jueves, 5 de agosto de 2010

La condición natural



La sensibilidad es la condición natural del ser humano. Pero en una sociedad antinatural, la persona sensible es alguien excepcional. En ese ámbito, la sensibilidad pugna por aflorar debajo de tantas capas de maquillaje que acorazan a los habitantes de la sociedad mercantil.
Si los seres humanos fueran sensibles, no habrían convertido a la suya en una sociedad mercantil, donde todos están tratando de conseguir algo de los demás, en lugar de ofrecerles. La falta de sensibilidad impide comprender una ley fundamental: los problemas de los unos afectan a los otros. No se puede vivir en paz en una sociedad conflictiva.
Por eso, quienes quieren vivir con sabiduría no dejan que las exigencias mercantiles de la sociedad los afecten y tratan de conservar su sensibilidad como el mayor de los tesoros de esta vida. Ellos comprenden que el refinamiento es otra capa más de maquillaje, una manera de amortiguar las asperezas de la vida en común.
Quienes viven despiertos visitan la sociedad mercantil de vez en cuando, dejan su cuota de sensibilidad sembrada entre tanto desconcierto, y luego se retiran, sin atribuirse ningún mérito por su obra. Atribuirse un mérito sería, precisamente, perder la sensibilidad en el pantano de los tironeos sociales, porque no existe mayor conflicto que el de sentirse aislado de los demás, separado.
Ellos no viven en la sociedad mercantil. Así, la fuerza de las costumbres de la gente no los ata y el peso de las convenciones sociales no los aplasta. Por eso no pierden la sensibilidad ni la humildad.


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Extraído del libro "El Tao Nuestro de Cada Día", de Furia del Lago - Editorial Ananda

2 comentarios:

  1. ¡Qué cierto!, Furia. Has elegido bien esa foto en la cual se refleja bien esa sensibilidad-inocencia natural del ser humano cuando todavía no se ha desnaturalizado.
    Esas cualidades sensibilidad y humildad, desde luego, deben brillar en el "despierto" de manera natural.
    Gracias amiga. Abrazos!

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  2. Sí, José Manuel. Tu comentario me hace reflexionar que, en realidad, ser sensible es tan sólo seguir siendo natural, como éramos cuando niños. Gracias por tu luz. Un abrazo.

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