viernes, 9 de abril de 2010

La Gran Ilusión



(Apuntes de un Diario Personal)




La vida es el arte de dar la vida.
Es un arte donde no hay un artista personal.
En todo caso, el artista es la vida misma.




La vida no es teoría ni práctica: es revelación. Pero eso que revela es lo que te late el corazón. Tú lo llamas “mi vida”. Pero no hay tal cosa como “mío” ni “tuyo” en este juego. Ni siquiera la misma vida puede decir “mía”. Y lo hemos visto: la vida consiste en dar la vida. En este río, ¿quién puede poseer, quién puede ser poseído?



Por motivos prácticos, al niño se le enseña a decir “yo” y “mío”. Esto debió ser un pasaje provisorio de su educación. Al llegar a la edad adulta (era de suponer) tendría que comprender que no existe nada por el estilo.



Usted le enseña al niño que existen unos simpáticos personajes llamados los Reyes Magos, que le traen regalos todos los años. A los seis años, el nene o la nena se van a enterar de que todo era nada más que un cuento y que los Reyes Magos no existían.
Con respecto al “yo” y “lo mío”, los adolescentes deberían admitir a los 20 años que se trataba de un cuento. Pero en este asunto la sociedad humana ha fallado. Nadie se ha enterado de la verdad. Por más evidente que sea, nadie quiere verla.



Cuando se ejercita con insistencia el culto del “yo” (y “lo mío”), un niño incurre en la confusión de creer que puede tener una vida propia. Por supuesto, la vida no tiene en cuenta las ilusiones personales. Al llegar a los 13 años, más o menos, el niño está empezando a crecer y cultivar una nueva religión personal: la independencia.
Su razonamiento se estructura más o menos así: “Si yo tengo una vida propia, mis padres también la tienen. Ahora bien, tener una vida propia significa hacer lo que quiero. Pero eso yo no lo puedo hacer. En cambio, mis padres sí lo hacen”.
Ahí es donde comienza la guerra. El chico quiere ser independiente, pero vive en casa de sus padres y les tiene que pedir dinero para subsistir.
Respuesta de los padres: “Tienes que hacer responsable de tu propia vida”.
Por lo tanto, esto refuerza la creencia de que cada cual tiene una vida propia.



Al construir el “yo”, se lo construye como una persona separada. Es cierto, cada cual tiene una persona separada, pero la vida es una sola. Ahí es donde se está produciendo la confusión. Ser una persona separada no significa que tengas una vida separada.



Sin embargo, la vida se la pasa mostrándole a cualquiera que es una totalidad y que no existe algo así como la separación de una cosa con otra. En consecuencia, cuando uno quiere vivir como un “ego” (como alguien separado de la vida) lo único que cosecha a cada paso es sufrimiento, fricción y conflicto.



Un “ego” es un buscador, alguien que tiene una supuesta vida propia y que siempre está buscando un sentido para “su” vida.



El buscador produce sufrimiento y es, a la vez, el producto del sufrimiento.
Cuando un padre le exige a su hijo que sea “alguien”, o que se convierta en “algo mejor”, o que no sea quien es sino una equis persona ideal, genera conflicto en el chico. El niño es lo que es, pero la familia, los amigos y la sociedad le exigen que sea esto o aquello, alguien especial. El niño, por lo tanto, vive en tensión perpetua, en lucha consigo mismo. Esa lucha consigo mismo es el sufrimiento.



El problema del buscador es ignorar que, a cada paso que da, genera sufrimiento. Buscar significa irse de aquí, escapar del momento presente. Como es evidente, todo lo que existe es esto, lo que aquí y ahora está siendo.
Al salir a buscar fuera del presente algo que le dé satisfacción, el buscador entra en el terreno crudo del sufrimiento. Luego de sufrir y sufrir en la trituradora de la búsqueda, el personaje de nuestro cuento se cansa y dice: “Basta, buscaré la forma para dejar de sufrir”. Y ahí está otra vez, buscando y buscando…



Esa es la ilusión: el buscador es la ilusión por excelencia. El buscador es el ego, la negación del presente.



Pero la buena noticia es que esa búsqueda es una mera creencia, un simple pensamiento… y que, al no tener más realidad que una apariencia, no es preciso ponerle fin. Dicho de otro modo, cualquier intento de acabar con la búsqueda no hace sino perpetuarla…

Jeff Foster






Pelopincho – Quiero la iluminación.
Cachirula – Perfecto, pero eso tiene su precio.
Pelopincho - ¿Cuál es el precio?
Cachirula – Tienes que pagar con tu vida.
Pelopincho – Ah, no, buscaré por otro lado.




Le han dicho que con eso terminará el sufrimiento y su vida será la misma que llevaba cuando vivía en el Paraíso. Entonces, el buscador quiere la iluminación.
Al principio le dicen: “Bueno, tienes que abandonar todas las ilusiones”.
Magnífico, piensa el iluso. ¿Qué más quiero? Abandonar todas las ilusiones. Si lo único que han hecho ha sido traerme dolores de cabeza.
“Eso sí, la principal ilusión que tienes que abandonar es la de ser alguien con vida propia”.
Ah, no. Esto ya se pasa de la raya.




El sufrimiento básico del ser humano consiste en que quiere y no puede ser el dueño de su vida.



¿De dónde surge la idea de que existe algo así como una vida propia?
Es un acuerdo social que todos aceptamos como creencia personal, ya desde niños.




Aparece un liberado, como Jesús de Nazareth, por ejemplo, y dice: “Por ambicionar una vida personal, te pierdes la vida eterna”.
Ah, caramba – piensa el ambicioso -. Esto es lo que yo quiero. Una vida eterna. Vivir para siempre.
Y continúa en el carrusel.




¿Qué es el sufrimiento, sino búsqueda? ¿Qué es, sino un intento de escapar de lo que está ocurriendo? En el caso, por ejemplo de que haya dolor físico, eso no supone ningún problema hasta que “yo” quiere desembarazarme de él. ¡El dolor no es ningún problema hasta que la búsqueda se dispara! ¡Y yo soy esa búsqueda! El problema reside en el “yo” que quiere liberarse del sufrimiento. Más allá de todo concepto de “dolor” está esto, esta innegable sensación de ardor en la pierna ahora, ahora y también ahora (se golpea la pierna), pero eso no supone ningún problema hasta que quiero desembarazarme de ello. El sufrimiento implica un futuro en el que estaré libre del sufrimiento, pero ése no es más que un círculo vicioso. Nadie puede poner fin al sufrimiento.

Jeff Foster





El ego conversa consigo mismo y me inventa una vida propia. Pero es como si los Reyes Magos me vinieran a hacer regalos. Ya no creo en los Reyes Magos y el único regalo que me toca es el Presente. Claro está, es un regalo para regalar. La vida entera es un regalo para regalar.
Desde el silencio, el ego se ve como una niña mal criada que está inventando excusas fantasiosas para explicar cómo se rompió el jarrón de la sala.
Cuando el silencio está observando, el ego descubre que no existe y el cuento de la vida propia queda hecho cenizas en el fuego del Presente.
Por eso, la vida entera es apenas un instante que no deja de regalarse la vida entera.

Flora Espinosa




Pelopincho – ¿Por qué es tan difícil escapar de la red ilusoria de conceptos y experiencias?
Cachirula – Antes de responder a eso, deberíamos ver quién es el que quiere escapar.
Pelopincho – ¿Y eso qué tiene que ver? Mejor dicho, si hay una manera de escapar, supongo que debería ser válida para cualquiera.
Cachirula – Pero insisto de otra manera: antes de buscar una manera de escapar, primero habrá que ver cuál es la ilusión.
Pelopincho – Lo acabo de señalar. Todos los conceptos y las experiencias son ilusiones y nada más.
Cachirula – Perfecto. Lo acabas de ver. Entonces, ya no tienes necesidad de escapar de nada, ¿no es así? Si ves una nube en el cielo no te propones guardarla en el bolsillo. Es nada más que una fugaz aparición, algo ilusorio.
Pelopincho (con el ceño fruncido) – Sin embargo, no siento que me haya liberado de nada.
Cachirula – Espera. Tú dijiste que quieres escapar. Perfecto. Además, me dices que quieres escapar de la ilusión y me aclaras que la ilusión está compuesta de conceptos y experiencias. Una vez que puedes verlo, ya estás fuera de todo eso. Se acerca un hombre con un pedazo de papel a comprarte la camisa y tú le dices: “Eso es nada más que un pedazo de papel”. No se la vendes, sencillamente porque un pedazo de papel es una ilusión y nada más. Ya está. No crees en las ilusiones.
Pelopincho - ¿Y por qué, entonces, no me siento liberado?
Cachirula – Eso es lo que yo te había preguntado de entrada. ¿Quién es el que quiere liberarse de las ilusiones? Tienes que averiguar eso.
Pelopincho – En este caso, soy yo.
Cachirula - ¿Y quién es yo? Eso es lo que te pido que averigües.
Pelopincho – Bueno, ya no sé cómo decírtelo. Yo soy yo, evidentemente.
Cachirula – Ya ves, crees que lo has resuelto absolutamente todo con un concepto. Ese concepto es “yo”. Mira ese árbol. ¿Lo ves?
Pelopincho – Sí.
Cachirula – Yo te señalé el árbol y disparé un concepto. El concepto está resumido en la palabra “árbol”. Pero el árbol no es un concepto. Estamos viendo que aquí tenemos nada más que un concepto resumido en la palabra árbol. Tú no sabes lo que es el árbol y el concepto no hace más que señalarlo. El concepto es un dedo índice, pero nada más. Supongamos que yo te digo que al Planeta Tierra le crecen árboles así como a la gente le crece el cabello. ¿Qué me dirías tú?
Pelopincho – Qué imagen tan poética.
Cachirula – La poesía me importa un comino. Simplemente la uso para sacarte de tus conceptos habituales. Pero lo que yo digo es otro concepto también. Ahora volvamos al asunto fundamental. Tú dices “árbol” y señalas eso que está creciendo ahí, a pocos pasos de nosotros. Es un concepto, no es Lo Que Es. Ahora bien, si tú dices “yo”, eso también es un concepto, ¿verdad?
Pelopincho – Sin duda.
Cachirula – Entonces, ya lo estás viendo. Aquí vemos a cierta persona, alguien que quiere liberarse de las ilusiones. Cuando le pregunto quién es el que se quiere liberar de las ilusiones, resulta que me responde con otra ilusión y dice “yo”. Ya ves, estás dispuesto a admitir que todo es una ilusión, pero no admites que tú mismo, eso que llamas “yo”, es una ilusión entre tantas.



Aquí es justamente donde surge la dificultad para la mayoría de las personas. En cierto momento, el ser humano puede decir: “Sí, puedo entender esto. Realmente puedo entenderlo. De hecho, siempre he sentido que todo esto era una especie de ilusión y ahora estoy convencido de ello”. Pero tiene algunas preguntas. Entiende que esto es una ilusión, pero tiene preguntas. ¿Qué significa esto? Sencillamente, significa que esa persona, que piensa que ha entendido que todo es una ilusión, quiere investigar algo dentro de esa ilusión. Eso significa que lo acepta todo como ilusorio, salvo a sí mismo. Ahí está todo el problema.

Ramesh Balsekar





Sutra 49

En este sitio donde tanto yo
como tú somos uno, nada tiene
verdadero valor. Compras un dulce
que pronto adquirirá sabor amargo.
Vendes nubes a nubes y te quejas
de que nadie te paga suficiente.
Sigues hablando idiomas extranjeros
para que cada cual diga lo suyo.
Pero cuántos ignoran que poseen
la nada magistral. En este sitio
podemos compartir sus atributos.
Eres el prisionero de un espejo
parlante. Ven aquí. No te conviertas
en un devoto de tu propia sombra.
Aquí donde tú y yo somos la nada,
no somos para ser. La paradoja
se burla de tu lógica. No pienses
lo que te digo. Bébete tu sangre.

Muni Omkara






El monosílabo “yo” significa “vida propia”. Es un coágulo conceptual que impide a la persona ser consciente de la conciencia o le impide ser el presente, como quiera describirse al estado de “ser natural”.



En cuanto alguien dice “yo”, ya está cayendo en el concepto de una vida especial, separada de la vida, distinta y distinguida, comparada con otras vidas.





Pero si me muevo más allá del pensamiento, ¿dónde soy y quién soy?
Tony Parsons




Pelopincho – A ver si entendí: yo mismo soy la ilusión principal.
Cachirula - ¿Por qué?
Pelopincho – Porque creo que tengo una vida propia.
Cachirula – Sin embargo, si yo te preguntara si tienes una vida propia, ¿tú qué dirías?
Pelopincho – Que no, por supuesto. Es algo que está a la vista.
Cachirula – Pero después de la respuesta, seguirías viviendo como si tuvieras una vida propia, ¿no es así?
Pelopincho – Es lo que siempre vengo haciendo, desde hace rato.
Cachirula – Y bueno, ésa es la principal ilusión.


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Extraído de "El Buscador es el Ego", de Furia del Lago - Editorial Ananda


21 comentarios:

  1. Todo es una ilusión, yo soy una ilusión

    buenas noches, me sumerjo en el pais de los sueños o de la ilusión o de la realidad ?????

    besitos

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  2. Ha sido gratificante leer esta entrada, precisamente el otro día observando a mi nieto más pequeño de un año tocar el tambor y aplaudía cada vez que lo hacía esperando que también lo hicieramos nosotras. Entonces comenzamos a golpearlo también nosotros y nos aplaudíamos cosa que a él no le agradó tanto por que la atención la quería toda para él y no nos aplaudía, jajaja. Pero ahí nos percatamos que desde pequeños les comenzamos a construir el mundo del "yo"- "mío" y luego viene todo lo que dice Foster, por que comenzar con el maya desde la llegada de los Reyes Magos? empesamos a meterlos en un mundo irreal y egoísta. Me encantó el sutra de Muni Omkara, un placer leerte, buen fin de semana.

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  3. Hola Furia;
    Muy bueno este post, una sacudida fuerte para el ego que nos construimos y que día a día le construimos a nuestros hijos. Sólo desde el silencio vemos claramente esa ilusión de separación.
    Un abrazo.

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  4. Un terrón de sal cae en el Lago y todo su fuego se deshace con la facilidad del momento. Esta manera de ver al ego, de considerarlo un puñado de sal, me surge a partir de estas descripciones tuyas, anotadas como al azar pero (se me ocurre) pacientemente meditadas.
    Luego de todo esto, estar aquí, ser Lo Que Es, puede advenir por sí mismo, sin esfuerzo. Gracias. Un abrazo

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  5. Hola Furia,
    je, qué buenos estos diálogos entre Pelopincho y Cachirula. Si en lugar de esos nombres los sustituimos por Arjuna y Krishna, o cualquiera de los que aparecen en las Upanishads no habría diferencia en la profundidad de su indagación.
    En ese diálogo final se pone de manifiesto la esencia de la ilusión. Después de decirnos que hemos comprendido e, incluso de creerlo, seguimos viviendo "nuestra" vida, por supuesto bien dirigida y planificada por el "yo".
    El otro día oía un diálogo también similar: "Si yo no pienso bien qué voy a hacer con mi vida, ¿quién lo va a hacer? Y, sobre todo, ese supuesto que la dirige, ¿será de fiar?"
    Gracias por estas indagaciones tan gráficas.
    Un abrazo!

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  6. Hola, Amelia peregrina. Todo está bien. Al fin y al cabo, llevas tu propia estrella polar en el corazón. Un beso grande, querida.

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  7. Arianna querida. Seguimos jugando en el país de la ilusión con los ojos bien abiertos, aunque estemos en medio del sueño.
    En este asombro de ser, todo es ilusión y todo es milagro.
    Un beso grande

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  8. Hola, Queoquina. Lo que cuentas de tu nieto es conmovedor. Nosotros mismos, en la edad adulta, tenemos incorporado todo ese mundo del yo y lo mío. Lo absurdo de todo eso es que luego la vida misma nos va llevando por otro camino y tenemos que aprender, nos guste o no, que todo eso que hemos creído nuestro nunca lo fue. Más absurdo todavía: que tanto nos cueste desprendernos de lo que nunca fue nuestro.
    Gracias por tu visita, que siempre llena de galas este jardín. Un abrazo.

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  9. Hola, Delia. En concordancia con tu lúcida intervención, se me ocurre pensar que el ego se desintegra por la manera cultural (los golpes de la vida, la vejez que se acerca), o bien por indagación propia. Yo a esta indagación la llamaría, con más precisión, como un corazón que acepta ver lo que está a la vista: “Las cosas son como son”. Pero para eso, hay que olvidarse del que quiere controlar “mi vida”, esa ilusión.
    Gracias por tu visita, que siempre viene con el regalo de esa luz que llevas a todas partes. Un abrazo.

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  10. Sí, Teresa. Creo que todos estamos incursionando en el arte de dar la vida. Cuesta percibir una cosa tan simple, de tan complicada que se ha vuelto la cultura humana. Es que el hombre siempre está buscando en mundos artificiales que sustenten la idea básica del ser extraviado: la idea de que podemos controlar la vida.
    Tú eres una artista de la vida y, viniendo de ti, tu comentario queda enmarcado en cuadro de honor. Ja. Lo digo en serio: tu trabajo es muy valioso y de una creatividad sin límites. Por eso atesoro en el corazón tus palabras. Y el comentario de Queoquina está en esa frecuencia, que nos muestra con cuánta simpleza podemos barrer todos los prejuicios que venimos acumulando de generaciones anteriores.
    El ser humano está cambiando. Y creo que podemos empezar a comprender que nuestro viaje por aquí nos convierte en artistas de la vida. Gracias, amiga, por tu visita. Un beso grande.

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  11. La imagen del terrón de sal que se disuelve al entrar en las aguas del lago, querida Luciana, me parece muy precisa, porque con ese espíritu es que pretendo mirar al ego. Ponerlo al descubierto, hasta que descubra por sí mismo que no existe.
    Un abrazo grande.

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  12. Hola, José Manuel.
    Me hace gracia tu comparación. Pienso que necesitamos un gran sentido del humor para vivir en medio del gran desatino de la sociedad humana. Pelopincho y Cachirula son los dos componentes de mi diálogo interno. Converso conmigo misma para descubrir mi discípula interna y mi maestra interna. Borroneaba en mis libretas esos diálogos y un día pensé que sería más fácil ponerles un par de nombres. Pelopincho y Cachirula, resabios de la infancia feliz, vinieron espontáneamente.
    En mi caso, este asunto de poner por escrito ciertas meditaciones tiene su efecto, porque, como dice Don Juan Matus, “el poder sólo sirve para transmitirlo”. Al revés de los diarios de las adolescentes, mis diarios pueden ser leídos por cualquiera. Y he tenido la suerte de encontrar amigos como tú y tantos otros que aportan más profundidad todavía, cosas brillantes algunos, verdaderas revelaciones otros. Así es cómo se comprueba que todos venimos de una conciencia única, que va encontrando la luz a través de unos y otros. Y la podemos compartir.
    Por debajo de los conceptos, estamos nosotros, tú y yo, cualquier ser humano. Por debajo de las ideas, nuestros corazones están latiendo al compás del Ser Único, que nos lleva de viaje por los parajes de la conciencia para que descubramos la luz que tenemos adentro, lo mismo que una semilla descubre el árbol que anida en su interior.
    Por eso, como suelo decirte, gracias por visitar este jardín

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  13. No se puede hacer nada, querida Furia, porque no hacemos nada...
    Eso es sólo una ilusión más...

    Mientras, y dentro de la gran paradoja... sólo SABER, desde la Conciencia, que todo es un único juego!

    Muy buena la composición del post, con esa alternancia de diálogos y textos lúcidos.

    Gracias y un abrazo, amiga, es un gustazo leerte

    Ah! y estupenda la imagen elegida, que te atrapa y absorbe hacia dentro...

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  14. Si no soy dueña de mi vida tampoco quiero hacer dueño al ego si tendría que poder vivir sin el ya que el no puede existir si mi .En esta ilusión que nos hacemos de la vida quizás no sea toda la verdad.
    Cachirula – Sin embargo, si yo te preguntara si tienes una vida propia, ¿tú qué dirías?
    Que no, pero como es ilusión quizás cada instante es mejor.

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  15. Furia, te dejo una canción de George Harrison "Yo, yo, mío" en la que manifiesta todo el dolor en que nos sumimos cuando adherimos a estos supuestos: la ilusión de que hay un yo, y algo mío, la ilusión de que hay algo que nos separa... y nos hace únicos...y devotos de nuestra propia sombra...






    "Todo el día
    Yo mí mío, yo mí mío, yo mí mío
    Toda la noche
    Yo mí mío, yo mí mío, yo mí mío
    Los asustados lo abandonan
    Todos lo rechazan
    Pero sigue con fuerza todo el tiempo
    Todo el día
    Yo mí mío
    Yo mí mío
    Lo único que escucho
    Yo- mí - mío, yo - mí - mío, yo- mí -mío
    A pesar de las lágrimas
    Yo mí mío, yo mí mío, yo mí mío
    Nadie tiene miedo de jugar este juego
    Todos lo dicen
    Fluye más libre que el vino"

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  16. Hola querida Furia: magnífico texto, y esta frase: "La vida no es teoría ni práctica: es revelación." parece surgida de esa mismísima revelación. A veces todo parece tan sencillo ...
    Gracias y un tierno abrazo!

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  17. Así es, querida Joy. No hacemos nada. Ahondar en esa certeza, llevarla en el corazón, hacerla caminar con nuestras piernas. Esa es la simpleza total y al mismo tiempo andar de paseo por el cielo. Gracias por tu visita, que siempre es bienvenida. Un abrazo.

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  18. Sí, Nanako, cuando desaparece el ego, desaparecen nuestras ilusiones. Por eso los ilusos se aferran a sus ilusiones, como si fueran propiedades. Un besoto…

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  19. Esa canción de George es de la época en que Paul y John andaban peleándose. Qué bien retrata los manejos del ego. Gracias por recordarla, Graciela. Un abrazo.

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  20. Hola, Zanara. Es sencillo, pero además, cuando parece tan sencillo (cuando se percibe), ya está: lo completo está completo. No falta nada.
    Me da gusto que lo subrayes, porque en esa sencillez desaparecen las pretensiones. Vale decir, desaparece el yo y lo mío. Entonces, la espontaneidad misma es el abrazo que nos damos. Y un besote.

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