La inocencia es el lugar inalterable donde se aposenta la pureza del espíritu. A ese lugar no llegan los artificios de la vida mundana ni las trampas del deseo. La inocencia vive en un país que no puede ser tocado por las intrigas de la codicia ni las turbias pasiones de los que truecan posesiones por su propia vida.
Las sombras no resisten la presencia de la luz. De igual modo, los cálculos, las palabras y las experiencias sucumben ante la aparición de la inocencia. La inocencia no se puede comprar ni vender. No tiene ningún valor: por eso es invalorable.
En la morada de lo inconcebible, más allá del alcance de todas las ambiciones, fuera de la órbita de lo conocido, allí reside la inocencia. Y no es un lugar lejano, ni pertenece a ninguna geografía extravagante. Es el cielo más alto, el océano más profundo, el corazón más grande.
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Extraído de "El Tao Nuestro de Cada Día", de Furia del Lago - Editorial Ananda
Sí. Es así.
ResponderBorrarPoco puedo añadir a tu escrito, querida Furia.
ResponderBorrarMe has hecho recordar la libertad que conlleva esa pureza. Es lo que más ansía nuestro propio corazón.
Un abrazo.
es allí, antes de que empezara todo...
ResponderBorrares allí donde me gustaría volver. Sueños, solo sueños.
Gracias furia, por la nostagia de aquello
Bello y verdadero,
ResponderBorrarsí, puedo compartir que cuando uno se siente alejado de su inocencia natural me pongo a jugar con mi perro y él me la "despierta" de inmediato. ¡Qué grandes estos seres peludos!
Un abrazo Furia!
Quiero ese lugar inalterable,pero solo se consigue teniendo un corazón con absoluto amor,no?
ResponderBorrarHola, Amelia, gracias por tu visita. Siempre eres bienvenida.
ResponderBorrarMi querida Sina, sabes que te siento siempre muy cerca y que los miles de kilómetros no existen para nosotras. Y esa libertad que guardas dentro de ti es la misma que guardo dentro de mí. Ese lugar sin culpa, donde podemos ser lo que realmente somos, más allá de las apariencias y las ideas. Ese lugar inocente. Un beso para ti.
ResponderBorrar"Busco un país inocente", dice Ungaretti. Y es la búsqueda de toda la vida.
ResponderBorrarVaya paradoja.
Es aquí donde estamos, Santosham. Es aquí donde mora ese silencio de ojos grandes y mirones, ese silencio ancestral del sol que nos ilumina por fuera y por dentro, latiendo en nuestras venas y danzando en todas las cosas. Dejémonos llevar por el silencio.
Hermosa y sensible imagen la que nos traes para compartir, José Manuel. Esa inocencia de tu amigo perro, juguetona y sencilla, lo dice todo. Un abrazo.
ResponderBorrarEse lugar inalterable ya lo tenés, Nanako. Sólo hay que decirse por dentro, quedamente: “Yo Soy”. Sin agregarle nada. No hace falta decir: “yo soy esto”, o “yo soy aquello”. No, sencillamente: “Yo Soy”. Ese “yo soy” tuyo es el mismo que el mío. Es el lugar inalterable, que no está condicionado por ninguna forma, ningún color, ningún nombre y ninguna idea. Sencillamente, yo soy. (Un besoto)
ResponderBorrarHola Teresa. Con paso felino vienes de visita y traes ese corazón tuyo, lleno de luz, desde el lugar inalterable de tu inocencia primordial.
ResponderBorrarEl silencio logra ese milagro que siempre ha estado aquí: que no exista división entre lo externo y lo interno. Al quedar en silencio, nos encontramos en el país de la inocencia, donde nada se parece a nada.
Siempre que haces tu aparición por aquí dejas un regalo de luz. Un beso grande, querida.
Ya que lo mencionas, te dejo aquí el poema completo de Ungaretti, que se llama "Vagabundo".
ResponderBorrarEn ninguna
parte
de la tierra
me puedo
arraigar
A cada
nuevo
clima
que encuentro
descubro
desfalleciente
que
una vez
ya le estuve
habituado
Y me separo siempre
extranjero
Naciendo
tornado de épocas demasiado
vividas
Gozar un solo
minuto de vida
inicial
Busco un
país inocente.
Comparto esa nostalgia de Santosham. Da tristeza convivir con tanta gente que está tratando de conseguir algo de la vida, en lugar de vivirla a pleno.
ResponderBorrarSe dice con frecuencia que no se puede volver a lo natural... Que ya es tarde. Que la civilización está fuera de madre.
Sin embargo, me atengo a esa enseñanza milenaria de los antiguos maestros: la inocencia primitiva.
Y resguardar este magno tesoro en medio de las tribulaciones. Un abrazo
Uno se pregunta: porque no podemos conservar esa inocencia tan bella de nuestra niñez??, porque nos ensuciamos tanto, nos enlodamos tanto?, después cuesta mucho, toda la vida, volver a encontrar el silencio interno, volver a la naturaleza como dices siempre tú.
ResponderBorrarGracias por estar, por tus palabras, amiga...
Un beso
Silvia
Que bello texto.
ResponderBorrarPranam
Hermoso texto lleno de dulzura Furia...la inocencia...llegar a un estado de gracia donde abandonamos TODO...nombre, identidad, conceptos...TODO!
ResponderBorrarGracias de verdad!
Un cariñoso abrazo mi amiga
Maribel
Hola, Oso. Es muy hermoso el poema de Ungaretti. Gracias por haberlo traído. Un abrazo.
ResponderBorrarSí, Luciana. Concuerdo con vos. La inocencia se mantiene ahí, es nuestro tesoro. Pasan los años, pasan las historias, pasa todo como un río que pasa. Y, sin embargo, yo siento que sigo siendo ese mismo ser que siempre he sido. Es algo inalterable, de verdad. Y, además, cada uno de nosotros lo siente dentro de sí. Puedes haber envejecido, haber cambiado físicamente, haber encanecido. Pero eso no importa. Dentro de esta persona aparente, hay un ser que no cambia. No es niño ni anciano, no es joven ni viejo, no es ignorante ni culto. Eso es la inocencia.
ResponderBorrarGracias por tu reflexión tan profunda. Un abrazo.
Sí, es como vos decís, Silvia. Nos preguntamos una y otra vez dónde hemos dejado esa inocencia, pero el silencio está en nosotros y es lo que nos une a la totalidad. No nos abandona. Somos nosotros lo que lo abandonamos, para ir en busca de fantasías y absurdos a los que llamamos “el mundo real”. Sí, sí, claro, el mundo real exige que trabajes para ganarte la vida. Pero es evidente que no tendríamos que perder el alma para ello. ¿No es así? Un beso grande, querida Silvia.
ResponderBorrarHola, Sadhu. Me encanta que te haya gustado. Pranam.
ResponderBorrarBien dicho, amiga Maribel. En estado de gracia lo abandonamos todo. Y lo más "gracioso" de todo ello es que abandonamos lo que nunca fue nuestro, ese cúmulo de ilusiones que tanto daños nos hace. Un abrazo lleno de cariño para ti, querida.
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