martes, 15 de febrero de 2011

La Totalidad Misma



Estar en paz significa no pedir nada.
En cuanto pides, hay un ego que pide.
En cuanto pides, ya estás imaginándote que hay alguien separado de todo lo demás que está pidiéndole (a todo lo demás) beneficios propios. Ahí está la raíz del conflicto.
¿Por qué la gente no quiere estar en paz? Sencillamente porque cada uno quiere ser alguien separado, alguien tratando de obtener algún beneficio.



Esta necesidad (ficticia) de conseguir alguna ventaja es un disco rígido inoculado en nuestro comportamiento por parte de nuestros padres.
Cuando comprendes que jamás vas a conseguir ninguna ventaja, entonces ya estás en estado de maduración. Desconectas el disco rígido y lo tiras a la basura.




Un discípulo de Wei Po fue a ver al maestro para decirle que él estaba meditando por años y años, sin obtener la iluminación.
- ¿Qué debo hacer? – le preguntó.
- Es muy simple – le dijo Wei Po -. Prueba con esto; hagas lo hagas, tienes que decir para ti mismo: “Gracias por todo, no tengo de qué quejarme”.
El discípulo se fue de allí y cumplió a conciencia con el mandato. Tropezaba en la calle y decía: “Gracias por todo, no tengo de qué quejarme”. Las cosas iban bien, las cosas iban mal, pero lloviese o hiciera sol, pasara lo que pasara, el hombre decía para sí mismo: “Gracias por todo, no tengo de qué quejarme”. Aquello se había convertido en una plegaria consciente y permanente. Suspiraba por esto o aquello, tenía contratiempos, tenía momentos de regocijo, pero a todo siempre le decía la letanía consabida. Así pasó un año, un año y medio, dos años… Después de todo aquello, el discípulo fue a ver a Wei Po y le dijo:
- Maestro, haga lo que haga y pase lo que pase, a todo le digo: “Gracias por todo, no tengo de qué quejarme”. Pero todavía sigo sin conseguir la iluminación. ¿Cómo puede ser?
Wei Po lo miró con ojos brillosos y le dijo simplemente:
- Gracias por todo, no tengo de qué quejarme.
En ese momento, el discípulo comprendió que todavía estaba pidiéndole algo a la vida y un gran tsunami de luz lo invadió por dentro.




No pedir nada es pura luz.
Si te pones en posición de no pedirle nada, absolutamente nada, a la vida, descubres que de pronto estás sumergido en medio de la vida y que tú te has convertido en nada.
No pedir significa silencio.



No pido nada, por lo tanto, yo no soy yo.




Si no pides nada, ya no estás separado de la vida, eres la vida misma. ¿Qué puedes pedirle a la vida cuando tú eres la vida misma?




Es muy sencillo. Yo no quiero nada y todo lo que sucede me parece bien.

Jeff Foster





Cuando pido, soy una hormiga que le pide al mundo entero satisfacción, como si la vida estuviera diseñada para darme satisfacción.
Cuando dejo de pedir, no existe tal cosa como “el mundo y yo”, una separación ficticia.
Sólo es cuestión de verlo por uno mismo y ahora mismo: si no pides, todo es todo. Y tú dejas de imaginarte que eres alguien que está pidiendo y esperando ventajas absurdas, para ser lo que realmente eres: la totalidad misma navegando por el regocijo de estar mirando a la totalidad.


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Extraído del libro "Costumbre de Perder la Costumbre", de Furia del Lago - Editorial Ananda

14 comentarios:

  1. "Gracias por todo, no tengo de qué quejarme". Tiene que ser un estado interior, no una absurda repetición de una frase...

    Gracias por todo Furia, no tengo de qué quejarme...

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  2. Sin un "yo" que pida algo al mundo, el propio mundo se diluye en la corriente que abarca a ambos.

    Sabio, Furia.
    Un abrazo.

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  3. Dar gracias de que la vida comparta su aroma conmigo en cada instante.
    Un besote.

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  4. La creencia de que la vida o el mundo están para satisfacernos es tan arraigada como la de que les debemos una respuesta...salir de esa círculo no es fácil pero tampoco imposible, cuando menos lo esperamos el click se produce.
    Un abrazo.

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  5. Es que la creencia de ser un ser separado y el pedir, es decir el desear, son una y la misma cosa, la persona no puede existir sin el deseo y sin el miedo. El maestro Wei Po encontró un buen atajo para romper ese entramado, y tú nos recuerdan constantemente de qué va este peculiar asunto, gracias!!!
    Un abrazo Furia!

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  6. me quedo con la foto, siendo "yo" los dos tipos a la vez, el aire que los sustenta y el paisaje que los acoge, sin un arriba ni abajo, sin un tu o un yo, sin un sin ni un con...

    gracias Furia, al leerte descanso en ese aire.

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  7. "Gracias por todo, no tengo de qué quejarme." y al igual que el discípulo de Wei Po si seguimos dormidos es que hay muchas peticiones no resueltas, a veces sutiles y enmascaradas, como la misma de querer despertar.
    Un abrazo querida Furia, remueves al que duerme ;)

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  8. Ja, ja. Gorka: lo bueno del asunto es que uno se ve quejándose y de pronto le salta desde el abismo la mirada panorámica que pregunta: este personaje, ¿quién se cree que es para andar quejándose?
    Gracias por todo, Gorka.

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  9. Es cierto, Tina. Sin el yo, la corriente se lleva peticiones y demandas, hasta que el propio mundo se diluye.
    Un abrazo…

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  10. Sí, Delia. El click surge del darse cuenta. Y el darse cuenta sobreviene cuando el mundo y yo no estamos separados. Ahí está el click, es como una oleada de energía que de pronto llena el pecho, aunque no se sabe si viene de afuera o de adentro. Y qué más da.
    Un abrazo.

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  11. Tal cual, José Manuel: sentirse separado y pedir son una y la misma cosa. El personaje aislado no puede existir sin el deseo y sin el miedo. Al desaparecer ese mecanismo de pedirle a la vida (como si la vida fuera un ente separado) el deseo y el miedo se desvanecen como humo en el viento. Y también se desvanece el personaje singular, especial, extraordinario y con todas las otras cualidades que te puedas imaginar para ti mismo. Quedarse en silencio es no pedir.
    (Un abrazo)

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  12. Hola, Santosham. Leyendo tu comentario me vino a la memoria un libro que escribí hace unos veinte años, llamado “La Ráfaga Flotante” y de ahí saco este regalo para vos:

    Las palabras son un viento
    que no se puede explicar,
    su significado es otro:
    siempre está donde no está


    (Un abrazo)

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  13. Sí, la petición es el narcótico que nos adormece mientras creemos estar despiertos. Un abrazo, querida Victoria.

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