
La vida nunca responde a los deseos de nadie. Para la mayor parte de las personas, esto se traduce en nueva frustración y su consiguiente amargura. Al final de sus días acumulan, por lo menos, algún difuso resentimiento, o acaso una más pensada resignación.
Pero están los otros, los que son capaces de ver a la vida como un milagro que no puede ser abarcado por ninguna explicación. Esos intuyen que debajo de tantos afanes y conquistas mora el éxtasis supremo que a la vida le está dando vida.
¿Quién soy yo? Esa es la pregunta que cosechan con tanta labranza de incertidumbre. Es el único tesoro que tienen: una pregunta sin respuesta que, sin embargo, no dejan de hacerse.
Comprender es la mayor ilusión del ser humano. Y el que se pregunta “quién soy” sin detenerse en ninguna respuesta es un viento que derriba todos los castillos de naipes construidos por la ilusión humana. Hasta que la última ilusión (la necesidad de comprender) desaparece. Todo es misterio porque todo es nada y porque nada es todo. ¿Qué le queda entre las manos? Este misterio sin palabras. El milagro de la vida. La certeza de ser.
El secreto del éxtasis se le revela tan sólo a quien es capaz de no pedirle nada (absolutamente nada) a la vida.
Simplemente ser. No ser alguien. No ser esto ni aquello. No ser humano ni divino, no ser ignorante ni sabio, no ser sagrado ni profano.
Esto parece inconcebible para el quehacer humano ¿Qué me quieres decir con “simplemente ser”? Acaso estás proponiéndome que viva como un vegetal. Nada de eso. Ni vegetal ni animal. Ni humano, ni ángel, ni dios.
El misterio sin filtro: simplemente ser.
(Por supuesto, el representante del rebaño viene a preguntar: ¿y qué consigo yo con simplemente ser? Respuesta: lo mismo que consigues siempre, absolutamente nada).
Lito Picapiedra – Ja, qué gracioso. Tanto si voy por la izquierda como si voy por la derecha, quedo con las manos vacías. ¿De quién proviene tanta burla?
Gurú Sánchez – Del mendigo que has inventado en el teatro de tus expectativas.
LP - ¿Yo soy el mendigo?
GS – Haces todo lo posible para que parezcas un mendigo. Representas ese papel muy bien. ¿Qué tal te va con esta obra teatral?
LP – Sabes perfectamente que vivo en estado de necesidad.
GS - ¿Y qué necesidad tienes de vivir en estado de necesidad?
LP - ¿Quieres decir que no necesito hacer el papel de mendigo?
GS - ¿Por qué lo haces?
LP – Bueno, es lo que me enseñaron desde pequeño.
GS – Ah, vaya, pero seguir siendo un nene malcriado no te luce, por lo que vemos.
LP – Te estoy diciendo que la vida es sufrimiento. ¿No es así, acaso?
GS – Si te pones gafas verdes, la verás de color verde.
LP – En tal caso, yo soy el inventor del mundo.
GS – Son todos inventos tuyos. Inventas un teatro al que llamas mundo y también inventas un personaje llamado mendigo. Pero no existes tú, pobre mendigo, ni tampoco existe el mundo. Todo es un delirio de tu imaginación.
LP - ¿Y qué me queda de tanta zaranda?
GS - ¿Cómo quieres que lo sepa? Hemos entrado en el reino del no saber. Aquí no hay lugar para los sueños que inventa la razón.
LP – Tienes razón, es una tontería preguntarte qué significado tiene la música.
---------------------------------------------------
Extraído del libro "El Arte de Ser Natural", de Furia del Lago - Editorial Ananda-----------
Ilustración: El Delta del Río Lena