¿Quién hace todo lo que se hace? No lo sabemos. Todas las ciencias no sirven más que para darnos utilidad, pero, ¿quién soy yo? Eso no pueden averiguarlo.
Hace falta otra ciencia, distinta, especial, no utilitaria, para investigar acerca de esta persona singular a la que llamo “yo”.
En primer lugar, ¿qué quiero decir cuando digo “yo”? Me estoy refiriendo a un organismo humano en particular. Un cuerpo al que identifico especialmente con nombre y apellido. Juana López. Mujer. De de cincuenta o sesenta años de edad.
En este caso yo, Juana López, soy una mujer que anda y desanda, que hace cosas y deshace. Pero tendría que preguntarme si yo tengo algún control acerca de esto que llamo “mi vida”.
Por empezar, el corazón me late y no sé de dónde viene el latido. La sangre corre por mis venas. Soy respirada, ya que no es una función que yo cumplo a voluntad. Y así todo el tiempo. Me echo a dormir y el organismo funciona por sí solo. ¿Qué es esto?
Esto es vida. No sabemos lo que es, aunque estamos sumergidos en ella. En eso nos parecemos al pez, que tampoco sabe qué es el océano, aunque vive dentro de sus aguas.
Pero en esta parábola, el pez humano cree que está separado del océano de la vida. Se le hace difícil creer que el pez mismo es océano.
En el caso de Juana López, ella vive en la vida. Y sin embargo, considera que es alguien, una entidad separada de todo lo demás.
Al igual que tantas y tantas personas en el mundo, Juana López sufre. Sufre todo el tiempo. Tiene sus momentos de alegría y esparcimiento, pero no son más que un escape momentáneo del permanente sufrir.
¿Quién es el que ve a través de mis ojos?
Un día cualquiera, por esas cosas del destino, Juana se topa con un texto singular en una revista de la “Nueva Era”, o acaso alguna de dietas vegetarianas, o quizá en algún periódico barrial. Para el caso no importa. El asunto es que ella de pronto se estrella contra este párrafo: “La causa raíz de todo sufrimiento es el sentimiento de existencia separada. Tenemos una conciencia divisiva que percibe las cosas como el yo y el no yo, lo mío y lo no mío, como mi gente y la tuya, como mi nación y la tuya. De ahí surge el sufrimiento”.
Este acontecimiento causa gran conmoción en la pobre Juana.
En la escena siguiente de este guión, vemos a Juana entrevistarse con Gurú Sánchez, un maestro equis a quien ella visita para tratar de comprender, de una vez por todas, por qué la vida es un sufrimiento constante.
Juana López - Se supone que yo soy una persona y usted otra persona. Eso es lo que nos han enseñado. Pero usted dice que no, que no somos personas.
Gurú Sánchez - Yo no digo que seamos algo ni dejemos de serlo. Simplemente le pido que se mire a sí misma y diga: “Yo soy”. Eso es todo. Yo soy. No digo que soy algo en especial, no digo que soy esto ni aquello. Simplemente yo soy. Eso es un hecho. Ser. Pero usted habla de ser algo y eso la condiciona. Para averiguar qué es usted, tiene que dejar de lado todas las opiniones previas, inclusive la pretensión de ser algo. Usted no sabe qué es, pero veamos si es imprescindible que usted sea algo.
JL - ¿Y entonces, qué me queda?
GS - Usted es, ¿no es cierto? Esto lo podemos afirmar sin duda. Quédese ahí, en ese “yo soy”. No es necesario que usted sea algo ni alguien, ni esto ni aquello. Se trata simplemente de ser. Eso es todo.
Simplemente ser. La sugerencia de Gurú Sánchez, o su visión despojada de todo deseo, es difícil de tragar. La mayoría de nosotros (mejor dicho, todos nosotros) estamos entrenados para ser alguien, algo, algún símbolo de poder, alguna especie de persona con personalidad especial…
A todo esto, Juana empieza una búsqueda frenética por las librerías reales y las virtuales, indagando en la biblioteca del mundo acerca de esto que “yo soy”. Así es como se encuentra con que existe una tradición milenaria que niega por completo el entrenamiento impartido por quienes pretenden hacer de la persona un ente separado de la única energía, el ser.
¿Quién eres tú? ¡Sí! ¿Quién eres tú? ¿Estás preparado para tener por un momento la experiencia de simplemente ser? ¿Sin ningún esfuerzo, sin agarrarlo y sin soltarlo, sin hacer nada? ¿Simplemente siendo lo que tú eres, sin saber qué es? ¿En completa observación de ti mismo?
El momento perfecto por el que estás esperando no existe, porque el momento perfecto es ahora.
Om C. Parkin
Juana López se retira a meditar por un tiempo y se topa con esto, por ejemplo, un mero texto de Parkin. Se supone que yo soy alguien, y por lo menos algo. Pero aquí me piden que examine lo que soy, sin determinar, ni saber lo que soy, sin pensar en ello. Sin hacerme la más mínima idea acerca de lo que soy.
Por cierto, Juana busca por Internet y se encuentra con Parkin, o por ejemplo con Ramana Maharshi.
De todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento “yo” es el primero. Sólo después de surgir este pensamiento “yo”, surgen los otros pensamientos.
Ramana Maharshi
En otras palabras, ¿quién soy yo sin ese pensamiento “yo”? Ni siquiera puedo usar la palabra “quién”, puesto que se trata de un vocablo engañoso, que siempre remite a una persona separada con supuesta autonomía, como si no se tratara de una simple idea.
Sí, admitámoslo, el “yo” es nada más que una idea. Y esa idea consiste en adjudicarme a mí misma (“yo”) toda una historia personal, un transcurso temporal de un organismo al que se le atribuye un nacimiento y que va rumbo a una muerte.
Juana López - Pero yo no lo veo al “yo” como una idea.
Gurú Sánchez - Es difícil verlo, porque el propio “yo” está entrenado para no verse como una idea, sino como una realidad. Si usted no piensa en sí misma como yo, ¿qué es lo que subsiste?
JL - No sabría decirlo, porque no soy capaz de pensar en mí misma sino como yo.
GS - Claro, claro. Usted entonces ya está dando por conocida a esa persona que llama yo.
JL - Y no es así.
GS - Cuando usted conversa con alguien y dice “yo”, ¿sabe de qué está hablando?
JL - Si yo estoy conversando con otra persona, ambos damos por sobreentendido que sabemos de qué estamos hablando cada vez que decimos “yo”.
GS - Sí, así parece. Pero ahora yo le digo a usted que se quede sola y que indague, que acometa una indagación profunda y averigüe qué es eso a lo que usted misma llama “yo”. ¿Qué ocurre entonces?
JL - Si tengo que decir la verdad, no sé nada, no tengo idea de qué es esto que llamo “yo”.
GS - Así son las cosas.
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Extraído del libro "Simplemente Ser", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Foto: Zaragoza
Muchas gracias Furia por esta historia sobre Juana López!!.
ResponderBorrarMe ha encantado lo que dice Om C. Parkin. Llega al ser claramente, rápidamente como una flecha.
Gracias por seguir recordándonos en volver la mirada a ese Ser que siempre está, aunque se nos olvide, o lo cubramos con la falsa idea "yo" "ego" "historia personal".
Un abrazo cósmico!!.
Este Gurú Sánchez (buen nombre) va a lo que hay que ir. Este "yo", ¿qué es? (que es una formulación más apropiada de lo que quería señalar Sri Bhagavan).
ResponderBorrarEvidentemente jamás lo sabremos conceptualmente pero lo seremos eternamente.
Por cierto, ¡qué foto más curiosa!
Un abrazo Furia.
¡¡¡¡¡Grandeeee el guru Sanchez!!!!!!!!!
ResponderBorrarLo mejor de los mejor, del mundo mundial entre todos los mundiales: "Asi son las cosas"
nunca mejor dicho, Don Sanchez, es usted un gurusazo de esos que ya no existen...
Gracias furia, hermoso y muy educativo
un cariño
:))) si que es grande este "gurusazo" (como dice Santosham) "Así son las cosas". Si!
ResponderBorrarUn gran abrazo!
Me ha encantado este post. Real como la vida misma.
ResponderBorrarGracias !
Saludos
"“La causa raíz de todo sufrimiento es el sentimiento de existencia separada. Tenemos una conciencia divisiva que percibe las cosas como el yo y el no yo, lo mío y lo no mío, como mi gente y la tuya, como mi nación y la tuya. De ahí surge el sufrimiento”.
ResponderBorrarMe quedo con esta frase...no hay mayor sufrimiento que la separatividad.
Gracias querida F.D.Lago
Me pasa como a Juana, amiga mia, que aún no sé quien soy "yo" eterna pregunta
ResponderBorrarMe encantan tus diálogos, son muy tuyos
abrazos cálidos para tí Furia
Estaba yo una vez con mi maestro, cuando de
ResponderBorrarpronto me dió un puntapíe en el culo, y co-
mo a Santosham, salí "volando" hacía Jñana.
Allí, mientras estaba "volando" me di a CON-
CIENCIA ( Todo es CONCIENCIA ), un topetazo
COSMICO ( como los de GORKA ), y me dije:
"si todo es CONCIENCIA COSMICA", ¿Que hago
yo aquí?, y me respondi: "NADA". Porque NA-
da es CONCIENCIA COSMICA.
oM TAT TAT TOO YOU SAT TAT
Me alegro de tu sopetón cósmico anónimo!!!.
ResponderBorrarHola Furia:
ResponderBorrarUn cuentito para la ocación.
SOY TÚ
Era un discípulo honesto. Moraba en su corazón el afán de perfeccionamiento. Un anochecer, cuando las chicharras quebraban el silencio de la tarde, acudió a la modesta casita de un yogui y llamó a la puerta.
¿Quién es? -preguntó el yogui.
Soy yo, respetado maestro. He venido para que me proporciones instrucción espiritual.
No estás lo suficientemente maduro -replicó el yogui sin abrir la puerta-. Retírate un año a una cueva y medita. Medita sin descanso.
Luego, regresa y te daré instrucción. Al principio, el discípulo se desanimó, pero era un verdadero buscador, de esos que no ceden en su empeño y rastrean la verdad aun a riesgo de su vida. Así que obedeció al yogui.
Buscó una cueva en la falda de la montaña y durante un año se sumió en meditación profunda. Aprendió a estar consigo mismo; se ejercitó en el Ser.
Sobrevinieron las lluvias del monzón. Por ellas supo el discípulo que había transcurrido un año desde que llegara a la cueva. Abandonó la misma y se puso en marcha hacia la casita del maestro. Llamó a la puerta.
¿Quién es? -preguntó el yogui.
Soy tú -repuso el discípulo.
Si es así -dijo el yogui-, entra. No había lugar en esta casa para dos yoes.
Un abrazote.
Seamos testigos de esta vida cuando viene y cuando va.
Gracias por tus reflexiones, Gorka. El mismo abrazo cósmico.
ResponderBorrarHola, José Manuel. Según mi deducción, Sánchez resulta ser tan común aquí (el Occidente hispano) como Maharaj en la India. Y en lugar del río Ganges, pues el Ebro. Aunque ignoro si en la foto no están el Huerva o el Gállego.
ResponderBorrarDices bien, nuestro saber funciona desde el otro lado, desde el ser. De modo que ignoramos “qué somos” aunque lo seamos eternamente.
Un abrazo
Hola, Santosham. El amigo Sánchez habla en castellano y nos cuenta que la meditación no es una tarea, sino simplemente ser.
ResponderBorrarGracias por el aliento, paisano.
Zanara, querida. Te adivino la sonrisa. Un beso.
ResponderBorrarBueno, José Manuel II. Gracias por tu visión y por la visita.
ResponderBorrarAsí es, Peregrina. La separatividad nos crea un conflicto artificial que nos impide ver la vida natural. Gracias por tus pensamientos.
ResponderBorrarComo Juana estamos, Arianna querida. La gran aventura de esta vida con forma humana y contenido divino. Un abrazo grande.
ResponderBorrarHola, Anónimo. Enhorabuena por el topetazo cósmico. Al igual que Gorka, me congratulo con tu visión.
ResponderBorrarHermoso cuento para ilustrar nuestras observaciones, Nanako. Un besote.
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