(Apuntes de un diario personal)
El gran drama del ser humano, la raíz de todo sufrimiento, es la pretensión que alientan todos y cada uno de tener una vida propia.
¿Quién es esa persona que pretende entronarse como juez de la vida? Jamás nos hacemos una pregunta como ésa. No figura en nuestro código cultural.
Si nos formuláramos meramente el interrogante, no tardaríamos en descubrir que la vida es como es. ¿Acaso alguna vez se amoldó al deseo de cada uno?
La vida no es personal, aunque se manifieste a través de una persona. De hecho, no hay nada personal. La persona es un invento de la imaginación humana. En ninguna parte existe algo así como una persona, es apenas una construcción conceptual.
Todos nosotros, los seres humanos, estamos educados para vivir haciendo centro en esto que llamamos “yo”. ¿Y qué es el “yo”? Es el cúmulo de nuestras exigencias.
Ridículamente, cada uno centraliza su quehacer en limitar la infinita totalidad de la vida en “sus” exigencias hacia esa totalidad.
El ego le pide a la vida: “Dame, dame, dame”. Y la vida te da la vida. ¿Qué más quieres?
La vida es el arte de dar la vida. Puedes comprobarlo a simple vista. Y en eso consiste estar aquí. Tú también estás dando la vida.
En cuanto se pronuncia la posibilidad de “dar la vida”, se nos ponen los pelos de punta.
“¿Qué es eso de dar la vida? Yo no quiero dar nada”, se queja Juan Vecino.
Pero Juan Vecino es tan sólo una construcción imaginaria. La vida inventa todas estas construcciones imaginarias, llamadas “personas”, por pura definición. Ya queda dicho: la vida es dar la vida.
Sin embargo, Juancito cree que él está en condiciones de imponer condiciones. Vaya pretensión. “La vida me da poco”, dice a veces. “Esta vida es un infierno”, dice otras. “No sé por qué me falta suerte”, suele quejarse a menudo.
No sólo Juan. Todos estamos entrenados para exigirle a la vida. Es tremendamente absurdo, pero es así.
Hay excepciones, claro. Hay quienes, en algún momento, se detienen y piensan: “La vida me da todo”. O acaso vayan más allá y digan: “La vida consiste en darlo todo”.
Nótese que no dicen: “Mi” Vida, sino “La” Vida.
La vida lo da todo. El que no da todo, queda separado de ella.
Convertir la vida en “mi” vida. Esa es la desgracia del ser humano. Querer una vida separada. Además de absurdo, es la raíz de todo sufrimiento.
La vida te da su gracia. Cuando le das gracias a la vida, por su gracia, eso es amor.
No hay otro amor, sino el amor de la vida por la vida. Todo lo demás son apegos y rechazos personales, exigencias absurdas de quien exige vida y no quiere darla.
El amor es la vida que le da gracias a la vida.
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Extraído del libro "Gracias a la Vida", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Hola Furia:
ResponderBorrar"todos estamos entrenados para exigirle a la vida"...esto me acercó a una de las enseñanzas más movilizadoras que recibí y vino de una reflexión de Víktor Frankl, no la recuerdo textualmente, pero era algo así...no interpeles a la vida, ella es la que te interroga...hasta que no comenzamos a desmantelar estructuras no nos damos cuenta de lo que realmente somos.
Una entrada muy esclarecedora, gracias.
Qué sincronía, vos en mi casa, yo en la tuya, hasta me pareció ver tu sombra cuando te ibas, jaja.
ResponderBorrarPues si la vida es la Maestra ... dejemos que nos lleve, seguro que nos sorprende!!!
ResponderBorrarGracias por este texto lleno de claridad.
Un abrazo querida Furia,
Sina
Es cierto furia, siempre queriendo modificar la vida a lo que uno quiere que sea, cuando ella siempe es la misma, recibe un abrazo. Gracias.
ResponderBorrarEs importante entender lo que nos sucede , todo tiene su razón no es una casualidad caprichosa.
ResponderBorrarLo más importante es llegar a entender la raíz de cuanto nos sucede y dejar de considerarnos los eternos perseguidos por la vida, para asumir y aprender de todo cuanto nos sobreviene.
la vida nos invitan a vivir con conciencia y establecer un diálogo con nuestro ser interior
Gracias furia por tu reflexión
abrazos
Es verdad, Delia. Yo entraba en tu jardín mientras vos venías al mío. Son esas cosas misteriosas que nosotras no manejamos, que no maneja nadie. Dejar al misterio que lo haga todo es una manera distinta de vivir, sin la carga del ego y sus exigencias.
ResponderBorrarY te cuento que a mí también me conmovió mucho Víktor Frankl. Lo tengo muy presente. Era alguien de una fortaleza extraordinaria, que luego, con humildad, puso sus conocimientos al servicio de todos.
Me alegro de esta visita mutua, un abrazo grande.
Esa tendencia a personalizar y a tener un sentido de propiedad sobre lo que es claramente universal, suprapersonal, como dices: convertir la vida en "mi" vida, o la conciencia en "mi" conciencia, o la inteligencia en "mi" inteligencia, y así sin parar es causa y raíz de error y de sufrimiento. Hay ahí un trabajo de discriminación a hacer, de lo contrario, mala cosa...
ResponderBorrarEn fin, que ni tenemos ni poseemos nada y eso, paradójicamente, es muy descansado. Gracias por la reflexión Furia.
Un abrazo!
"La vida es el arte de dar la vida." Me quedo con esta frase que me parece extraordinaria Furia.
ResponderBorrarComo dices tú, cuanto sufrimiento evitaríamos si no quisiéramos adueñarnos de la vida, si simplemente la dejáramos fluir, tal y como es.
Excelente entrada.
Un abrazote
Silvia
Si la persona es un invento, lo mismo que Don Quijote es un invento de Alonso Quijano, ese cúmulo de exigencias que es el “yo” puede simplemente desaparecer al primer golpe de viento, de igual forma que volaría por los aires un castillo de naipes. Y eso es lo que sucede, a cada rato. La vida se encarga de hacernos caer de nuestra ilusión una y otra vez. ¿Por qué insistimos? Simplemente por pura inercia.
ResponderBorrarDe hecho, querida Sina, la vida es una sorpresa que aparece como gota de luz, instante puro, y no deja de aparecer. Dejemos que nos lleve, como tú propones. Un abrazo luminoso, amiga.
ResponderBorrarDe hecho, querida Sina, la vida es una sorpresa que aparece como gota de luz, instante puro, y no deja de aparecer. Dejemos que nos lleve, como tú propones. Un abrazo luminoso, amiga.
ResponderBorrarAsí es, Queoquina, tenemos la delirante pretensión de que la vida cumpla con nuestras exigencias. Resultado: vivimos en un mundo de fantasía cultivando un sufrimiento de fantasía. Gracias por tu visita. Un abrazo para ti.
ResponderBorrarIr a la raíz, Arianna, es encontrarnos con un personaje que se cree separado de la vida. Ahí comienza el calvario. Gracias a ti, por tus pensamientos.
ResponderBorrarHola, José Manuel.
ResponderBorrarEn línea con lo que tú dices, se me ocurre agregar que sólo puede tener posesiones quien se considera a sí mismo alguien separado del resto. En forma de presente, a cada rato aparece la vida y te dice: “no eres alguien separado y por lo tanto, no existe tal cosa como el resto del mundo”. ¿Qué es lo que nos queda entonces? Nada entre las manos.
Pero, ¿qué pasa si, en lugar de tener un mundo como objeto separado de nosotros, somos el mundo?
Un abrazo.
Hola, Silvia. El arte de vivir como el arte de fluir. Tengo en cuenta tus consideraciones. Gracias por la visita. Te devuelvo el abrazote.
ResponderBorrarTal cual, Oso. La luz se enciende con el fuego del despertar quemando la leña de la inercia.
ResponderBorrarSí, "La vida te da su gracia", es tan claro que se nos otorga todo en todo momento, qué más podemos querer? Esa sensación de escasez, de falta siempre de algo hay que cuestionarla pues su origen es ilusorio, "La vida te da su gracia" que es como decir que ya lo tienes todo, ya lo eres todo.
ResponderBorrarUn abrazo enorme!
Gracias a la vida, sí. Y a través de mí, lo dice la vida misma. Un abrazo
ResponderBorrarQuerer una vida separada es la raíz del sufrimiento. Creo que la clave de esto es descubrir que esa “vida separada” es una mera ilusión. Por eso es que la vida nos desilusiona una y otra vez, porque vivimos ilusionándonos.
ResponderBorrarMe ha gustado mucho esta entrada. Gracias, Furia. Un abrazo.
De acuerdo, Zanara. Ya lo tenemos todo, ya somos todo. Pero la impresionante capa de peticiones que le hacemos a la vida, ese magma de tantos deseos que ocupan lo que hacemos, parece llenar el espacio de la vida social. Tal como tú dices, hay que cuestionarlo todo, por ilusorio. Un abrazo gigante para ti.
ResponderBorrarDejar que la vida nos traspase y nos lleve. Así es, Luciana. Un abrazo.
ResponderBorrarQue lo ilusorio no nos derrumbe, Neytiri. Gracias por tu visita.
ResponderBorrarGracias a ti, Teresa, por tan sabias reflexiones. Y gracias a la vida. Un besote.
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