(Apuntes de un diario personal)La vida es no dual, está más allá de los aparentes opuestos de nacimiento y muerte.
¿Cómo se puede afirmar esto?
Sólo hay que abrir los ojos y ver lo que tenemos por delante.
Lo que está a la vista es el instante. Y sólo eso. No tenemos dos instantes, hay uno solo.
Pero este instante es el instante que nace y el que muere, al mismo compás. Nace para morir y muere para nacer, aunque no son dos movimientos, es uno solo.
El instante es la lección suprema de la maestra. La vida es la gran maestra que nos está mostrando aquí, ahora, el camino de la libertad.
Claro está, el camino de la libertad carece de meta y por lo tanto de camino.
Es el instante puro, sin límites, eterno.
La vida es libertad pura. Y nos invita: “Te doy vida para que des la vida”.
No tienes que conservarla. Y de todas maneras, no podrías. La ley de la vida es muy simple: “La vida es el arte de dar la vida”.
Este asunto pone muy nerviosos a ciertos exponentes del paisaje teatral llamado “vida”.
Algunos de ellos confiesan: “En realidad, nunca he querido dar nada”. Cosa que no resulta difícil de creer.
Pero la vida es tramposa. Y tan tramposa es, que hasta se tiende trampas a sí mismas.
Lo primero que ha hecho es llenarte de conceptos acerca de la vida. Y luego tú piensas: “tengo que dar, pero me gusta recibir”. Sin embargo, son tan sólo conceptos. Piénsalo: Hay sólo vida y nada más. Mejor dicho: todo lo que hay es vida. Y si es así, podrás comprobar enseguida que la vida es la que da, pero la vida es la que recibe.
En realidad, no hay tal cosa. No existe un nacimiento del instante, ni una muerte del instante.
No existe un dar ni un recibir. Todo es vida, un sucederse que se mantiene siempre en el mismo lugar, que es ninguno.
Aquí parece que hubiéramos entrado en contradicción. Primero decimos: la vida es todo. Al rato venimos con otra historia: la vida es nada. Y bien, los que están inscriptos en el Curso de Lógica, se han equivocado de aula.
Ya ves, la vida es la maestra. Y también la discípula.
Así que la vida te deja en libertad. Si consideras que la vida es nada, fíjate bien: no puedes conservarla, porque no puedes perderla. Si consideras que la vida es todo, aunque la des por entero, la recibes por entero, puesto que eres todo entregándote a todo.
En otras palabras: son todas ideas y nada más. Dices “vida” y ni sabes de qué estamos hablando. Es un concepto. Ni siquiera sabes lo que es “saber”.
Angelo Nero - Ah, sí, pero yo quiero comprender.
Turiya - Perfecto. Si todo es nada, ¿quién comprende? ¿Y si todo es todo? No puede haber una parte de todo tratando de comprenderlo, fíjate bien. Ya lo hemos dicho: todo es todo. ¿Quién necesita comprenderlo?
AN - Me estás haciendo juegos de palabras.
T - Juro que yo no estoy haciendo nada, porque yo soy nada. El que está haciendo juegos de palabras eres tú, que me vienes con eso de comprender. ¿Quién comprende qué cosa?
AN - Pero cuando yo te digo comprender, ¿tú me comprendes, verdad?
T - Ah, ya veo por donde vienen los juegos de palabras. ¿Tú comprendes qué cosa es ese árbol que está ahí? ¿Comprendes al sol que está dándole vida a todo este planeta? ¿Comprendes por qué los brazos te han crecido por igual? ¿Comprendes que tratar de comprender es como ponerte una careta? Los conocimientos son rieles por donde sacamos a viajar a nuestros trenes de juguete.
AN - Pero yo estoy comprendiendo lo que dices. Si viniera un niño de Suecia y quisiera comprender de qué estamos hablando, seguramente nos vería gesticular y hacer ruidos extraños con la boca.
T - ¿Y qué? Mira ese perro que pasa por allí. Si le hablas, ¿qué te responderá? Su respuesta será simple. Si le gustas, se acercará amistosamente. Si no le gustas, te ladrará.
AN - Y si necesita comida, posiblemente se acerque con cara pedigüeña.
T - Bien dicho. Alguien golpea la puerta y tú atiendes. Es una mendiga con un hijo en brazos. Ambos mal alimentados, sucios y sufrientes. La mendiga ni siquiera necesita pedirte: apenas los ves, te das cuenta de la situación. ¿Qué te importa si habla holandés o castellano?
Todo está completo. La vida es un darse por entero y un recibirlo todo. No falta nada, no sobra nada.
Hay quien viene con gesto decidido y dice: “Las palabras están demás”. ¿De veras? ¿Y cómo lo has dicho? Con palabras.
Lin Chi preguntó al administrador del monasterio:
- ¿De dónde vienes?
- Regreso de vender mijo en la prefectura – dijo el administrador.
- ¿Has vendido todo?
- He vendido todo.
Lin Chi, con su bastón, dibujó en el piso una raya y dijo:
- ¿También has vendido esto?
El administrador soltó un grito: “¡Kwatz!” Entonces, Lin Chi le dio un palazo con su bastón.
Ni vienes ni vas a ninguna parte, ni hay nadie que pueda hacerlo. Y ten cuidado cuando te haces una idea de todo, porque todo es el disfraz de nada, y viceversa.
El asombro, poema que se lee
con el cuerpo, recuerda tu inocencia,
te descubre de nuevo hasta el final,
desde el principio, te hace sitio donde
no existes, te revela frente a nadie,
te nombra con la misma intensidad
de tu silencio, lámpara que eres.-----------------------------------------------------------------
Extraído de "El Amor es Todo lo que Hay", de Furia del Lago - Editorial Ananda