malcriado no puede meditar. Sencillamente, es el enemigo supremo de la meditación. ¿Por qué? Porque meditar significa que entregas tu corazón al latido supremo de la vida.
En cambio, el niño malcriado pretende manejar el latido de la vida a su antojo. Pretende manipular la vida. Es increíble, pero es así.
El niño inocente sí puede meditar. ¿Recuerdas a ese niño? Es el que vivía en éxtasis cuando no necesitaba conseguir nada en la vida, porque todo era milagro y dicha. Pero después fue desplazado por el otro, por el niño malcriado, el que pretende manipular a la existencia.
La meditación palpita en el corazón inocente. Pero el corazón plagado de exigencias y deseos personales no puede recordarla.
---------------------------------------------------------------
Extraído del libro "El Arte de Ser Natural", de Furia del Lago - Editorial Ananda
piedra libre para todos los coooommmpañeros!!!
ResponderBorrarbrillante siempre Furia
un cariños y dos mantecoles
Hola Furia, me llevo una parte de esta inocencia para compartirla...gracias.
ResponderBorrarUn abrazo.
Simplemente observemos a ese "niño malcriado" a esa "mente de mono" que quiere imponer su voluntad, hasta que se agote de ver como observamos. ¿Que es eso que atestigua desde el fondo con total serenidad?.
ResponderBorrarGracias Furia!!. Este texto lleno de sabiduría hace recordar a ese niño inocente que Siempre está, aunque no lo veamos...
Un abrazo cósmico!!.
Muy buena esa imagen del corazón pretendiendo imponer al latido de la vida su propio capricho. Es exactamente la misma condición que cuando deseamos que el presente sea acorde a nuestra idea de meditación. Son los caprichos de ese niño malcriado...
ResponderBorrarGracias, Furia, por estas analogías que lo hacen ver todo claro.
Abrazos!!
Si, desmontar los viejos esquemas de lo que la meditación es o no es, de lo que le queremos extraer y enfocarlo con una mirada nueva y fresca, como la de un bebé! :)
ResponderBorrarGracias amiga, la de la mirada penetrante!
Un abrazo!
Que hermoso Furia y que difícil de lograr, es tan real esto que nos dice, yo hago za zen y siento esto de domar el caballo.
ResponderBorrarHay alguna manera de no perder la inocencia en el camino??
Un abrazo
Silvia
Los caprichos son la comodidad de no luchar, de rendirse.
ResponderBorrarEn la lucha se ve el alma , podemos hacernos responsables del cambio o dejar que el capricho se adueñe de nuestra vida.
Un abrazo.
Sí, Furia no estamos aquí para obtener ningún beneficio, cuanto más queremos aprovecharnos más se nos escapa ese estado de meditación, sólo permanecer sin pretender nada a cambio es la gran lección de la vida. Gracias amiga por tus sabias observaciones que todo lo muestran tal cual es, "sencillo".
ResponderBorrarUn beso de buenas noches.
Hola, Santosham. Como de costumbre, poniendo en descubierto al personaje principal de esta parodia. Piedra Libre para el ego que finge tener una vida propia.
ResponderBorrarUn abrazo.
Bravo, Delia. Si tú compartes “mi” inocencia, yo comparto la “tuya”.
ResponderBorrarUn beso.
Hola, Gorka.
ResponderBorrarEl mono mental quiere darle instrucciones a la vida. Pero un ego que se siente observado es un terrón de sal en el océano de la única mirada.
Un abrazo.
Ja, ja. La imagen es graciosa, José Manuel. Tener una idea de la meditación y luego pretender que la meditación se adapte a ella.
ResponderBorrarUn abrazo.
Gracias, Victoria, por prestarme la fresca mirada del bebé. Un abrazo.
ResponderBorrarHola, Silvia. Hay alguien aquí (ahora) que te está latiendo el corazón. La meditación es esto: descubrir al que te late el corazón.
ResponderBorrarUn beso.
Ay, Nanako, la comodidad del ego es tal que no se desprende de la mochila de cascotes que vamos cargando a la espalda.
ResponderBorrarUn besoto…
Claro, Neytiri. Queremos sacarle “el jugo” a la meditación. Eso pasa con el Ego. La meditación es simplemente ser, no ser “un negociante” ni tampoco alguien que está “recogiendo la cosecha”. No, simplemente ser.
ResponderBorrarUn abrazo…