Cachirula – Este silencio lo impregna todo. Las miríadas de formas que aparecen en el mundo de los fenómenos están impregnadas de silencio.
Pelopincho – Pero el silencio es lo mismo que nada. ¿Cómo se puede afirmar algo semejante?
Cachirula – Entra en el silencio y lo averiguarás. Pero, claro, tú no puedes entrar en el silencio. El silencio expulsa de sí mismo todo lo que no es silencio. No puedes entrar en él desde afuera, sino desde adentro del silencio mismo.
Pelopincho - ¿No se puede experimentar el silencio?
Cachirula – No. Si quieres experimentarlo, es porque te consideras diferente del silencio. Por ejemplo, si quieres experimentar la temperatura del mar, te zambulles en el agua o por lo menos metes el piecito. Pero eso puedes hacerlo porque tú eres Pelopincho y el mar es el mar. En cambio, si quieres experimentar el silencio, no puedes hacerlo. Recuerda: el silencio expulsa de sí mismo todo lo que no es silencio.
Pelopincho - ¿Cómo puedo hallar el silencio?
Cachirula – Si tú no eres el silencio, ¿cómo esperas hallarlo, puesto que el silencio expulsa de sí mismo todo lo que no sea silencio? Y si tú eres el silencio, ¿qué es lo que buscas cuando pretendes hallar el silencio?
Pelopincho – Según dices, “yo soy el silencio”. ¿Es así?
Cachirula – Eso te lo puede responder sólo el silencio.
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Extraído del libro "El Buscador es el Ego", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Aqui estoy, quietamente presente.......
ResponderBorrarsosegadamente presente..
silenciosamente presente
"Si me buscáis, buscadme en vuestro silencio, en el silencio de vuestro corazón.
Ahí me encontrarás"
No es hermoso ?
Gracias una vez más Furia
Qué lindo diálogo, Furia, gracias por él!
ResponderBorrarMe hace quedar ahí, serena...
Quedarse ahí...
Y mientras, en lo fenoménico, seguimos de celebración en Avalon... Si quieres pasarte...)
Un lujo leerte, amiga.
Abrazos grandes.
Pues como todos somos el silencio ...
ResponderBorrar..... me iré de puntillas, sin hacer ruido, para no molestar ... Shsssssssss
Hola Furia:
ResponderBorrarQue diálogo tan puro, inocente y sabio, el silencio no se puede explicar...y gracias por traer a Pelopincho y Cachirula, esos dos personajes tan entrañables que nos ponían de buen humor en una época en que no había televisión ni computadoras. !Qué horror!-dicen mis nietos-!Cuándo sucedió ESO!!!
Un abrazo.
Hola:
ResponderBorrarDos veces intenté dejar mi comentario y no se publica, volveré más tarde.
Porque nombrar tanto al silencio, si ya somos el silencio?
ResponderBorrarCuando busco el silencio busco la paz, esa que me permita hacer todo lo que afuera mio me demanda.
Hola, Arianna. El sosiego está dentro de nosotros. Sólo tengo que acallar ese ruido de la batalla imaginaria, la mente. Me gusta tu actitud, de estar en paz espontáneamente. Y siempre vienes a visitarme con ese ánimo. Gracias, amiga. Un abrazo.
ResponderBorrarQuerida Joy: celebro contigo. Ya lo sé, soy tu invitada permanente. Y quiero que sepas algo: tú también eres mi invitada permanente.
ResponderBorrarGracias por compartir tu riqueza con la mía.
Hola, Sina. Casi no has dejado huellas de tu visita. Pero tu silencio se siente. Es igual al mío. Un beso grande.
ResponderBorrarHola, Delia. La tecnología te sabotea. A mí me pasa de vez en cuando. En la época de Pelopincho y Cachirula todo era más simple, ¿verdad? No recuerdo en dónde lo publicaban, creo que en la revista Billiken. Me alegra mucho que lo hayas disfrutado. Un abrazo
ResponderBorrarHola, Nanako. Ya somos el silencio, pero escapamos de él. Por eso hablamos de él. Pero tienes razón, ¿para qué hablar tanto sobre el silencio? En realidad, es una manera distinta de decir Dios. Cuando se dice la palabra Dios, la mente se imagina algo distante, extraordinario, inalcanzable, inconcebible. El silencio es igual de inconcebible, pero no es distante, es ordinario y no hace falta alcanzarlo, porque está en todas partes. Tampoco hace falta buscarlo. ¿Dónde ir a buscarlo que no esté?
ResponderBorrarEn fin, el lenguaje tiene eso. La palabra nunca es la cosa de la cual habla. Pero somos mamíferos parlantes. Y aquí estamos, como Pelopincho y Cachirula, hablando del silencio. Ja.
Besoto y abrazoto para vos...
De verdad Furia, yo tengo que agradecerte de corazón porque tus entradas son muy especiales para mi, me hacen reflexionar...paro de leer por un rato y me quedo absorta en el silencio...
ResponderBorrarGracias mi amiga por compartir tus dones!
Uu abrazote y un beso para ti!
Maribel
Hola, Maribel. Estos escritos son una manera de conversar conmigo misma y luego mirar esos pensamientos. Los observo sin juzgar que sean buenos ni malos. Están ahí. Los pensamientos quieren tapar el presente, pero el presente sigue aquí, por debajo de todos los conceptos. Entonces, me pongo a ver cómo son los conceptos en los que me veo encerrada. Y cuando los veo, ya estoy fuera de ellos. Al ver el ego, ya estoy fuera del ego.
ResponderBorrarEs una especie de disciplina que yo tengo conmigo misma. No sigo la disciplina de nadie ni tampoco pretendo que nadie siga la mía, porque cada cual tiene su camino y su destino (que son la misma cosa).
De todas maneras, tú puedes observarme y eso quizá te sirva. De igual modo, yo voy a visitarte y veo cuál es tu disciplina, tu manera de vivir, tus cualidades para crear un arte de vivir que te dé libertad. Y eso quizá me sirva.
Sea como sea, todo esto nos convierte en compañeras de un destino. Tú eres tu maestra y tu discípula. Y lo mismo puedes decir de mí.
Gracias por ser mi hermana adoptiva. Un gran abrazo y un beso para ti.
Para mí, en esta indagación meditativa, el asunto primordial es concebir que "Yo soy el silencio". Esto es algo que me cambia... no sé qué, la manera de vivir, supongo.
ResponderBorrarLo que más me ha conmovido es tu comentario, de que hablas del silencio para no hablar de Dios. Así es la cosa, creemos que Dios es extraordinario y de pronto lo tenemos aquí, es el silencio que nos contiene y nos sostiene. Y encima, resulta que "yo soy el silencio".
En estos últimos tiempos estoy aprendiendo que el tema del ego es fundamental. Los Upanishads dicen todo esto desde hace rato, pero siempre leemos o escuchamos buscando un provecho personal. Resultando: seguimos buscando en otra parte lo que somos aquí y ahora.
Hola Furia: Me ha recordado a aquel cuento sufí que dice más o menos:
ResponderBorrarpom-pom -llaman a la puerta-
- quién es?
- yo (se cierra la puerta)
pom-pom -vuelve a llamar-
- quién es?
- tú!
- adelante!
Gracias por este valioso diario. Un abrazo!
Hola Furia,
ResponderBorrarpoderosas como siempre estas reflexiones en torno al silencio o sobre nuestra naturaleza real o sobre Dios (como bien dices una manera distinta, más neutra de nombrarLo). Son especialmente evocadores y literalmente "caes" en él. Decididamente tienes un don, expresar fácilmente lo inexpresable, y hay que agradecer y animarte a que lo compartas. Muchas gracias.
Un abrazo!
Furia:
ResponderBorrarEn mi respuesta a tu comentario te dejé la página de Camilo Guerra, pero me equivoqué, es:
www.derecho-viejo.com.ar
por si querés informarte más de su actividad.
Cariños.
Hola, Oso tozudo. Y, sí, Dios no es ordinario ni extraordinario. Es lo que es. Está aquí, en silencio, dentro de nosotros y fuera de nosotros, sin división. Es el individuo (el indiviso).
ResponderBorrarEl asunto no es “acallar” la mente, como se pretende a veces. El asunto es no identificarse con esa licuadora verbal metida en la cabeza por la cultura. Al no identificarse, la conciencia de inmediato cae en el silencio.
Esto que te cuento es lo que me pasa en el momento. Escribo esto para ti y mientras lo escribo, estoy mirando a la persona que escribo. La estoy mirando desde el silencio.
El asunto no es pretender que uno “debe estar así todo el tiempo”. En el silencio, no existe ninguna sucesión. El silencio no transcurre. No hay tiempo aquí. Simplemente, a veces me identifico con el ego y de pronto el silencio se “siente” más fuerte y me hace recapacitar. Entonces, es como si me dijese a mí misma: “Uy, me volví loca por un rato, vuelvo a ser silencio”.
Hay que hacerlo como un juego. Cuando se lo quiere organizar como sistema o método, entonces se forma una religión organizada.
Es verdad, Zanara. Recuerdo ese cuento y se parece al caso. Ya me la estoy imaginando a Cachirula que le cierra la puerta en las narices a Pelopincho.
ResponderBorrarEl asunto es que cada uno tiene un Pelopincho y una Cachirula dentro de sí mismo. Hay que reírse, pero no de los demás, de uno mismo.
Me da gusto que hayas venido de visita, querida amiga. Un abrazo grande.
Hola, José Manuel. Realmente me caen bien tus palabras, pero el mío es tan sólo medio don. El otro medio es tuyo. Tienes el don de saber escuchar y eso denota mucho silencio acumulado. Ojalá yo tuviera ese don de escuchar. Me hubiese ahorrado tantos disgustos que ni te imaginas. Pero, bueno, las cosas han sido como tuvieron que ser.
ResponderBorrarEn cuanto se juntan los dos medios hacen uno completo. Entonces no hablamos en castellano. Ahora podemos hablar en un idioma que yo llamo “energía directa”.
Gracias, amigo, por tu visita. Un abrazo.
Gracias, Delia. Siempre tan amable. Voy a ver de qué se trata este "Derecho Viejo" (hay un tango que se llama así). Un abrazo.
ResponderBorrarHola Furia: Qué energía poderosa la de este silencio compartido!! Gracias.
ResponderBorrarEntonces... estar en silencio... no es estar callado??? ¿No es hacer mutis, simplemente???
ResponderBorrarAsí como lo decís, che, soy silencio, en ese subrepticio echarse a la corriente de la vida... sin resistencia...
Hola, Paula. Don Juan Matus decía que el poder sólo sirve para darlo. Compartirlo es el secreto.
ResponderBorrarUn abrazo
Hola, Mutis. Estar en silencio es temporario. Ser el silencio..., bueno, eso te lo puede explicar el silencio, mejor que yo, si es que te arrojas a la corriente de la vida, sin resistencia.
ResponderBorrarLo que más impresión me causa está fuera de tu entrada, en un comentario. Es lo que dices, que hablas del silencio y estás hablando de Dios. Y ese silencio está aquí, dentro y fuera. Bien, me quedo con eso, amiga.
ResponderBorrarEstamos en eso, amiga Luciana. En esa inmensidad vivimos y esa inmensidad somos. Sólo tengo que dejar que se revele, dejando de creerme una ilusión separada. Un abrazo.
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